hamburgo - La selección francesa femenina de balonmano se alzó, catorce años después, con su segundo título de campeona del Mundo, tras imponerse por 23-21 a Noruega, la gran favorita, en la final del campeonato celebrado en Alemania. Un partido en el que el conjunto francés, como demostró el bajo tanteador, logró imponer su pétreo estilo de juego, basado en una defensa prácticamente impenetrable, al voraz y veloz juego de las nórdicas, que buscaban en Hamburgo su cuarta corona universal.

La selección nórdica, que arrolló (34-17) a la actual campeona olímpica, Rusia, en los cuartos de final, y en las semifinales (23-32) a la vigente subcampeona mundial, Holanda, nunca se sintió cómoda ante el sólido entramado defensivo del equipo francés. Especialmente la central Stine Oftedal, elegida mejor jugadora del Mundial, que no solo cerró la final con un único gol, sino que además nunca pudo dotar al ataque noruego de la fluidez necesaria para derribar el muro francés.

Muralla que tuvo unos de sus pilares en la portera Amandine Leynaud, que ganó claramente la partida a su oponente, la guardameta noruega Katrine Lunde, que tras asombrar en cuartos y en semifinales, ayer tan solo pudo firmar tres paradas. Uno de los detalles que comenzó a marcar el destino de una final, en la que Francia a diferencia de su rival pareció encontrarse cada vez más y más cómoda, como demostraron los tres goles de ventaja (15-12) que las galas llegaron a gozar en el arranque de la segunda mitad. Pero el inmenso talento que atesoran jugadoras como las laterales Nora Mork o Veronika Kristensen, autoras de siete tantos cada una, permitieron rehacerse a las nórdicas, que aguantaron lo que pudieron. - Efe