Bilbao - Garbiñe Muguruza volverá mañana a un escenario conocido: las semifinales de Wimbledon. Dos años después de perder la final ante Serena Williams, la vasco-venezolana está a un paso de aspirar por tercera vez en su carrera a un título de Grand Slam. En las dos ocasiones anteriores en que llegó a semifinales, ganó. Además, su triunfo de ayer ante Svetlana Kuznetsova (6-3 y 6-4) le pondrá de nuevo en un terreno que también conoce, el de la las diez mejores del mundo, de donde cayó tras no poder defender su título en Roland Garros. Si llega a la final será la octava; si gana el título, será la cuarta.

La de Caracas está haciendo su mejor tenis del año, en realidad su mejor tenis, sin más, y eso la hace muy difícil de contrarrestar por sus rivales. Ni siquiera una jugadora tan experta como la rusa, que mueve la pelota con facilidad de un lado a otro, pudo tomar la iniciativa. Porque Muguruza está con las piernas, la cabeza y la motivación para correr y pegar. Además, su servicio está funcionando. Ayer le do muchos puntos ya que solo cedió tres bolas de ruptura y dos de ellas fueron en el tercer juego. Con dos breaks sobre el saque de Kuznetsova, le bastó para llevarse el partido en una hora y quince minutos. La de San Petersburgo trató de abrir ángulos e impedir que Muguruza le ganara la red, pero la vasco-venezolana estuvo muy segura desde la línea de fondo, aunque su balance de ganadores y errores no forzados fue peor que el de su rival. En los puntos gratis estuvo la diferencia.

Garbiñe Muguruza evita referirse a la final porque “muchas cosas tienen que encajar para ganar un Grand Slam: ser agresiva, no cometer muchos errores y estar bien físicamente”. Ayer aceptó que tenía que “trabajar más los puntos” para vencer a Kuznetsova y eso habla de su renovada mentalidad, al menos en este tipo de citas: “Antes era una jugadora más emocional y la experiencia me ha ayudado. Pienso en el día en que llegué aquí a la final y siento que era una jugadora totalmente distinta”.

La de Caracas se medirá en la semifinal a Magdalena Rybarikova, la gran sorpresa del torneo ya que ha llegado hasta la antesala de la final siendo la 87 del mundo. La eslovaca de 28 años estuvo siete meses fuera de las pistas por una lesión, pero ha encontrado su mejor forma en este Wimbledon, en el que ayer apeó a Coco Vandeweghe, una jugadora muy peligrosa en esta superficie, por un doble 6-3. Es la primera vez que Rybarikova llega a una semifinal de Grand Slam. De hecho, en sus nueve presencias anteriores en la hierba londinense había hecho una tercera ronda y ocho primeras.

La otra semifinal medirá a Johanna Konta y Venus Williams, que dejaron registros para la historia. La estadounidense ganó a Jelena Ostapenko el duelo entre la más veterana y la más joven de las jugadoras que quedaban en el cuadro (6-3 y 7-5) y llega a semifinales de Wimbledon por décima vez en su carrera, 17 años después de la primera. Por su parte, la británica es la primera jugadora de su país que llega a la semifinal desde que lo logró Virginia Wade en 1978 y hacer soñar al público con un doble campeón local. Konta venció en un partido dramático (6-7, 7-6 y 6-4) de dos horas y media a Simona Halep y evitó, de paso, que la rumana alcanzara el número 1 del mundo. Esa plaza será el lunes para Karolina Pliskova, la vigésimo tercera mujer que lo consigue en toda la historia, que en Wimbledon no ha podido pasar de la segunda ronda. Son las cosas del tenis.

Avanza Djokovic Como era de esperar, el serbio superó sin problemas (6-2, 7-6 y 6-4) el escollo de Adrian Mannarino, en el partido que quedó aplazado la víspera, y hoy jugará en cuartos de final ante Tomas Berdych. Federer-Raonic, Muray-Querrey y Cilic-Muller completan el programa en busca de las semifinales.