Cuando había que saltar del camión para no morir
'Chim' fotografió a Pedro Argaluza, un baserritarra de Gatika, que después tuvo que huir a Francia por ser gudari
GATIKA. Corría 1937 cuando Pedro Argaluza Arteta protagonizó una foto vertical de David Seymour, Chim, que engrosa la famosa Maleta mexicana que a partir de mañana expondrá el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Se hallaba trabajando en el campo, en su caserío Zugasti de Gatika, con ayuda de los bueyes, y en segundo plano se distingue a su familiar y vecino José Lekanda. José también aparece solo en alguna otra imagen, así como sus hijos María y Asensio. María, en la instantánea de Chim, sostenía en brazos a su hermano menor (que tendría unos dos añitos entonces), y cuya entrevista pudieron leer en DEIA el pasado sábado. María no llegó a hablar para este diario: falleció el pasado 30 de diciembre.
Como es sabido, en los pequeños pueblos vizcainos (y guipuzcoanos), es fácil que muchos vecinos sean parientes cercanos o lejanos, o que se casen entre ellos, etc. En el caso de los Lekanda y los Argaluza, han compartido caserío durante generaciones: sin duda, desde aquel 1937 y hasta la actualidad. Asensio Lekanda, por ejemplo, era ahijado de Asensio Larrazabal, cuñado de Pedro Argaluza. Por eso, y por otras cosas, conoce tanto al hijo de su padrino, Sabin Larrazabal.
Al mirar ahora la foto de Pedro Argaluza cuesta tragar saliva al escuchar la historia de su dura vida de boca de su sobrino Sabin. Cuando DEIA se propuso seguir los pasos de Seymour por Bizkaia, tuvo la ayuda en Gatika del presidente del Club de Jubilados Guztiontzat, Manu Arrizabalaga, y de una superviviente de aquella época, de 95 años, Eleta Landaluce. Gracias a sus identificaciones -Eleta está muy lúcida y da vueltas a cualquiera jugando a cartas-, llegamos hasta Asensio Lekanda, su hermano Julen y hasta el sobrino del ya fallecido Pedro Argaluza, Sabin. A este emotivo hombre de 70 años se le humedecen los ojos cuando habla de su tío. Su ama, Petra, tenía cuatro hermanos, y Pedro era el pequeño. Pedro fue apresado por ser gudari, y a él y a otros los transportaban por Huesca en un camión, cuando él decidió salvar la vida saltando del vehículo. "Tuvo la suerte de pasar la frontera. Si no, le habrían limpiado el forro", asevera Sabin.
Un Pedro Argaluza baserritarra, euskaldun y casi analfabeto tuvo que salir adelante sufriendo primero a los franquistas y, una vez en Francia, a los nazis. Además, al estar indocumentado abusaron mucho de él, explotándolo cuando trabajaba. Al principio, rememora Sabin, le mandaba a su hermana Petra "una cartita al año. Escribía mal. Pero a partir de 1970 dejó de escribir. Mi madre murió en agosto de 1977, y ese septiembre me fui para Francia con la mujer y los hijos. No tenía las señas, pero busqué en un mapa la zona. Una vez allí, me comuniqué por señas con un hombre que llevaba buzo, y él se lo quitó y me dijo que le siguiera. A unos 20 kilómetros dimos con una casita, cerca de Pau. Pertenecía a una profesora de castellano que tenía una buena jubilación, y mi tío la ayudaba con la huerta". ¿Y cómo fue el encuentro? Sabin se estremece: "Terrible. Qué emoción".
Después de agradecer encarecidamente al francés que lo llevó hasta su tío, Sabin y su esposa pudieron empezar a estar con él, visitarle de vez en cuando, cocinarle con alubias tolosanas, llevándole maíz para hacer sarteneko... "Allí partían el talo con cuchillo y ahogaban con licor a las aves para la cena de Navidad", bromea ahora. Pero todas las atenciones que pudieron tener con Pedro no eran suficientes para aliviar una existencia tan áspera, en la que no disfrutó de una tregua para poder conocer el amor, ni tuvo hijos... El hombre que había fotografiado con unos 30 años Chim enfermó de cáncer de pulmón, y regresó en 1982 a su Gatika natal, donde, al parecer, su cuerpo decidió descansar, y en unos breves días falleció, el 30 de abril.
palizas Tampoco fue sencilla la vida del aita de Sabin, Asensio. "Lo detuvieron varias veces y le zurraban. Y después de darle una manta de espabilina le dejaron en paz", ironiza su hijo. Los vecinos franquistas hicieron mucho daño a estas familias: "escuchaban nuestras conversaciones y se chivaban, y luego venía la Guardia Civil y hacía la detención". No sólo de Asensio Larrazabal, sino también de Julen Lekanda, por tener una ikurriña en casa. La represión era total. Y, encima, pasaban hambre, aseguran a este diario.
Además, coincide que estas familias eran numerosas, y varios hermanos murieron de enfermedades que, de haber sido tratadas actualmente, no habrían sido mortales. Antes, en la guerra huían como podían de los ataques aéreos -"hasta el ganado corría"-. Junto a Zugasti señalan un lugar donde aún debe de haber granadas. Por todo ello, estos vecinos de Gatika, supervivientes de aquella pesadilla, están muy contentos de que venga la exposición de La Maleta mexicana a Euskadi, así como del trabajo de difusión de DEIA. "Me hace mucha ilusión que se sepa", enfatiza Sabin.
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