Bilbao - Entre la marea blanca que tomó en la mañana de ayer las calles de Bilbao con el único propósito de pasar una jornada especial con el deporte como protagonista, destacaba la presencia de unos corredores muy especiales. Se habían calzado las zapatillas y puesto la camiseta blanca como todos los demás, pero a su kit de correr habían añadido un elemento más; los carritos de bebé. En ellos, llevaban a sus hijos para que, juntos, viviesen la experiencia de correr Herri Krosa.

Cada vez son más quienes apuestan por correr esta carrera en familia y de esta forma tan particular. Una de las atletas que corrió acompañada de sus hijas fue Raquel González, ya que ella además de su propio cuerpo, desplazaba un carricoche en el que viajaban, ni más ni menos que tres niñas: Ariane, Irati y Enara. “La verdad es que, al acabar la carrera, te duelen más los brazos que las piernas. Es muy bonito compartir con ellas todo lo que se vive en esta carrera”, indicó Raquel. En Herri Krosa se vive un ambiente especial, pero también existen guiños para aquellos que corren con sus hijos. “La gente te mira de otra manera, te anima más si corres con ellos. Realmente ha sido una carrera muy especial para mi, se puede decir que me ha hecho más ilusión a mí que a mi hijo”, explicó Javier Pérez, quien cruzó la meta de la Gran Vía tirando del carrito de su hijo Xabier. “Espero correr esta prueba con él más veces en el futuro”, señaló.

Para otros como Aingeru Gómez, no era una experiencia nueva correr tirando del carro de sus hijas Atrene y Paule. “Es una forma de inculcarles el deporte y acercarles a él. Ya corrí la media maratón nocturna con ellas y hoy he querido volver a vivir esa sensación tan especial con ellas”, indicó Aingeru. Los carricoches, año a año, van ganando presencia en mitad de la marea blanca en la que, cada tercer domingo de noviembre se convierte Bilbao.