"Ya que no estás allí, estate donde estás”. Es la conclusión que la surfista Garazi Sánchez (Algorta, 1992) ha extraído después de dos años arrastrando lesiones que la han obligado a reencontrarse consigo misma para volver a disfrutar del surf y esbozar una sonrisa en su rostro. Una etapa delicada que vivió sobreexpuesta a la información, como gran parte de la sociedad debido a los dispositivos tecnológicos, y lejos de ser algo positivo, la hizo sufrir, porque se trasladaba al pasado, cuando surfeaba sin molestias, y al futuro, cuestionándose si recuperaría su mejor forma, haciéndola omitir el presente, el aquí y el ahora, el paso previo a la recuperación. Necesitaba reflexionar.
Garazi posee una trayectoria envidiable: doble campeona de España, subcampeona de Europa, competidora del circuito mundial, integrante de la selección estatal, candidata a los Juegos Olímpicos... Desarrolla su pasión y, como tal, su vida se antoja idílica. Pero la surfista getxotarra se ha vestido realidad y ha querido mostrar que, pese a que disfruta de su trabajo, también sufre y se cuestiona a sí misma cuando llegan momentos de debilidad, cuando los problemas físicos y mentales aparecen en el camino vital.
Ha remado por una mala época que mira desde el retrovisor. Tras lograr su mejor resultado en el Campeonato del Mundo de 2023, el decimonoveno puesto, “mi mejor momento en cuanto a sensaciones y madurez deportiva”, cayó víctima de las lesiones. El tobillo y la rodilla. Apareció un edema. “No parecía demasiado grave”. Pero entre recuperaciones y recaídas, siempre con molestias, transcurrieron dos años con una incertidumbre creciente debido a los diferentes diagnósticos médicos. Surgió la desesperación. “No había mucha certeza y es lo más preocupante. Nunca he estado tan lejos de mi nivel y no sabes si volverás”, describe. Y eso que está bregada en el sufrimiento, ya que hace casi cinco años sufrió un accidente mientras entrenaba que estuvo cerca de dejarla paralítica. “Aquello fue más grave, pero mentalmente esto ha sido peor”, sostiene.
La getxotarra perdió el tren de los Juegos Olímpicos de París, los primeros con el surf en liza. Los vivió desde Internet. Con sus consecuencias. Esa exposición a la información trajeron más dudas, frustración, negatividad... Estaba abrumada. La maldita ansiedad llamó a la puerta. El problema ganaba dimensión. A lo físico se sumaba lo mental. Por lo que el pasado agosto decidió refugiarse en México, un cobijo para darse un respiro, desconectar y reencontrarse consigo misma, para vivir una especie de terapia que la devolviera a su esencia.
“‘Modo avión’ es una reflexión sobre el impacto que ha tenido el miedo, la tecnología y la ansiedad en mi vida”, explica Garazi
Allí, aislada, decidió desconectarse del mundo. Apagó el teléfono móvil y las redes sociales quedaron silenciadas. Desconectó de toda esa información que la hacía cuestionarse. ¿Volveré a recuperar mi surf? Las dudas atormentaban. Por eso dio un giro. En paralelo nació la idea de relatar su experiencia, de grabar un nuevo proyecto audiovisual, el segundo tras ‘Vergüenza’ y que se trata del más personal. Se titula Modo avión, un experimento hacia la desconexión digital que precisamente se estrena en una fecha muy señalada: 7 de abril, el Día Mundial de la Salud. “Mi objetivo era reflexionar, volver a recordar cómo es ser humano, qué tipo de vida queremos tener o a qué queremos dedicar nuestra energía. Es una reflexión sobre el impacto que ha tenido el miedo, la tecnología y la ansiedad en mi vida que invita a replantearse cómo vivimos, a toda prisa. En mi caso, la recuperación ha llegado cuando he aprendido a estar presente”, explica.
“No estoy en contra de la tecnología, ni de las redes sociales”, matiza, “pero no me estaban haciendo bien; me estaban frustrando y me hacían estar todo el día cuestionándome, por eso se me ocurrió hacer un viaje a México, un lugar que tenía asociado a la tranquilidad, y probar sin ello”, explica. “Pensaba en el pasado, en las lesiones, en una competición en la que no podía estar, y en el futuro, en cuándo volvería a competir, si podría volver a hacerlo, y eso me impedía disfrutar del día a día”, relata.
Garazi descubre el miedo que la invadió como deportista de élite y como persona, “miedo a no ser competitiva, a que mi cuerpo no respondiera, a quedarme atrás y no quererme en caso de tener que dejar el profesionalismo”. La temible ansiedad se apoderó de su salud. Entonces buscó remedio, poner distancia, apagar el móvil durante quince días. Una terapia “para descubrir el poder de estar realmente presente” que ha dejado hábitos para gozar de una vida más saludable. “No es que haya abandonado las redes, pero he aprendido a usarlas, porque no se puede vivir en esa burbuja aislada de la realidad y que ejerza influencia sobre ti o te genere estrés”.
Asegura que ha ganado atención a los instantes, humanidad, alegría en definitiva, entendiendo que “ir más deprisa no siempre es mejor”. Así, logró reconectarse consigo misma, desde la predisposición y el poder de la mente. “Ha sido el mejor viaje de mi vida. He decidido que quiero que mi vida tenga más de real que de digital”, concluye. Ahora mira al futuro con optimismo. “Estoy preparada para ser competitiva esta temporada”, asegura. En agosto tomará parte en el Campeonato Europeo y su mirada se alza hacia los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 2028.
El proyecto pretende mostrar, sin abrazarse a un victimismo que desecha, cómo el manejo de la ansiedad y la superación del miedo pueden impulsar una transformación integral. “No busco dar lecciones, solo contar mi historia. No me gusta llamarlo documental, porque aunque lo he grabado, producido y guionizado, soy una surfista. A veces no se trata de ganar más campeonatos, sino de estar presente donde estaba; estaba con la misma lesión, pero evolucioné más, volví a conectar con mi surf. En vez de tratar de pensar en qué podía estar haciendo, puse el foco en mí, en el momento, en dar pasos con pequeñas metas que se podían cumplir. Trato de reflejar una experiencia, lo que a mí me ha servido para encontrarme mejor, pero no busco ser ejemplo. Transmito lo que a mí me ha servido y ojalá a otros”, comenta. Se trata del viaje más personal de Garazi Sánchez, un viaje de reencuentro.