SEÑALA Manuel Karrizo (Casalarreina, 14-X-1948), alma de pelotari y de guerrero, pura dinamita, a Ramiro Karranza, que espera pacientemente en unos bancos del frontón de La Esperanza situados a pie de cancha un domingo cualquiera. “Me gustaría que se le tenga también en cuenta, es muy importante para este lugar”, confiesa el riojano afincado en Santurtzi. Karranza se acoda en una labor ingrata para la mayoría, sin reconocimiento excelso, sin loas. “Ramiro ha sido muy importante aquí. Su labor ha sido siempre desinteresada, dedicándose al frontón. Cuida de él como si fuera su casa”, determina el de Casalarreina, quien confiesa que “aquí, en La Esperanza, las personas mayores vienen todos los días. Ramiro actúa como canchero y pasan aquí el tiempo viendo a la gente jugar. Cuando lo tiren, no sabemos a dónde irán. Aquí juegan personas muy mayores a pelota. Hay gente con ochenta años que aún sigue jugando”. Karrizo personifica el sentir del club de veteranos Betikoak, que lleva en la mítica cancha del Casco Viejo desde el 1994 en veinte años de historias inolvidables. Luis Mari Rebollo (Bilbao, 20-IX-1951) recuerda cómo crearon la asociación, que ahora mismo cuenta con 55 socios y unos 30 pelotaris en activo: “Éramos un grupo de amigos que siempre andábamos deambulando de frontón en frontón. Fundamos este club para crear un campeonato de veteranos anual. Nuestro objetivo era establecer una labor social con gente ya jubilada, veterana, que tuvieran un lugar de encuentro aquí y vieran todos los domingos pelota. Muchos han sido antiguos pelotaris”. Ese fue el punto de partida de una iniciativa que ha durado veinte años en La Esperanza y ahora, en el epílogo, busca acomodo y nuevos retos. Atrás quedan los días de Esperanza, aunque amenaza Karrizo que “si las piernas me aguantan, cuando se haga el otro frontón aquí estaremos. Serían ya 69 años jugando a pelota”. “Me parece muy mal que tiren el frontón porque seguramente había otras opciones antes que esa. Por ejemplo, quitando las escaleras de detrás. Parece que van a tirar este frontón y construir, pasarán tres años e igual no seguimos jugando a pelota”, remacha el intendente de Betikoak; mientras que el presidente del club analiza que “hemos tenido conversaciones con Anuzita y están por la labor de no perder esto y crear un frontón muy bonito. Apoyamos todo eso, pero pedimos que no lo dejen, que siga vivo el espíritu pelotazale del Casco Viejo”.

Rememorando viejos tiempos, hay que atrasarse veinte años en el calendario para comprender la importancia de Betikoak. “A lo largo de estas dos décadas hemos tenido muchas satisfacciones y hemos hecho muchos compañeros”, manifiesta Rebollo, quien revela que “el pelotari más mayor tiene 72. Ángel Sauto, que ha quedado campeón del primer campeonato de pelota máster organizado por la Federación de Bizkaia”. Así las cosas, La Esperanza forma parte del Bilbao más conocido. “Recibimos muchas visitas de turistas que vienen a visitar el Casco Viejo, El Arenal, el Guggenheim... Vienen aquí, pasan un buen ratito, nos hablan, nos comentan y ven pelota, que no han visto nunca. De hecho, a algunos les regalamos pelotas y se marchan muy contentos”, comenta Luis Mari. Karrizo, Miguel Etxebarria (Derio, 24-III-1972) y José Javier Rojo (Eibar, 16-XII-1949) asienten: “Entrenábamos aquí martes y jueves y viene una chica con grupos de extranjeros, que nos preguntan, se animan a jugar, lo ven y se dan cuenta de que no es tan fácil”. “No será lo mismo con otro frontón. Aquí hemos vivido tardes buenas. Hemos disfrutado mucho”, sostiene el derioarra.

Muchas experiencias “Aquí hace unos años venía gente y se inyectaba, pero ya no, afortunadamente”, recuerdan. Rebollo evoca los primeros años: “Con Sagardi, Nanclares, Ortolatxipi nos hemos jugado cabritos. Después, íbamos al Miren Bitxia. Anunciábamos el desafío con carteles y la gente respondía. Aquí se vivían con intensidad los partidos. Con las cuotas mantenemos el club, pero nos ayudó mucho el Café Boulevard, Marino Montero y Onduline”. Entre las anécdotas que han vivido entre las paredes del emblemático emplazamiento bilbaino, el presidente recuerda que “algunos de los que están aquí quieren morirse en el frontón. Dándole un buen pelotazo. Eso lo decía Sagardi”. De hecho, “José Luis Barrueta, nuestro tesorero, murió aquí mismo de un infarto. Un buen hombre. Jugaba mucho a pelota. Fue boxeador. Como persona y como deportista, de lo mejor”. Aunque no se le olvidará a Rebollo cuando “quedé campeón” con Nebreda. Karrizo, por su parte, confiesa que siempre recordará cuando a “Domínguez, que es algo mejor que nosotros, en un partido aquí le dejé en tres. Aquel día me marché contentísimo. Tenía a Txentxo de delantero y él jugaba con un chaval de las Siete Calles. 22-3. No me lo creía ni yo”.

El eibarrés Rojo, cuyo estilo, tal y como confiesa él, se acerca al de Titín III por su espectacularidad y su forma de defender, cuenta que “yo me acuerdo mucho de un juez que se llamaba Rioja, era un buen hombre, era genial, una bella persona. El club ya estaba y un amigo que jugaba me trajo. Yo me tiro mucho al suelo y, en mis primeros años, Rioja decía: ¡A quién me habéis traído, que se va a matar!” y agrega que “yo estoy muy contento de estar en este club. La gente es de maravilla. Disfrutamos como cosacos. Somos gente de cierta edad, que andamos con ilusión hasta que el cuerpo aguante”. Asimismo, el guipuzcoano remacha que “me gusta mucho este frontón, aunque el suelo está bastante regular. Aun así, me da pena que se tire. Llevamos muchos años aquí y da mucha pena. Yo llevaré alrededor de ocho años sin parar. Todo el mundo puede ver que la gente que se acerca disfruta mucho aquí. A todos nos gusta ganar, pero lo importante es participar. Hay buenos amigos, compañeros y muchos recuerdos. Todos sentimos que tiren La Esperanza”.

De las palabras de los cuatro pelotaris veteranos se antoja un tono de cierta resignación. Etxebarria, el más joven del póquer, lleva algo más de dos años en Betikoak y también destaca su “pena” por el derribo. Al derioarra le llevó un amigo y ahora es un imprescindible. “Haces deporte, estás con los amigos y disfrutas aquí con toda esta gente”, explica. Además de Betikoak, los clubes Bilbao Frontenis y Bilbao Pelota forman parte de la familia que reside en La Esperanza. Así como los miles de aficionados que durante todos estos años han pasado horas en la cancha y en las gradas de un lugar tan emblemático como especial. Donde reside esta cancha, antes estuvo el frontón de El Arenal, inaugurado en 1790. Se respira pelota en cada palmo de terreno. Atrás quedaron los tiempos de cabritillos y desafíos, pero se augura un nuevo emplazamiento que volverá a poner el Casco Viejo en el mapa pelotazale. Aunque con un paréntesis, continuarán los días de Esperanza.