BILBAO. La reunión de hoy entre el presidente del Gobierno español y el president de la Generalitat catalana va a visualizar el choque de trenes entre dos aspiraciones complicadas de congeniar. Artur Mas reclamará oficialmente a Mariano Rajoy un pacto fiscal para Catalunya en un contexto de efervescencia independentista tras la multitudinaria manifestación de la Diada en la que más de un millón de personas salió a la calle para pedir un Estado catalán.

El presidente español aprovechó la sesión de control en el Congreso para anticipar su negativa a las reivindicaciones de Mas. No a sus aspiraciones de independencia y también un no rotundo a su reclamación de un pacto fiscal preferente para Catalunya que acabe con la "desigualdad de trato" que sufre la comunidad catalana en su sistema de financiación. Y lo hizo invocando la Constitución española.

Rajoy aseguró que hará "guardar la Constitución si así fuera necesario", o lo que es lo mismo, que no dudará en aplicar sus artículos para salvaguardar la esencia de lo que precisamente protege la Carta Magna: la indisoluble unidad de la nación y la solidaridad entre sus autonomías. El jefe del Ejecutivo español contó en esta ocasión con el apoyo de la diputada de UPyD Rosa Díez, habitualmente una de sus arietes más feroces en los debates parlamentarios, quien sugirió la aplicación del artículo 155 (la anulación de la autonomía en cuestión) en el caso de que las reivindicaciones catalanas lleguen al extremo.

No fue este el único recado que envió a Mas desde la tribuna de oradores del Congreso. También pidió a CiU que no se deje "arrastrar por los acontecimientos" y no se empecine en el error porque las cosas "se les pueden ir de las manos", en referencia a la manifestación independentista del pasado 11 de septiembre en Barcelona.

Rajoy fue replicado con mesura en el hemiciclo por el diputado de CiU Pere Macias, pero la respuesta más directa y clara la recibió del propio Artur Mas desde Barcelona, que advirtió que Catalunya "hará su camino pase lo que pase". El jefe del Govern reclamó que "se nos escuche atentamente y sin prejuicios" porque de lo que Mas pretende convencer al presidente español es de que su propuesta de pacto fiscal "es una solución más que un problema, aunque hasta ahora se ha visto como un problema más que por una solución".

El president de la Generalitat intervino en el "acto simbólico y solemne" de la firma del convenio marco entre la Agencia Tributaria de Catalunya y las diputaciones de Barcelona, Tarragona, Girona y Lleida, para destacar que "este es primer paso que deriva del pacto fiscal" votado en julio por mayoría en el Parlament, y que "mañana intentaré como mínimo defender y argumentar" ese plan. Pero también lanzó una advertencia: "Intentaremos que el pacto fiscal vaya por la vía del acuerdo, el pacto y el entendimiento, pero Catalunya no puede renunciar a su camino ni a su futuro. Y Catalunya hará su camino", apostilló.

Mas también lamentó que hasta ahora todas las reacciones del Ejecutivo español y la mayoría de las que provienen de Madrid "son de atizar el miedo, de amenazas, de advertirnos...". Frente a ello, el president catalán recordó que "nosotros no queremos ser adversarios ni ir contra nadie, sino ir haciendo nuestras propias estructuras de Estado".

A la espera del resultado de la reunión Mas-Rajoy, sectores de CiU auguran un escenario de elecciones anticipadas en Catalunya, incluso antes de que termine este año -se baraja a finales de noviembre-, si el Gobierno español se opone al pacto fiscal.

El propio president de la Generalitat no ha descartado un adelanto que tendrá lugar si, a su juicio, es estrictamente necesario: "Cualquier cosa con enjundia suficiente puede provocar un adelanto electoral. Y no pasa nada", declaró el pasado jueves. En el PP trabajan ya con la idea de que habrá elecciones anticipadas, aunque la tesis mayoritaria en la dirección nacional es que tendrán lugar en la primavera del próximo año. Tras el encuentro matinal en Moncloa que se prevé que dure media hora, Mas celebrará una rueda de prensa que no se desarrollará como suele ser costumbre en el propio complejo ministerial, sino en la sede de la Delegación de la Generalitat en Madrid. Lejos de la crispación con la que se vive la cuestión catalana en el Parlamento español y en los partidos y foros constitucionalistas, el embajador de Estados Unidos en España, Alan Solomont, ofreció ayer una perspectiva más templada y abierta de la reclamación creciente de independencia desde Catalunya. De visita a Barcelona, Solomont expresó el deseo de que las tensiones actuales se resuelvan, el pulso ceda el paso a la reconciliación y, sobre todo, haya estabilidad, por el bien de todos.

Solomont comentó que "en los últimos días ha habido un número de manifestaciones en España, todas pacíficas, y soy lo suficiente mayor para saber que hace unos años, en los 70, esto era ilegal. Por eso me parece admirable que se pueda discutir de forma pacífica, democrática y responsable de estas cuestiones". Solomont precisó, no obstante, que se trata de una discusión interna española "y no sé si se entiende muy bien en EE.UU.".

El embajador norteamericano señaló que "el mundo se encuentra en un punto de inflexión. Europa se halla en un momento de transformación. Oriente Próximo está inmerso en un proceso de cambios de Gobiernos trascendental. Catalunya, por lo que parece, también está en un momento de inflexión".

cámara de barcelona Otra reacción en vísperas del encuentro de hoy llegó ayer de la mano del presidente de la Cámara de Barcelona, Miquel Valls, y el presidente de Pimec, Josep González, firmaron una declaración conjunta en la que piden que la reunión de hoy entre Rajoy y Mas acabe con un "compromiso claro e inequívoco" de apertura de un proceso de diálogo que esperan que culmine con un nuevo pacto fiscal entre Catalunya y el Estado.

Por su parte, el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, abogó en la sesión de control del Congreso por afrontar con diálogo ante "las voces altas de los separatistas y también los gritos de los separadores". Un consejo que el líder de la oposición ha venido reiterando desde la Diada del pasado 11 de septiembre, alertando a Rajoy de que el conflicto no se solucionará dejando simplemente pasar el tiempo.