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Voltereta a Ispaster

Aritz Erkiaga fundamenta en el saque la txapela del Individual ante Egiguren II

Voltereta a IspasterJuan Lazkano

Duración: 51:04 minutos de juego; 14:15 de juego real.

Saques: 6 de Egiguren II y 8 de Aritz Erkiaga.

Faltas de saque: 1 de Egiguren II.

Pelotazos: 194 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 16 de Egiguren II y 16 de Aritz Erkiaga.

Errores: 5 de Egiguren II y 5 de Aritz Erkiaga.

Marcador: 4-2, 4-4, 4-5, 5-5, 6-5, 12-10, 12-11, 19-11, 22-12, 23-12, 23-13, 25-14, 26-16, 26-19, 27-19 y 27-30.

Incidencias: Final del campeonato del mundo Individual, que organiza el Consejo Mundial de pelota vasca, disputada en el frontón del Club Deportivo. Unas 250 personas.

bilbao. Aritz Erkiaga devolvió ayer, ante un público entregado a su causa, la txapela del Individual a Bizkaia después de años en posesión de puntistas guipuzcoanos. Fue con una voltereta de mérito ante un adversario que se lo había merendado con la dejada y el saque y que daba la impresión de que no iba a bajar el nivel en ningún momento. Mikel Egiguren estuvo sólido durante toda la final, pero cuando en el retrovisor estaba el de Ispaster muy alejado no supo concretar las distancias.

De hecho, estuvo el donostiarra 26-14 en el luminoso, pero en cuanto volvió a coger el saque Aritz, con unas pelotas vivas, se desmontó. Aritz abrasó con el primer servicio a Egiguren II en el rebote casi sin posibilidad de darle la vuelta. Seis saques metió en ese tramo el delantero vizcaino, que unido a su facilidad para el reboteo y el remate le dieron réditos suficientes para dar la vuelta a un encuentro que parecía perdido de antemano.

También aprovechó los saques Egiguren en su tacada y alcanzó a tocar la gloria con la yema de los dedos. Pero parece tocado por la mala suerte en el Individual el donostiarra, al que arrolló Erkiaga desde la cara o la cruz de una txapela que ya estaba perdida y no había nada que perder. Aritz triunfó mientras rondaba en el filo de la navaja. No había opción más que la de pelear y sufrir. Lo hizo y ganó a un Mikel que acabó desesperado porque no podía contrarrestar los saques rivales.