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Bengoetxea y Untoria se hacen con una ‘cómoda’ txapela

Bengoetxea y Untoria se hacen con una ‘cómoda’ txapela el día en que a Pablo Berasaluze le visitaron los demonios

Bengoetxea y Untoria se hacen con una ‘cómoda’ txapelaO. Martínez

NADIE hizo cumbre acompañado por el miedo, un ave rapaz. Llámele responsabilidad o presión; llámele pánico escénico o digo que se le secó la garganta, como quiera. Pero la realidad es que el atroz quebrantahuesos que te atenaza hizo presa ayer sobre el espíritu del único pelotari vizcaino sobre la cancha, Pablo Berasaluze y se lo llevó del partido. Mientras los otros tres pelotaris -el sereno Álvaro Untoria, un inconmensurable Oinatz Bengoetxea, y Aitor Zubieta, el incansable...- se aprestaron a fajarse en la ascensión al Everest para Pablo todo fue un monte Calvario, incapaz de reaccionar cuando Zubieta le jaleaba en cada tanto. Un viejo aficionado lo resumió certero a la conclusión del partido: “Se ha quedao quieto parao”.

Pronto, muy pronto, se desvaneció la esperanza. Berasaluze calentaba en solitario, arrinconado en el rebote, como si quisiese espantar a los fantasmas. Sudaba a chorros y todavía no se había cruzado un solo pelotazo. Se olía su preocupación. Y ya se sabe cual es la mejor manera de volver un sueño imposible: el miedo a fracasar.

No pareció, sin embargo, que ese derrumbe iba a llegar tan rápido, pese a que las apuestas se volcaban, ligeramente, a favor de los azules. No por nada, el partido comenzó con la intensidad de una batalla naval, con pelotazos cruzados como balas de cañón. El frontón Bizkaia de Bilbao había saludado a Berasaluze como los romanos jaleaban a sus gladiadores predilectos: con pasión. El ¡Pablo, Pablo, Pablo! de las 18:14, cuando el pelotari de Berriz pisó por primera vez el frontón, tapaba cualquier otra voz. Calle arriba, los vizcainos más rezagados llegaban con la ilusión intacta. Los aficionados de La Rioja, como suelen, no cesaban en su apoyo a Álvaro Untoria. Solo Oiñat respiraba tranquilo. No había caído preso de la tensión

fuego en las venas El partido comenzó tenso como cuerda de guitarra, con fuego en las venas de los cuatro pelotaris que se cruzaron miradas aviesas. Al fallo de Zubieta que puso en marcha el marcador, respondieron dos buenos pelotazos del hombre de Berriz -se santiguó de salida pero no contó el favor de los dioses...-, al que contestó el hombre de Leitza, casi gemela (2-3). Lo vieron en primera persona el lehendakari, Iñigo Urkullu; el diputado general, José Luis Bilbao; el alcalde de la villa, Ibon Areso; Josune Ariztondo, Lucía Arieta-Araunabeña, Sabin Anuzita, Maitane Leizaola, Iñaki Goirizelaia, rector de la UPV/EHU; Javier Arkotxa, Xabier de Irala, el presidente del Athletic, Josu Urrutia, y un buen puñado de leones -Aymeric Laporte, Aritz Aduriz, Óscar de Marcos, Beñat Etxebarria y Mikel Balenziaga no se perdieron un pelotazo...-, Asier del Horno, buen amigo de Pablo Berasaluze, Aitor Larrazabal, el pintor Jesús Mari Lazkano, Ana Elordui, el director del Museo Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte;Juan Mari Vidarte, el letrudoMikel Jauregi, Txutxo Cangas, Jone Aranguren, manista de la Asociación Txokoan y ganadora de la primera txapela femenina; Idoia Aranguren, Iñaki Pérez, Jon Ortuzar, Juan Antonio Ruiz de Osma y una legión de camisetas coloradas y azules, bengoetxistas y berasaluzistas. Nadie esperaba el desenlace.

Poco a poco el partido fue afeándose, con Zubieta de arriba a abajo, empecinado en tapar las fatigas, ahogos y desapariciones de Pablo. Habían saltado, en los comienzos, dos espontáneos con una pancarta que no pudieron desplegar y a medida que el partido se fundía en plomo, los seguidores vizcainos caían en el desánimo. Tanto que un salvaje vestido de colorao zanjó el choteo con un puñetazo en la nariz de un contrincante. Se lo llevaron a la fuerza porque no cabía razón alguna. Más allá de las dos historias, siguieron el partido los ciclistas de ayer y hoy Jon Izagirre, Iker Camaño,Marino Lejarreta y Julián Gorospe; Josu Urkijo, Iñaki Iza, Ander Ugarte, Pompa, rey de los materiales; Jesús García Ariño, Iñaki Gorostiza, los pelotaris vizcainos Aitor Irusta, Danel Elezkano y Andoni Aretxabaleta, Asier Berasaluze y Santi Untoria; Ander Llosa; los cocineros Karlos Argiñano y Beñat Ormaetxea; Joaquín Plaza, Gorka Santos, José Luis Rodríguez, aficionado riojano que se desgañitaba al grito de “¡Untoria, Untoria, vas a hacer historia!” junto con un coro de feligreses; José Manuel Fuentes, presidente de la Federación Vizcaina de Pelota;su vicepresidente, Iker Amarika; la leona rojiblanca Eli Ibarra, Iñigo Juaristi, Peio Martínez de Eulate, Oier Mendizabal, Kepa Peñagarikano, Santi Ansareo, Pedro Aurtenetxe, Fernando Palacios y una legión de la cohorte pelotazale que acabó desencantada. No vieron lo prometido: espectáculo.