Añoranza de una cumbre despejada
Allá en el Everest anidaron, tiempo ha, las águilas de los sueños. Oyéndoles ahora, de la mano de DEIA y su travesía de cuarenta años, a tres hombres que han frecuentado la torre mayor del Himalaya, uno sospecha que hoy no es lo que fue
LO mismo se habló de aquel Himalaya que ejercía de frontera entre dos imperios (el zarista y el británico, con un trepidante juego de espías a su alrededor que inmortalizó Rudyard Kipling en aquella novela picaresca y de espionaje titulada Kim), que de dos argentinos que realizaron un transacción financiera en la cumbre del Everest por la sinsorgada de realizar la operación bancaria a mayor altitud jamás realizada; lo mismo se invocó aquellos espíritus bravos de Edmund Hillary y Tenzing Norgay en la primera ascensión que Juanito Oiarzabal sentenció que este Everest de 2017 “ha perdido todo el respeto”, antes de valorar las cuatro expediciones vascas y evocar a Martin Zabaleta, el primer hombre vasco que holló la cumbre del Everest; lo mismo se recordó a George Everest, aquel geógrafo y topógrafo galés que no quiso ceder su apellido, el mismo que hoy ha borrado de la memoria los viejos nombres de esa montaña, conocida en Nepal como Sagarm?th? (La frente del cielo) y en el Tíbet como Chomolungma o Qomolangma (Madre del universo), que de la fotografía perdida de la mujer de George Mallory, cuya estampa no se encontró junto al cadáver pese a que subía solo con la intención de dejarla en la cumbre, gesta que la historia le niega. Todo ello tuvo lugar en el encuentro organizado por DEIA en el encuentro organizado alrededor del alpinismo, más en concreto del Everest, junto a Juanjo San Sebastián, Juanito Oiarzabal y Alex Txikon. Los tres coincidieron: hay añoranza de una cumbre despejada, habida cuenta que el tráfico del Everest es creciente y la ascensión sin oxígeno es la que baña a la escalada con el rango de aventura. El alpinista Alberto Zerain les envió un abrazo desde el campo base del Annapurna.
Fueron, ya digo, tres discursos encendidos, apasionados y moderados después por Igor G. Vico, un himalayista de las palabras. Testigos de todo cuanto les cuento fueron el director general de Editorial Iparraguirre, Javier Andrés; la diputada de Cultura, Lorea Bilbao; el director en funciones de DEIA, Iñaki González; quien recordó que “DEIA ha sido testigo de los últimos cuarenta años del himalayismo; el director comercial del periódico. Kike Hermosilla; Jon Zapirain, en nombre de la Fundación Athletic, junto a Mikel Renteria, comandante de la cordada de WOP; Silvia Díez, Laura Ferrer; Koldo Tapia, Zigor Egia y Txema Cámara, que saludaron con efusividad a los alpinistas, Igone Mariezkurrena, Sergio Ortiz de Zarate, Sole Chacón, Lourdes Leal, Roberto Fuentes, Raúl Rodríguez, José Ángel Ruiz, María Ros, Guillermo Zeberio, en las versiones de hijo y padre; Nicole Zeberio, Javier Ydalgo, Javier Munarriz, Ibon Toña, Alex Álvarez, David Álvarez, José Javier García, Balbina Vico y Miriam Pérez, todos ellos entusiasmados.
Una voz chistó, al comienzo, que era curioso que “tratándose de ascensiones hubiese que bajar a los sótanos del Museo de Bellas Artes de Bilbao”. Fue el tono chirene de una cita a la que también acudieron, Macu Abasolo, José Ignacio Sufrate, Pascual Martín, Pedro Herrero, Raquel Vázquez, Carlos Rengel, Itxaso García-Villaraco, Iker Gordoa, Jonatan Ulibarri, Amaia González, Unai Mendicute e Ibon Karide entre otra mucha gente amante de la montaña.