Bill Belichick, un genio en la banda
Bill Belichick, técnico de los New England Patriots, buscará esta noche junto a su inseparable ‘quarterback’ Tom Brady ganar su sexta Super Bowl en 18 años de extraordinaria relación
bilbao - Cuando a comienzos del año 2000 Robert Kraft, todavía hoy propietario de los New England Patriots, se puso a seleccionar candidatos para ocupar el puesto de entrenador, ni siquiera a su propia afición le hizo demasiada ilusión que en la lista, en uno de los lugares de honor, apareciera el nombre de Bill Belichick (16-IV-1952, Nashville). Incluso sus asesores más cercanos trataron de quitarle la idea de la cabeza, recordándole que su única experiencia como técnico jefe en la NFL, en los Cleveland Browns, había acabado en 1995 con un nada impresionante balance de 36 triunfos y 44 derrotas en cinco temporadas. Pero había otro impedimento. Su candidato predilecto había sido nombrado días antes entrenador de los New York Jets, franquicia en la que había sido coordinador defensivo los tres anteriores cursos. Pero Belichick es Belichick, aunque por aquel entonces muchos no conocieran las peculiaridades y la rectitud de su carácter, y aprovechó la que iba a ser su rueda de prensa de presentación para presentar públicamente su dimisión. Había durado 24 horas en el cargo. A Kraft ni siquiera le importó que la NFL le obligara a compensar a los Jets con una primera ronda del draft. Se había enamorado de la filosofía y forma de trabajar de Belichick cuando, en 1996, este había trabajado como asistente en el organigrama técnico de los Patriots y estaba decidido a poner en sus manos el futuro de la franquicia. Cerró su fichaje en enero de 2000 y el resto es ya historia del deporte mundial, con la posibilidad de añadir esta noche un nuevo capítulo glorioso con la disputa de la Super Bowl ante los Philadelphia Eagles.
La exitosa relación Kraft-Belichick que ha catapultado a los Patriots hasta convertirlos en un equipo de leyenda sería incomprensible sin el otro gran pilar, Tom Brady, el quarterback elegido en el puesto 199 del draft de 2000 (sí, el 199) que ha acabado convirtiéndose, para muchos, en el mejor jugador de la historia del fútbol americano. Brady, absolutamente residual en su año de novato, se convirtió en titular en el segundo partido de su segundo curso profesional por la lesión del QB titular y ya no volvió a mirar atrás: ese mismo año lideró a los suyos al título. Desde entonces, en 17 años, Belichick y Brady acumulan cinco anillos (hoy puede llegar el sexto), ocho presencias en la Super Bowl, trece finales de conferencia y quince títulos de división. Una barbaridad. Ambos han sido el hilo conductor de una singladura espectacular. Los corredores, receptores, defensas y jugadores de equipos especiales van cambiando -de los 53 jugadores que ganaron el título hace tres cursos solo se mantienen 11 en plantilla-, ellos dos se encargan de que las cosas se hagan al estilo Patriots. “Si hay algo que ambos detestan es la ineficacia. Trabajan de manera incansable para confeccionar el plan perfecto”, ha dicho el ex de New England Adam Vinatieri de un binomio que suma 27 triunfos en postemporada, 13 más que cualquier pareja de entrenador y quarterback en la historia de la liga.
Belichick es una mente privilegiada del fútbol americano, un maestro de la preparación de los partidos y un genio en la banda. Poseedor también de la última palabra en los despachos a la hora de confeccionar plantillas, rara vez ofrece contratos descomunales, por lo que está acostumbrado a abrir la puerta de salida a jugadores que él mismo y su sistema han convertido en estrellas, a los que muchas veces suple con piezas secundarias para volver a empezar con su proceso de confección de plantillas ganadoras. “Dado que muchos de sus jugadores no serían titulares en otros equipos, hacen exactamente lo que les dice”, ha dicho de él Brandon Lloyd, uno de sus exjugadores. Este curso no ha podido contar por lesión con su mejor receptor, Julian Edelman, y su juego de pase apenas se ha resentido; tras conquistar la Super Bowl el pasado curso, su mejor corredor, LeGarrette Blount, el RB con más touchdowns, 18, de la temporada en la NFL, se marchó precisamente a los Eagles pero Belichick ha camuflado su pérdida con piezas poco conocidas; primero James White, uno de los héroes del último título, luego Mike Gillislie o Rex Burkhead, ahora Dion Lewis... En 2008, con Brady lesionado, llegó a firmar un balance de 11-5 en temporada regular utilizando como sustituto a Matt Cassel, un QB elegido tres años antes en el puesto 230 del draft después de no haber sido titular en ningún partido en su periplo de cuatro campañas en la NCAA.
Estratega desde la cuna Jugador de fútbol americano, lacrosse y squash en su época universitaria en la modesta Wesleyan y licenciado en Económicas, el actual técnico de los Patriots respiró fútbol americano y estrategia prácticamente desde la cuna. Su padre, Steve Bilicic (de familia inmigrante desde la hoy en día croata Karlovac, cambió su apellido para adaptarlo a los estándares de su nuevo país) jugó un año en los Detroit Lions y posteriormente fue durante 34 años ojeador del equipo universitario de la Academia Naval estadounidense. Fue allí, demostrando su pasión por el análisis táctico sin miedo a acumular horas y horas delante de la pantalla junto a su progenitor, donde el joven Bill aprendió a desgranar los secretos del juego. Tras licenciarse, su padre le consiguió en 1975 un trabajo de asistente en los Baltimore Colts a cambio de 25 dólares semanales. Son muchos los que opinan que buena parte de su bagaje táctico lo consiguió en esos primeros años en la liga, ya que le tocó trabajar como técnico asistente en diversas facetas del juego (con los receptores, los equipos especiales, la secundaria, los linebackers...). En sus doce años como asistente en los New York Giants (1979-90), ganó dos Super Bowls y se ganó merecida fama de gran estratega defensivo y aunque su debut como técnico jefe con Cleveland no fue en absoluto destacable, los Patriots le confiaron su destino. No defraudó.
Huraño, socarrón y cortante con la prensa, espíritu libre e indomable (es el único técnico de la NFL que no forma parte de la Asociación de Entrenadores), apodado Doom por su carácter volcánico y con más de una polémica a sus espaldas (en 2007 recibió una multa de 500.000 dólares después de que uno de sus asistentes fuera cazado grabando las señales que los Jets usaban para marcar sus defensas en un escándalo bautizado como Spygate), Belichick ha convertido su eterna figura con su sudadera con gorro con las mangas cortadas a tijeretazos (haga 40 grados o -20) en su imagen de marca, la de un técnico legendario, la de un genio en la banda que hoy busca seguir haciendo historia.