ES curioso percibir cómo a los 48 abriles uno conserva la ilusión de un crío. Reacciones como las de ese retoño que vive una experiencia primeriza. Es llamativo porque no hay hastío. Se goza como en una jornada inaugural. Disfruta después de llevar toda la vida en lo que le atañe, porque nunca se apartó de las carreras; desde el sofá e internet contrastaba los tiempos de pista, hacía analíticas como cuando estaba ante las pantallas de los cronos a pie de circuito, aplazaba planes. Una vida que puede asfixiar, que puede quemar. Para muchos, quizás la mayoría, sucede así, porque todos los días gallina, amarga la cocina; Stoner se aburrió a los 26. Pero él es como los rockeros, para quienes la afición nunca muere.

“¡Brrrrummm! Luego se hace el silencio, el mundo parece que se detiene, y vuelve la aceleración”, describe, con énfasis, detallista, prosiguiendo una vuelta imaginaria: “Sales en tercera marcha de la curva Sito Pons para en 100 metritos de nada haber metido ya hasta sexta, llegar a alcanzar más de 300 kilómetros por hora de velocidad y en otros 150 metros poner la moto a 80, reduciendo a segunda, y silencio de nuevo. Una pasada, una verdadera gozada poder vivirlo desde ahí”, desde el vial del circuito, dice, esa estrecha pista paralela a la oficial, la que tiene bautizados sus ángulos, que poseen los monumentos de la velocidad. El vial es su nueva oficina de trabajo.

El trazado es Jerez. El marco es el Gran Premio del Campeonato del Mundo de Motociclismo, el pasado fin de semana, y el testimonio, el de Herri Torrontegui (19-IV-1967, Gorliz), cocinero antes que fraile. En el circuito jerezano, como antojo del destino, firmó su primera victoria mundialista y es donde retoma su matrimonio con las carreras. El expiloto (1985-96) y antiguo mánager de Efrén Vázquez (2007-11) está de vuelta en el gremio. La llama permanece encendida. Regresa a su asociación con las dos ruedas por pasión, porque “una cosa es venir, con mi mujer y mi hijo, pero venir y tener una misión, que te estén buscando porque tienes que hacer algo, es enriquecedor”. Picaba el gusanillo y, con el impulso del reclamo, ha retomado la relación con el olor a gasolina y gomas quemadas, la de padecer gustosamente bramidos ensordecedores. Ahora desempeña funciones de relaciones públicas. Le ha reclutado el equipo Avintia de MotoGP, cuyo piloto lidera la clasificación de las motos Open. Héctor Barberá es la punta de lanza del proyecto deportivo.

Herri hace posible que los pilotos sean competitivos. Trabaja en lo invisible, lo asociado a los despachos, con una fórmula innovadora. Está integrado en el apartado de la estructura denominado MotoGP Legends, en el que un grupo de expilotos ofrece un servicio exclusivo para consolidar y satisfacer a los patrocinadores. Es un hilo directo entre el aspecto netamente deportivo y el empresarial, ya que “este mundo cuesta tantísimo dinero que los equipos tienen muchas cosas alrededor, no solo llevar una pegatina en la moto o el camión, sino también la dedicación al trato con las personas, hacer más cercano el Mundial”. “Lo que se pretende es dar ese calor, ese cariño, ese conocimiento técnico-deportivo con hospitalidad a la gente que aporta economía”, subraya. La intención es inyectar emociones.

“Mi misión, sea mejor o peor realizada, no va a influir a la hora de conseguir un resultado”, dice humildemente. Pero trata sobre el caso concreto de un fin de semana, de una carrera, de lo que sucede en su box, porque ciertamente, en el global de una temporada es imprescindible el presupuesto para alcanzar la competitividad. La causa-efecto es directa. Es un punto de partida básico para el que, en el equipo Avintia, trabajan unas 30 personas de las cerca de un total de 65 que conforman la representación humana de una formación como esta de la categoría reina del Mundial, todos ellos tratando de rascar milésimas, para una prueba como la de Jerez, donde Herri, además de ejercer profesionalmente en la faceta social, retomó fuertes relaciones forjadas durante todos estos años de carreras. El Patxaran colabora. Siempre viaja con botellas que reparte a sus amistades. El chico del Patxaran, le apodan, por ofrendas, detalles con las personas con las que goza de perennes vínculos que no merma el tiempo. Recordar que de una de estas relaciones, precisamente con Raúl Romero, hoy dirigente del Avintia y captador de Herri, nació la integración de Efrén Vázquez en el Campeonato del Mundo, como piloto de la estructura BluSens Aprilia que dirigía Romero en 250 y 125 centímetros cúbicos. Fue el gancho para Efrén, hoy aspirante a la corona. Herri es, como se les induce a los críos, de los de ‘ten amigos, que la vida nunca sabes lo que te deparará’. No solo sigue siendo reconocido en el paddock. Aún le aclaman desde el graderío cuando va con su motillo por el vial, con “la piel de gallina”. Le vitorean, le recuerdan.

Torrontegui, piloto pionero vasco en el Mundial, empuñado los manguitos de un scooter, acerca a los financieros al espectáculo. “Coges a la gente, la llevas a una curva” y allí, a pie de pista, afloran sus conocimientos, basados en la experiencia profesional. “Es bonito, distinto a lo que he venido haciendo. Se hace un tanto raro pasar con la motillo por el vial y no poder entrar en la pista”, dice, jocoso.

“Ahora lo vivo desde el muro, sin presión”, apostilla. Quiere decir sin la tensión de la toma de decisiones décima a décima de cada gran premio, pero como testigo directo de las carreras. En esta de Jerez, caprichoso devenir el suyo, precisamente también recibió el homenaje como parte de los cerca de 300 pilotos que han formado parte de la marca Repsol, firma que tocó a su cincuenta aniversario como partícipe del Mundial. Allí Herri se juntó a leyendas como Ángel Nieto o Marc Márquez. Acto en el que Valentino Rossi ni se asomó, como tampoco lo hizo al del Paseo de las Estrellas de Jerez. Dice Herri, según impresiones surgidas entre bastidores, que el italiano no quiere ceder un segundo a la concentración. A su juicio, es el máximo candidato en MotoGP. “Necesita ganar este campeonato por él, y ha demostrado que tiene ritmo para hacerlo, y por la historia del motociclismo, porque, dices: querer es poder. Pero por muy bien que tú te quieras preparar, el físico es el que es. No es lo mismo con 22 que con 36 años. Sorprende su capacidad de adaptación”.

“Efrén necesita paciencia” Otro que Herri estima que puede coronarse es el que fuera su discípulo, Efrén Vázquez: “Estoy convencido de que puede”. Aprovechando el encuentro en persona, le confió su parecer. “Le dije que necesita paciencia, porque precipitarse ahora podría ser echarlo todo por la borda. Es mejor acabar en una quinta posición y saber analizarla bien, y esperar a que su compañero de equipo y rival cometa errores”, aconsejó, agorero, sobre el líder del Mundial de Moto3, Danny Kent.

“El hecho de verte tan fuerte también te puede hacer caer. Caer en el sentido de que se te empiecen a torcer las cosas. Dices: ‘a la siguiente también quiero ganar’, y te tocas con uno y tiras todo por los suelos. Te creces tanto que puedes perder la noción de la altura”, analizó para el de Rekalde, a quien le “llegarán circuitos que le irán mejor”, a la par que “Kent es un piloto que ha carecido de regularidad en su trayectoria”. Herri, mientras aguarda tales acontecimientos, pone a punto sus motos de 80 y de 125c.c. para rodar en una carrera memorial, la MotoGP Legends. Ese día dejará aparcado el vial que ahora es su nueva morada en los circuitos.