BILBAO. LAS dos asociaciones vizcainas existentes de aquellas niñas y niños de la Guerra Civil española evacuados a países como Francia, Bélgica o Reino Unido en 1937 se han disuelto esta semana pasada. Lo han hecho en democracia, en silencio, sin notificarlo a los medios de comunicación, con austeros actos celebrados en Bizkaia en el 75 aniversario de cuando zarparon en barco desde diferentes puntos de las costas vascas hacia lugares en paz. La Asociación de niños evacuados el 37 lo hizo el pasado martes, con una comida de despedida. La Asociación de jubilados de la Guerra Civil, por su parte, lo conmemoró el jueves con una misa en la basílica de Begoña, una ofrenda floral en los jardines llamados Mrs. Leah Manning en Txurdinaga y una comida.

A pesar del agur, se estima que puedan volver a reunirse para un acto como será la presentación de un nuevo libro del escritor Gregorio Arrien, quien fue el primer presidente de la asociación originaria, sobre las evacuaciones. Este investigador y educador considera que pudiera publicarse en "enero o febrero" del inminente nuevo año.

En el origen hubo una única asociación. Se gestó el 8 de septiembre de 1986 como Asociación de niños evacuados el 37. Este diario ha tenido acceso al libro que publicará Arrien y en él se recuerda que en 1993, la Junta de esta entidad juzgó conveniente la creación de otra agrupación paralela "para conseguir apoyos económicos de los organismos oficiales, mostrando su condición de jubilados, requisito que por aquel entonces parecía necesario". Así en 1995, en el seno del primer colectivo se fundó un segundo bautizado como Asociación de jubilados de la Guerra Civil. Al poco tiempo, decidieron trabajar por separado.

La empatía de arrien El precursor de la primera iniciativa de reagrupamiento fue el religioso y escritor Arrien. El escritor vizcaino no fue evacuado a ningún país, pero sí hizo gala de la sensibilidad y empatía necesaria para animar a quienes fueron desplazados a reunirse y poder luchar por sus derechos en grupo. Este vizcaino construye una metáfora sobre la disolución de estas entidades: "Han cerrado su camarote. Es toda una vida que se cierra", agrega Arrien, quien ha escrito diferentes publicaciones sobre este fenómeno social e histórico vasco.

Meses atrás, en mayo, las dos entidades decidieron celebrar un acto conjunto. Fue en Santurtzi, lugar simbólico de donde partió el histórico vapor Habana, aunque no fue el único barco que transportó personas hacia otras latitudes. La actividad se desarrolló en un teatro Serantes abarrotado de personas, ilusiones, recuerdos y alguna que otra lágrima de recuerdo. Desde el escenario, anunciaron que ambos colectivos pondrían fin a su actividad asociativa antes de fin de año y así ha sido.

El pasado martes, las personas de la Asociación de niños evacuados el 37 se sentaron alrededor de las mesas de la Casa Vasca. El presidente de la entidad, Enrique Urquijo, les dedicó unas palabras a los comensales. A su juicio, la agrupación desaparece porque "ya somos longevos y los objetivos están cumplidos. Además, aunque lo he intentado no hay quien recoja el testigo", valora y recuerda que han editado tres libros: dos de Arrien y un tercero de Jesús Carballés Alonso. Y han disfrutado en numerosos viajes y visitas oficiales.

Otro 13 de diciembre El jueves, también llegó a buen puerto la Asociación de jubilados de la Guerra Civil. El día tuvo su razón de ser porque exactos diez años antes, el 13 de diciembre de 2002, el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, inauguró un jardín en Txurdinaga en recuerdo a Elizabeth Leah Manning, británica que consiguió una de las evacuaciones de menores. En el mismo lugar, el colectivo presidido por Vicente Cañada tributó una ofrenda floral después de una misa oficiada por Jesús Garitaonandia en Begoña. Un dantzari y txistulari protagonizaron el aurresku de honor. Entre las personas presentes, Bene González, vicepresidenta, se mostró emocionada. Ella fue junto a Arrien una de las personas que más luchó -y sigue haciéndolo- por la asociación en sus inicios de los años 80, cuando en dos años llegaron a ser 600 afiliados.

El acto contó con la presencia del cónsul de Francia Didier Ortolland y el británico en Bilbao, Derek Doyle. El primero animó "a recordar la memoria de estas personas". Doyle, por su parte, abundó en la opinión de que "la unión entre País Vasco y Reino Unido continúa" desde 1937.

Cañada, en su discurso concluyó con un "hasta el próximo acto" y argumentó, tras la actividad, la decisión de la junta de clausurar la asociación porque "somos muy mayores y ya estamos un poco agotados. Hay personas imposibilitadas por la edad".

El padre Arrien acudió invitado a las dos jornadas. Él, a pesar de no seguir en la dirección, ha seguido trabajando y lo sigue haciendo para las asociaciones. "Aunque se ponga término a las asociaciones, la vida sigue. Nos quedan cosas por hacer, como el libro Memoria del exilio vasco' (Las organizaciones e iniciativas de memoria colectiva, 1982-2012) y otro sobre Inglaterra", valora el religioso.

ORIGENES de la asociación Los orígenes de la primera asociación se remontan a los años 80. Fue Gregorio Arrien quien cayó en la cuenta de que por miedo a represalias o por lo que fuera, los niños evacuados desde Euskadi durante los días de Guerra Civil permanecían aún en el más absoluto de los olvidos y silencio, pero lo que a este religioso le pareció "más preocupante" fue que "nadie o casi nadie se había ocupado seriamente de su problemática situación".

Con el regreso de la democracia -aunque con la República perdida-, la suerte quiso que el vizcaino pudiera comunicarse con un elevado número de maestras y funcionarios que habían experimentado en sus propias personas las vivencias de guerra, exilio y olvido. "Estaban esperando una oportunidad para dar a conocer su impresionante y dura historia personal, y conseguir, en consecuencia, un cierto reconocimiento social. Estaban esperando lo que en justicia les pertenecía: el reconocimiento público y oficial por los servicios prestados al país en unos años en que fueron requeridos sus servicios tanto en el mundo de la educación como en el funcionariado en general", analiza Arrien.

El escritor recalca que a partir de mediados de 1982, se publicaron noticias en DEIA y en la revista especializada Kimu (órgano de expresión del Colectivo Pedagógico Onura ), con numerosas referencias a la historia de las escuelas vascas de la preguerra y la situación de las andereños. "Los años 1982 y 1983 fueron un bienio determinante en la memoria histórica", enfatiza.

El 24 de septiembre de 1982 se reunieron en Lauaxeta ikastola (Amorebieta-Etxano) una media docena de aquellas educadoras que viajaron con los niños evacuados. Ese fue, de algún modo, el germen de las asociaciones que con el tiempo irían surgiendo. De ahí, nació un homenaje masivo a aquellas maestras con la presencia incluida de Jesús María Leizaola, sobre quien recayó en su día gran parte de la organización de las colonias escolares en el exilio, como antiguo consejero de Justicia y Cultura que fue. Esta semana, 30 años después, las entidades han decidido cerrar las asociaciones, sus camarotes.