YA lo dijo Rubén Beloki: “Es bonito escuchar que eres el pelotari más joven en haber ganado el Manomanista de Primera porque todos tenemos nuestro ego, pero seguro que saldrá alguien que quede campeón con 19 años”. Dio en el clavo. Le quitó ayer mismo Iker Irribarria (Arama, 1996) el título de campeón más precoz del Manomanista, la modalidad más importante de la mano profesional, tras triunfar en el Bizkaia de Bilbao después de venir de la nada, del cero, de ser un conocido de vista por su participación en el Parejas y en el Cuatro y Medio, apenas un año y dos meses después de debutar en las filas de Aspe.

Rompió Iker con todo en el templo negro de la pelota del siglo XXI para destrozar el récord de Beloki, que se embolsó el cetro con 20 años y después de ganar el oro olímpico en los Juegos de Barcelona en 1992. 21 cursos después de coronarse, en 1995, el látigo de Burlata marcó un antes y un después en la modalidad. Sus batallas contra Patxi Eugi se tornaron legendarias. El paso de la sepia al color acabó con una pelota a mano televisiva y de masas.

Aquel momento no lo pudo vivir Irribarria porque ni siquiera estaba en proyecto. Nacido en 4 de julio, como la película y las celebraciones americanas, su figura se esculpe en un ADN privilegiado, del que ha sacado una fuerza espectacular. “Debe ser eso”, comenta el zurdo, quien analiza que “si tuviese un secreto, tampoco lo contaría”. Así es el aramarra, la nueva joya de la corona de Aspe y próximo pelotari en vestir el gerriko colorado todo el año. Con 19 años, asoma descarado y con discurso, con una figura realmente carismática que se acerca por su forma de hacer a Juan Martínez de Irujo, también campeón en su primer intento. De hecho, desde su empresa valoran su irrupción a la altura de la del pelotari de Ibero, cuya gran virtud no ha estado solo en cómo llegó a la élite, sino en cómo se ha mantenido durante los últimos doce años como el capo de su empresa en una época de muchas figuras.

Idolatrando a Titín III desde la televisión, Iker creció zurdo, pero le metió su familia en la cabeza que es muy complicado sacar las castañas del fuego en un partido con una sola mano. ¡Bendito consejo! Visto lo de ayer en el Bizkaia, el pelotari guipuzcoano debería agradecer cada una de las veces que sus padres le decían que tenía que pelotear con la derecha igual que con la zurda, más natural, dotada de una fuerza especial, para que se sintiera más cómodo. Se tendría que acordar de cada día, trabajando y trabajando, de cómo le han venido bien las batallas en contra de sí mismo.

Aun así, con un físico privilegiado a los 19, con el que podría haber destacado en cualquiera de los deportes que hubiera querido: fuerte, hábil, potente y rápido, su senda incluso estuvo a punto de torcerse al baloncesto. Irribarria militó en las categorías inferiores del Bilbao Basket en la Minicopa de 2010. “Jugué a baloncesto hasta los 15 años. Era alero. Nunca fui brillante. Era de trabajo sucio: de rebotes y defensa, pero también metía puntos. Estuve con el Bilbao Basket y con la selección de Euskadi. Era muy trabajador”, confiesa el delantero, quien añade que “siempre me han gustado la pelota y el baloncesto -es del Baskonia- más que el fútbol. Sabía que el baloncesto es muy sacrificado y es muy complicado llegar arriba; mientras que con la pelota me veía con más opciones. Además, me sentía más a gusto jugando a pelota. Siempre fue mi primera opción. Fui a la selección y demás, pero más por aprovechar el momento que por otra cosa”. Coincidió con los actuales jugadores del Zornotza Jon Peña y Joseba Estalayo.

Con 16 años, Aspe le hizo un precontrato. Con 18, tras verle en dos eliminatorias del DV, desde la operadora se decidió apostar por él. Su pegada asombró, pero también su forma de estar en la cancha. A pesar de tener querencia por el juego de izquierda, con la derecha también desplazaba con potencia el cuero. Poco a poco fue ganando peso en Aspe y, a las primeras de cambio, alcanzó la final del Manomanista de Segunda de 2015. La perdió contra Víctor. El verano fue su última prueba en Segunda. La falta de referencias de la empresa en la delantera para estar a la altura de Martínez de Irujo, único intocable de la empresa eibarresa, le metió directo al Parejas. Y, des de ahí, todo crecer. De este modo, la operadora, con él, completa su apuesta por el nicho de mercado guipuzcoano, donde ha nacido una nueva estrella. Irribarria se hinchará a jugar estelares, mete miedo y todavía tiene 19 primaveras.