Desde que en la madrugada del pasado lunes se colgara la medalla de bronce en la prueba de los 110 metros vallas del Mundial de atletismo que se está disputando en Eugene (Oregón, Estados Unidos), el teléfono de Asier Martínez Etxarte (Zizur Mayor, 22/4/2000) no ha parado de sonar para recibir felicitaciones de todo tipo (hasta de gente que ni él mismo conoce personalmente) y su agenda se ha quedado sin espacio para atender la multitud de entrevistas que le han solicitado, incluida la de este periódico, con el que charla sobre la histórica presea que conquistó y los retos que le vienen, como, por ejemplo, el Europeo de Múnich que se va a celebrar del 15 al 21 del próximo mes de agosto.

¿Ha asimilado ya la medalla de bronce o sigue sin creérselo?

–Para nada, hasta que no llegue a Pamplona, esté unos días en mi rutina y tenga tiempo para pensar en soledad no lo voy a asimilar y menos en este entorno.

¿Ha tenido tiempo para ver la carrera repetida en televisión?

–Apenas la he visto, sí alguna imagen o vídeo cortado, pero no he llegado a ver toda la carrera. No sabría decir realmente lo que sentí en ese momento. Solo sé que llegué a meta, grité, me liberé de todo lo que había contenido en esos segundos, porque fueron minutos muy, muy tensos donde había que estar concentrado y no podía despistarme. En ese momento de llegada, ver que había sido tercero y que claramente había quedado sobre el cuarto fue increíble.

Siempre se pone el foco en sus malas salidas y las dos que tuvo en la final, la que se anuló y la definitiva, fueron realmente buenas.

–Fueron salidas muy buenas. Siempre me quedaré con la curiosidad de la primera salida que había hecho, porque me vi muy bien. Pero no estoy como para darles vueltas a eso. Estoy feliz con el resultado y más que satisfecho, por supuesto.

Hubo un momento de tensión en la primera valla que rozó.

–Pues no pensé gran cosa, estaba tan motivado y excitado que apenas me percaté de ese fallo, de ese choque con la primera valla. Iba muy lanzado, por lo que esa valla tampoco me lastró en exceso. Han sido unas pruebas accidentadas con caídas, lesiones y sanciones de favoritos. En cambio, a usted nunca se le ven problemas de ese tipo, lo tiene todo medido al detalle.

¿Es algo innato o que ha entrenado estos años?

–Es algo que se entrena. Por supuesto que hay un trabajo detrás de todo eso. Es el modelo técnico el que te lleva a ser más fiable, o no, y luego la persona. En ambas situaciones se entrena y no es algo innato. En la final ya fue a darlo todo, pero la clave fue pasar la semifinales.

¿Sentía esa presión en la segunda carrera?

–Esas semifinales eran muy tensas porque dependía mucho de cuál te tocase, porque había gente que con marcas muy peligrosas que se había quedado fuera. Fue el momento más tenso y crítico.

En la presentación, cuando pasa la cámara, tiene el gesto de subirse la cremallera. ¿Es una manía?

–No, realmente son rutinas que uno coge, pero no tiene ningún significado. Es un gesto que me concentra, que me pone en modo alerta pensando en el taco y en esa salida que tengo que hacer.

¿Tiene alguna más?

–Pues no suelo tener ningún tipo de manía. Suele ser algo que no me hace mucha gracia porque el día que no puedas hacerlo te va a condicionar toda la carrera. Pueden llegar a ser cosas peligrosas.

También ha participado con un vendaje negro en la pierna. ¿Por algo en particular?

–No llega a ser nada, es simplemente un vendaje terapéutico para la tensión del isquio en el ataque de valla.

Han sido varios días en la villa concentrado en la competición. ¿Qué suele hacer en el tiempo libre?

–Poca cosa, intentar desconectar, no pensar demasiado en lo que pueda pasar. No es positivo pensar demasiado en la excitación de la carrera.

Tendrá el móvil lleno de felicitaciones. ¿Ha visto alguna que le haya hecho especial ilusión?

–No he visto mucho. Los mensajes que he apreciado o he estado mirando han sido de gente cercana, familiares, amigos, compañeros de entrenamiento... No he podido ver mucho las redes sociales porque al final no he tenido apenas tiempo y he priorizado a mi entorno.

Ese entorno ya está preparando el recibimiento para cuando llegue a Pamplona.

–Estoy ilusionado por volver, con ganas de ver a toda mi gente, de compartirlo con ellos y de valorar todo lo que hemos conseguido juntos. Con ganas de llegar a casa.

Después de Tokio ya le recibieron por todo lo alto. Ahora con una medalla, ¿qué espera?

–No lo sé. Lo comentaba con un compañero que a ellos les es indiferente el resultado deportivo. Pueden montar una gorda con cualquier tipo de resultado, no depende mucho de lo que haya hecho yo.

La temporada no ha terminado, pero ¿va a celebrar el bronce de alguna forma especial?

–No tenemos mucho tiempo de celebrar. Por supuesto que haremos algo, pero no tenemos tiempo. La temporada sigue y no podemos quedarnos en este resultado teniendo un Europeo por delante.

El Europeo lo enfocará con la misma mentalidad que el Mundial, pero ahora es el rival a batir.

–Lo asumo igual, esta temporada no me veo superior a nadie. Va a ser clave estar tranquilo e intentar no comerme la cabeza con lo que hemos hecho antes porque era lo que habíamos pactado a principio de temporada. Saliese bien o mal el Mundial, al Europeo vamos a ir a muerte