Carlos Alcaraz sigue sumando nombres a la lista de grandes ciudades del mundo y del circuito ATP que le han visto ganar. Ganó su primer Grand Slam en Nueva York, en el Masters 1000 de Madrid, luego siguió sumando grandes en Roland Garros y en Wimbledon y también ha ganado en Río de Janeiro, en Buenos Aires, en Miami, en Barcelona, en Roma o en Pekín. Ayer venció por 6-4 y 6-4 a Taylor Fritz en el ATP 500 de Tokio, donde jugaba por primera vez, y logró su octavo título del año en la que era su novena final consecutiva.
Solo Holger Rune en el Godó en febrero y Jannik Sinner en Wimbledon lograron superar al murciano en esta racha espectacular, inesperada por él mismo después de un comienzo de año “en el que estuve sufriendo mental y emocionalmente”, según reconoció él mismo en Tokio. Fritz le había derrotado hace unos días en la Laver Cup, pero lo de ayer era oficial y Alcaraz se impuso con todo su repertorio tenístico que ha encandilado a todo el público japonés. Porque el murciano es un tenista al que todo el mundo quiere ver porque no solo gana, sino que da espectáculo. En la final de Tokio, volvió a lucir su golpe de derecha y estuvo muy certero al resto, pero dejó lo mejor para el final cuando, tras perder su saque en el 5-2, ganó tres de sus cuatro últimos puntos con sendas dejadas que reventaron al estadounidense.
“Sin duda alguna, esta es la mejor temporada de mi carrera deportiva. Ocho títulos, diez finales, todo eso pone de manifiesto lo duro que he trabajado desde el inicio de año”, comentó Alcaraz, que sigue número 1 del mundo en su pelea con Jannik Sinner, que probablemente hoy se proclamará campeón del ATP 500 de Pekín ya que juega la final ante el joven Learner Tien. Este es el momento actual del tenis: si Alcaraz y Sinner coinciden en un torneo, llegan a la final. Si lo hacen por separado, se llevan el titulo, salvo muy contadas excepciones.
Ambos tenían que afrontar desde este semana el Masters 1000 de Shangai, pero el de El Palmar ha renunciado para tratar de recuperarse totalmente del esguince de tobillo que sufrió en el primer partido de Tokio. El trabajo de su fisioterapeuta le permitió continuar en competición, pero la exigencia del calendario ha aconsejado prudencia, aún a costa de perder los 150 puntos logrados al ser cuartofinalista el año pasado. “Siento mucho anunciar que no podré jugar en Shangai este año. Lamentablemente, he estado lidiando con algunos problemas físicos y, tras hablarlo con mi equipo, creemos que la mejor decisión es descansar y recuperarme”, explicó Alcaraz en una nota oficial.
Alcaraz acumula este año 67 victorias y solo siete derrotas. La renuncia a Shangai le impedirá alcanzar las 82 que logró Novak Djokovic en 2015 en lo que ha sido el año más prolífico de cualquier tenista. La exhibición de la Six Kings Slam en Arabia Saudí, el Masters 1000 de París-Bercy, las Finales ATP y la fase final de la Copa Davis son las cuatro citas que completarán este curso extraordinario del jugador murciano. En el cambio de año, le espera el Abierto de Australia, Melbourne, una de las ciudades que aún no ha conquistado. “Mirando hacia atrás, ver cómo reaccioné es para estar muy orgulloso de mí mismo y de la gente que me ha ayudado a estar en esta posición ahora”, confesó al recoger el trofeo de campeón en Tokio.
Badosa para de nuevo
La felicidad de Carlos Alcaraz contrasta con el sufrimiento que está pasando Paula Badosa. Una nueva lesión obligó a la jugadora catalana, que llegó a regresar al Top 10 a comienzos de año, a retirarse del torneo de Pekín en su duelo de segunda ronda ante Karolina Muchova y a poner fin a una temporada en la que apenas ha podido competir por sus problemas recurrentes en la espalda, luego por una lesión en el psoas y ahora en la ingle. Ayer anunció que no volverá hasta 2026. “No importa cuántos obstáculos se crucen en mi camino, les prometo esto: seguiré luchando, seguiré empujando, y seguiré encontrando la manera de volver. Nos vemos en 2026”, dejó claro Paula Badosa a través de las redes sociales.