Iurreta
LA Brigada Móvil de la Er-tzaintza es mucho más que una unidad de antidisturbios. Se les identifica con el buzo negro, el verduguillo y el casco, y se les relaciona con manifestaciones y desórdenes sociales de alta intensidad. Sin embargo, su labor no es "salir a destrozar", sino todo lo contrario. Los grupos operacionales de la Ertzaintza están formados por cuatro subgrupos, cada uno dirigido por un oficial y todos ellos coordinados por el jefe de grupo. Los integrantes de la unidad permanecen las 24 horas del día en la base de Iurreta, un enclave estratégico situado en el centro neurálgico de los tres territorios de la CAV. "Garantizamos que en diez minutos los equipos están compuestos, los agentes uniformados y en ruta para dirigirse a cualquier parte de Euskadi", comenta Ramón, jefe de grupo de la Brigada Móvil.
La mayoría de sus intervenciones se centran, sobre todo, desde el cese de la violencia armada, en cubrir las demandas de otras unidades de la Policía vasca. También trabajan para "apoyar y dar cobertura" en los grandes eventos que se celebran en el País Vasco. Eso sí, su principal función se dirige a los servicios incidentales. "Son situaciones que sobrepasan los recursos de una comisaría, como los actos de kale borroka", señala el jefe de grupo. La segunda gran prioridad de la unidad es la formación continua: "Tratamos de estar activos, entrenando siempre que el trabajo nos lo permita", indica Ramón. "Aunque somos una unidad eminentemente operativa y reactiva, compaginamos esas funciones con labores preventivas", añade. No en vano, esta es la tercera función de la Brigada, realizar tareas de prevención.
Se trata de intervenciones estratégicas dirigidas a supervisar y velar por la seguridad, por ejemplo, en eventos deportivos como la Vuelta o un partido de fútbol, o en la construcción de grandes infraestructuras como el TAV.
Grupos operativos La realidad que Euskadi ha vivido durante décadas obligó a los miembros de esta unidad a ser "los mejores en lo suyo". Años atrás, protagonizaban actuaciones diarias y "de alta peligrosidad", lo que les proporcionó una de las mejores formaciones en relación con otros cuerpos policiales dedicados al mismo ámbito. "Hemos alcanzado profesionalmente un nivel del que nos sentimos orgullosos", reconoce Ramón. Sin embargo, temen que la calma que se vive actualmente en el país origine que los nuevos agentes no adquieran la experiencia que "la calle" dio a los veteranos. "Por eso le damos tanta importancia a la formación", reconoce el agente.
No en vano, la valía de los miembros de esta unidad se descubre en las propias actuaciones, en los momentos de verdadero estrés, cuando la realidad se acelera y lo que perciben a su alrededor se difumina. "Un buen brigadista es aquel que es capaz de estar tranquilo en una situación de estrés, porque salir a disolver y soltar adrenalina es muy fácil", argumenta el jefe.
De ahí que no todos los agentes sirvan para formar parte de esta unidad, ya que, alejándose de la imagen estereotipada del antidisturbios, en la Brigada Móvil vale más quien posee mayor capacidad de autocontrol y de control de las masas. "Lo más difícil es conseguir estar calmado en plena intervención y actuar con proporcionalidad. Por ello, probablemente, es uno de los trabajos policiales más complicados", señala. Y es que trabajan con grandes concentraciones, por ejemplo en manifestaciones de hasta 50.000 asistentes. "La gente se sorprendería de la capacidad de autocontrol que tenemos y del nivel de provocación y agresión al que nos enfrentamos sin actuar. Eso no lo soporta la inmensa mayoría de la población y supone profesionalidad", sentencia el jefe de grupo.
Escuadras y Binomios El concepto de la Brigada Móvil es piramidal. Esta unidad trabaja por binomios y escuadras. Un binomio básico está formado por un escopetero y un escudero. Cuatro binomios conforman una escuadra, y cada escuadra está bajo la responsabilidad de un agente primero. Como mínimo, trabajan por bloques de dos escuadras que acuden a las intervenciones supervisados por un suboficial.
Cada brigadista debe preocuparse exclusivamente de no perder nunca de vista a su compañero y a su cabo, ya que este es el que les comunicará las órdenes de lo que deben hacer. A su vez, el cabo debe mantener el contacto con su suboficial y estar pendiente de sus instrucciones, "porque sabe que si él se mueve, automáticamente su escuadra le debe seguir en bloque", explica Ramón. Eso genera en los agentes, por una parte, un nivel de respuesta y de eficacia muy elevada; y, por otra, un grado de confianza "impresionante", tanto de los superiores hacia sus hombres como de los brigadistas hacia los mandos. "Nadie duda de las decisiones que toman los superiores en una intervención, aunque se equivoquen, por que les va la vida en ello", argumenta el responsable policial.
Los agentes se enfrentan a escenarios con múltiples variables difíciles de controlar. "Si alguien no responde bien en una situación de estrés, su escuadra irá tras él aunque se metan en la boca del lobo. Eres tan débil como tu eslabón más débil", apunta Ramón, quien admite que ese nivel de profesionalidad solo se consigue "con disciplina, entrenamiento y algo especial".