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"Cobraba como diputado del PNV 38.000 pesetas"

Marcos Vizcaya fue uno de aquellos políticos que, sin medios ni dietas, trabajaba por pura vocación

"Cobraba como diputado del PNV 38.000 pesetas"dAVID DE hARO

Su primer sueldo de diputado ascendió a 38.000 pesetas. Marcos Vizcaya (Gorliz, 1947) que ocupó un escaño en el Congreso desde 1977 a 1986, recuerda cómo "en la primera legislatura y en la segunda éramos políticos vocacionales, se nos pagaba muy poco comparado con lo que cobran ahora. De hecho, a los diputados no se nos dio de alta en la Seguridad Social hasta el año 80 y el primer sueldo que cobré en el 77 fue de 38.000 pesetas. Por supuesto no había dietas y teníamos que pagarnos nosotros los hoteles, las comidas, las cenas... Solo teníamos gratis el viaje en el Talgo y en el avión", dice Marcos Vizcaya, recordando la precariedad. "La mayoría proveníamos de profesiones liberales y seguíamos, en la medida que podíamos, compatibilizándolo con nuestros trabajos (como yo que daba clases en la Universidad de Deusto). Entre la clase política predominaba un ambiente constructivo, solidario, aunque eso no significa que hiciéramos dejación de nuestras ideologías, pero como teníamos como objetivo restituir la democracia, acabar con el franquismo y dotarnos de instrumentos democráticos hubo muchas cesiones. El ambiente era muy diferente también a nivel personal. Allí no había pateos, ni abucheos, se veía al adversario con absoluto respeto".

En su peregrinaje de nueve años por el Congreso subraya dos hechos como los más destacados. "Desde el punto de vista negativo, el 23-F fue el momento más decisivo. Pero desde el punto de vista positivo, el auténtico hito fue la aprobación del Estatuto", resalta. "Que cinco años después de la muerte del Franco contáramos con un Estatuto que contemplaba el Concierto Económico nos dotaba de instituciones como la Ertzaintza, incluyera un Gobierno vasco con un Parlamento... Al margen de que alguien lo considere ahora algo caduco, era importantísimo". "De hecho, Bildu está ocupando instituciones que creamos nosotros poniendo toda la carne en el asador". "También es cierto que en el terreno social había leyes como la del divorcio que iban modernizando el país".

Después de muchos desvelos, de años de ponencias y plenos, y de dormir una media de tres horas durante la negociación del Estatuto, Marcos Vizcaya tiene una espinita clavada. "Me queda el regusto amargo de que la gente me recuerde por el 23-F y por un enfrentamiento que tuve con el ministro del Interior, José Barrionuevo, con motivo de la muerte del etarra Mikel Zabalza y una serie de preguntas que le lancé y que él no supo responderme", aclara.

A su juicio, en aquellos años, había un clima "que no he visto en el juego poder-oposición de las últimas legislaturas. Tanto en los Pactos de la Moncloa como el espíritu con el que se hizo la Constitución, la elaboración del Estatuto... Entonces el talante de UCD, incluso del PSOE, era diferente. En el 86 cuando el PSOE empezó con otra mayoría absoluta, se comenzó a deteriorar ese tipo de cooperación entre los partidos. Y veo que ahora tampoco llevan en conjunto proyectos de alto alcance. Eso ya no se da, siempre se opone alguien".

Por eso, se queda con aquella forma de hacer política. "No me gustan las descalificaciones pero creo que éramos más honestos. En mi tiempo, la única comisión sobre corrupción a la que asistí fue la del caso Flick, una supuesta llegada de dinero alemán para ayudar a la Fundación Pablo Iglesias. Aquello fue en 1986".

Justo aquel año abandonó el Congreso. "Yo he sido político por vocación ideológica. A mí me llamaron Juan de Ajuriaguerra, Xabier Arzalluz e Iñaki Anasagasti -los tres tuvieron mucho que ver en mi dedicación a la política activa dentro del partido- y yo sabía, desde el principio, que no quería convertirme en un funcionario de la política, que tenía mi profesión de abogado y que quería empezar a crear riqueza como empresario. Lo que hice fue cumplir una misión y ya mi última legislatura, la del 82-86, fue poco rica, muy conflictiva por la enorme lentitud de las transferencias que habíamos acordado".

Desde hace veinticinco años se ha dedicado a la actividad privada como abogado y a la actividad empresarial, sin ninguna nostalgia. "Siento una satisfacción absoluta por lo que hice, incluso orgullo personal por lo que pude aportar en aquellos años tan enriquecedores, pero decidí preocuparme de la política y no ocuparme. Alguna vez me propusieron volver, pero lo rechacé", concluye.