Donostia. Puertas afuera del palacio de Aiete flotaba sobre el ambiente la percepción de que se estaba asistiendo a un momento histórico. Lo cierto es que a lo largo de las últimas décadas Euskadi ha vivido varios momentos históricos que, sin embargo, al final se quedaron en nada. Que el de ayer se convierta verdad en un día histórico, solo el tiempo lo dirá. De momento, sí fue un día solemne, de gestos, de una escenografía bien cuidada. Y uno de esos gestos, y realmente comentado, fue el hecho de que Rufi Etxeberria luciera una chaqueta de antelina color marrón, acompañada de una corbata en los mismos tonos. Nadie recordaba haber visto con anterioridad al destacado dirigente de la izquierda abertzale con corbata y entre los más veteranos vino a la memoria cuando el fallecido Jon Idigoras acudió al Congreso de los Diputados de Madrid con chaqueta.

Aunque la conferencia comenzaba a las 14.00 horas, dos horas antes, a partir del mediodía, comenzaron a llegar al palacio de Aiete los representantes de partidos y sindicatos. En las entradas a los jardines de lo que fuera la residencia de verano de Franco, un cartel anunciaba que "por motivos de seguridad el recinto queda cerrado al público". Solo tenían acceso los invitados a la conferencia y los dos centenares de periodistas acreditados al evento, un 15% de ellos de medios internacionales. El dispositivo de seguridad era realmente discreto. En cada una de las entradas se colocaron un par de dotaciones de la Ertzaintza y por los jardines se veían a grupos de agentes de paisano, algunos de ellos acompañados por perros pastor alemán.

Ante las decenas de cámaras de televisión y objetivos de los fotógrafos, la mayor parte de los representantes de partidos decidieron entrar al interior del palacio sin hacer declaraciones. De momento venían a escuchar a las personalidades internacionales y a exponer su propio diagnóstico del proceso.

De minuto en minuto Alrededor de la una del mediodía y ante el nerviosismo, tanto de los responsables del encuentro como de los reporteros gráficos, que buscaban la mejor ubicación, comenzó el goteo de personalidades. La parafernalia fue la misma en las seis ocasiones. El vehículo oficial se acercaba hasta las puertas del palacio, Paul Ríos, coordinador de Lokarri, se aprestaba a recibir a las personalidades nada más descender del coche y les acompañaba a las escaleras de acceso al palacio donde, y por este orden, eran saludados por el alcalde de Donostia, Juan Karlos Izagirre (sin corbata), el diputado general de Gipuzkoa, Martín Garitano (de traje impecable y corbata incluida) y los miembros de las organizaciones promotoras de la cita encabezados por el abogado sudafricano Brian Currin.

El primero en llegar -a las 13.09 horas- fue Kofi Annan y tras el ex secretario general de la ONU, y de minuto en minuto, llegó el turno de Gro Harlem Bruntland, Bertie Ahern, Gerry Adams, Pierre Joxe y por último Jonathan Powell. Llamaba la atención el clavel rojo que lucía en la solapa de su traje el líder del Sinn Fèin.

a por viandas Mientras dentro, y a puerta cerrada, los participantes de la conferencia, a la que no asistieron ni Izagirre ni Garitano, trabajaban sobre el texto que después iban a dar a conocer, fuera, los periodistas mandaban los primeros avances y en los corrillos lo más comentado era el anuncio realizado por The Guardian, cuyo corresponsal en el Estado español también acudió a Donostia, en el que se anunciaba un inminente comunicado de ETA.

Los primeros beneficiados de la Conferencia de Paz fueron los dos bares cercanos al palacio de Aiete, que no dieron abasto para atender a los periodistas. Bocadillos, platos combinados, e incluso para algunos un simple café. Lo primordial era llevarse algo al estómago. Alrededor de las tres y media, y mientras las seis personalidades se retiraron a una sala para consensuar la que ya se conocerá como la Declaración de Aiete, el resto de participantes aprovechaban para salir al exterior a fumarse un cigarrillo. Durante este receso resultó curioso ver por un lado a Mikel Arana y por otro a José Navas, dos de los principales protagonistas de la lucha intestina que se ha vivido en las filas de Ezker Batua. Algún periodista, en tono jocoso, lanzó la idea de que Kofi Annan y el resto de personalidades aprovecharan su asistencia a la Conferencia de Paz para poner también paz en las filas de la formación de izquierdas.

A las cinco de la tarde, Bertie Ahern, y en inglés, leyó la Declaración de Aiete consensuada por las seis personalidades internacionales. Minutos después, y con la misma celeridad con la que llegaron, abandonaron el recinto donostiarra. A partir de ese momento, llegó la hora de buscar las impresiones de los partidos. Poco a poco los jardines fueron vaciándose y Rufi Etxeberria, todavía con corbata, abandonó el recinto en compañía de Juanjo Petrikorena.