Mujeres de primera
Con el ascenso del Bilbo y el Gernika , ya son cinco los equipos vizcainos en la élite femenina
bilbao - No ocupan portadas. A veces ni una columna. Tampoco ganan millones. De hecho, la mayoría no gana nada. Pero ahí siguen, al pie de cañón, haciendo lo que más les gusta. Y haciéndolo muy bien. La futbolista Saioa González del Athletic, Ana Masa del Getxo Artea de rugby, Judith Monasterio del Gernika Bizkaia de baloncesto, Joana Olmos del Bilbo fútbol sala y Ainhoa Hernández del Zuazo Balonmano forman una generación de deportistas vizcainas que han llevado a sus clubes a lo más alto del deporte. Son jugadoras de Primera División en su disciplina, pero aunque la clasificación no engañe y certifique que son de lo mejor en lo suyo, el deporte no es su profesión. Es algo mejor, es su pasión. Y no están solas. Son más. Maitane Salazar del Club Voleibol Sestao y Leire Sarasola del Leioa Askartza de waterpolo están en la categoría de plata, pero representan a todas aquellas jugadoras que en cada partido no solo luchan por ganar y ascender, sino también por hacer más visible un deporte minoritario que, en su versión femenina, queda casi siempre olvidado.
Desde los orígenes
Saioa González forma parte del equipo femenino con más tirón en Bizkaia: el Athletic. Las leonas mueven semanalmente a un número de seguidores que no podrían ni soñar la mayoría de los equipos y, con sus títulos ligueros en los primeros años del milenio, fueron las culpables del boom que motivó a las niñas vizcainas a patear un balón. La lateral rojiblanca puede presumir de haber sido parte activa en el nacimiento de este fenómeno. En 2001, Saioa militaba en el Leioa y, tras una perfecta temporada, la defensa logró el ascenso a Primera División con el conjunto azulgrana. Días más tarde saltó la noticia de la fusión entre el Athletic y el club leiotarra, que permitió tener un equipo vizcaino solvente en la máxima categoría del fútbol estatal. Pero la zurda de Barakaldo ya había puesto rumbo a Catalunya. Primero el Sabadell, donde estuvo tres años, y después el L´Estartit, en el que jugó cinco temporadas, fueron sus destinos. Sin embargo, en 2010 Saioa regresó al equipo que ayudó a crear. Y en el Athletic lleva desde entonces.
Una rotura en el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda tiene a la defensa en el dique seco desde hace más de un año. Sin embargo, el sinfín de operaciones, las muletas y la temporada en blanco no acaban con el optimismo se Saioa, que espera regresar a los terrenos de juego y ayudar a que el Athletic vuelva a conquistar la Liga, un título que aún se le resiste a Saioa desde que retornó al equipo que ayudó a crear.
Estudios, curro y rugby
Es licenciada en Turismo, recién licenciada en Periodismo, una currela de las de siempre y, además, saca tiempo para el rugby. Ana Masa es una de las capitanas del Getxo Artea, una de las segundas líneas más utilizadas por el entrenador y habitual en las convocatorias de la selección de Euskadi. Lleva en este deporte desde los 17 años y ahora, a sus 26, el balón ovalado se ha convertido en una prolongación de su cuerpo. Tanto es así, que ni siquiera la beca Séneca que se le concedió a Barcelona hizo que la segunda línea se desligara del rugby. Y, así, siguió manchándose de barro en la ciudad condal.
El Getxo Artea lleva en División de Honor desde que Ana tiene uso de razón y aunque esta temporada han logrado finalizar en la mitad de la tabla -quintas de ocho equipos- "lo nuestro nos ha costado", afirma la getxotarra. La máxima competición estatal del rugby femenino se disputa a tan solo una vuelta, siete partidos en los que las getxotarras tuvieron desplazamientos largos a Coruña y Barcelona. Muchas horas de autobús que dejan baldadas a unas chicas que, al día siguiente, tiene que estudiar o trabajar.
Pero otro gallo canta en Liga Vasca, la otra competición que disputa el Getxo Artea. Ahí los desplazamientos son mucho más cortos, el equipo de Ana gana y lo hace de forma muy fácil. Campeonas por méritos propios y sin discusión. Una Copa y un subcampeonato de Europa de clubes figuran en las vitrinas de la gualdinegra, que a pesar de que el rugby apenas le deja tiempo, no quiere ni pensar en la retirada.
La promesa vizcaina
Ainhoa Hernández es la pivote titular del Prosetecnisa Zuazo, único representante vizcaino en División de Honor tras el descenso deportivo del Kukullaga Etxebarri; pero además es una de las promesas del balonmano femenino y el ejemplo perfecto de que el conjunto barakaldarra trabaja bien con la cantera. Tan solo suma dos temporadas en el primer equipo, pero lleva en el club mucho más tiempo y, quizá por ello, juega con la determinación de las veteranas. Ainhoa subió al Senior siendo aún juvenil de primer año, y lo hizo justo la temporada en la que el Zuazo regresaba a División de Honor. El reto de las fabriles desde entonces no ha sido otro que la permanencia, pero la ambición y la constante mejora del equipo de Ainhoa provocó que se clasificaran, ambas campañas, para la Copa, torneo limitado a tan solo los ocho mejores equipos de la élite del balonmano estatal femenino.
El trabajo de Ainhoa sobre el parqué consiste en lidiar con empujones, agarrones y muchas defensas; pero ella se aprovecha de su físico para superar todo ello y lanzar el balón al fondo de la red. Así, la pivote es la segunda máxima artillera de su equipo y su calidad no pasó por alto a los ojos de Jorge Dueñas, el seleccionador estatal, que en su intención de renovar el equipo de las guerreras, convocó a la zuazotarra para la pasada edición de los Juegos del Mediterráneo. Por ello, Ainhoa está en plena conversión de promesa a realidad.
2-2, prórroga y ascenso
Joana Olmos fue la portera del Bilbo Fútbol Sala en la play-off del ascenso a Primera Divisón. Y no lo pasó nada bien. Un error suyo en el encuentro de ida provocó que el Murcia les igualara la eliminatoria (2-2) y, en el encuentro de vuelta, la guardameta fue un manojo de nervios. Tras lograr empatar de nuevo a dos en el feudo murciano, el partido fue a la prórroga. El cansancio se notaba en ambos conjuntos y las imprecisiones se sucedieron; pero, casi al unísono con la bocina final, el Bilbo logró marcar el tanto de la victoria. La diana que supuso su ascenso a la máxima categoría del fútbol sala femenino. "Recuerdo que estaba muy nerviosa, marcó Eva el tercer tanto y cuando, poco después, el árbitro pitó el final del partido, tenía yo el balón en las manos. Lo estampé contra el suelo y cuando miré a mis compañeras, todas estábamos llorando", rememora Joana. Desde entonces, desde aquella visita a Murcia, el Bilbo ha tenido una agenda social muy acitva: recepción en el Ayuntamiento, visita a la Diputación y celebraciones, muchas.
Y no es para menos puesto que, aunque Joana tan solo lleva tres temporadas en el equipo bilbaino y disputaba su primer play-off, alguna de sus compañeras llevaban ocho intentos de ascenso. Ocho promociones a Primera que este año, por fin, tenían recompensa. A pesar de ello, aunque el mérito deportivo ya se ha conseguido, todavía faltan pulir los detalles económicos para que las jugadoras del Bilbo puedan disfrutar de su premio la próxima temporada: "Estamos un poco expectantes, mirando al futuro con la duda de si podremos ascender o no. En el deporte femenino siempre falta respaldo económico", lamenta la guardameta.
El equipo del pueblo
Fácil. Demasiado fácil puede parecer el ascenso conseguido por el Gernika Bizkaia de baloncesto. Y es que conjunto foral ya era equipo de Liga Femenina incluso antes de disputar el último encuentro de play-off. Sin embargo, no fue nada sencillo, cómo va a serlo llegar a lo más alto con el equipo de pueblo. "Es complicado llegar Primera con el club de casa, la gente que nos viene a ver son nuestros vecinos. Ellos ven que hemos subido con la mitad de jugadoras de aquí y por eso somos un poco el ejemplo a seguir, porque ven que ellos también lo pueden conseguir algún día", explica Judith Monasterio, una de las capitanas del equipo. Ingeniera de profesión y base por afición, la gernikarra define la temporada vivida como "inolvidable", hasta el punto de que "va a ser muy difícil que se consiga esto de nuevo". Judith y sus compañeras han roto todos los esquemas del club gernikarra, han escrito una nueva página en su historia. La más brillante y dorada. Nunca antes habían conseguido ascender a Liga Femenina y, siendo invictas en la Fase, por fin ha sucedido.
Tras 14 años ligada al Gernika y toda una vida jugando al baloncesto, el deporte le devuelve a Judith todo lo dado. "Me dicen de pequeña que iba a ascender con el Gernika y no me lo creo", ríe. Y es que la base es consciente de que el basket "no es mi trabajo, no me da para vivir"; y por ello, sabe que tiene más mérito lo conseguido. Porque lograr mejorar la historia de un club tan solo por un hobbie no está al alcance de cualquiera.
El éxito de Segunda
Maitane Salazar, del Club Voleibol Sestao, y Leire Sarasola, del Leioa Askartza de waterpolo, no tienen la suerte de haber llegado a la máxima división de su deporte, pero hacen todo lo posible para que su esfuerzo sea reconocido. Leire fue nombrada la mejor waterpolista vizcaina en 2007 y, desde entonces, no ha bajado su nivel. Convertida en un pilar fundamental en su equipo, es la máxima goleadora con un total de 28 tantos en los diez partidos ligueros. Los estudios le obligaron a trasladarse a Barcelona y allí, de la mano del Mataró, probó las piscinas de la División de Honor del waterpolo. Sin embargo, el nivel catalán se encuentra muy por encima del vizcaino, y cuando regresó a su tierra, Leire volvió a Segunda con el Leioa Askartza, que esta temporada finalizó en la cuarta posición.
Maitane, por su parte, acaba de celebrar recientemente el ascenso de su club sestaotarra a la división de plata de su disciplina. No era el objetivo de la temporada, pero acabó siendo un buen premio para unas jugadoras que llevan casi una década en este deporte. Sin embargo, el conjunto de voleibol apenas tiene tiempo para saborear las mieles de la promoción y ya se encuentra inmerso en la temporada playera de este deporte. Y es que, como bromea Maitane: "Nosotras no paramos".