Yo soy leyenda
Marc Márquez iguala el récord de cuatro victorias en el año del debut en la categoría reina de Kenny Roberts Pedrosa y Lorenzo completan el podio de MotoGP en la prueba de Indianápolis
bilbao. En la década de los años 70 se instaló una moda en el Mundial de Motociclismo, en su categoría reina, amparo para pilotos estadounidenses y también australianos que traían bajo el brazo una nueva receta que servía para el perfeccionismo y cuya etiqueta portaban los campeones, era el dirt track, al que muchos achacan la capacidad para desarrollar el dominio de las bestias mecánicas de antaño, porque esta modalidad de motociclismo consiste en rodar sobre arena o ceniza haciendo del pilotaje un constante control del derrapaje que después servía para optimizar el rendimiento sobre el asfalto con las salvajes máquinas de dos tiempos, cuyo paso por curva era una danza funambulista, como quien da pinceladas de mantequilla a una tostada, y cada manguerazo al carburador era una sorpresa acerca de lo que acontecería milésimas después. Los tiempos han cambiado, los motores en la categoría reina son de cuatro tiempos, más dóciles, e impera la electrónica y su dominio sobre las situaciones. Pero Marc Márquez sigue empleando el método de campeones. Durante las vacaciones ha aprovechado para untar en la arena con el dirt track, ese que practica con su hermano, Álex, de quien dice que cada día le cuesta más derrotarle -que también puede ser cierto, porque el hermano menor logró ayer el primer podio de su carrera mundialista-. Es noble y sencillo el chico, el mayor de los Márquez motorizados. Y hábil, por talento, pero también por una rutina y una concentración espartanas. Porque llega al Gran Premio de Indianápolis, donde es hogar de referencia para la esencia del dirt track, y retoma la competición quebrando el récord del óvalo de Brickyard y ganando la carrera, para ser todavía más líder en un Mundial de MotoGP que se pliega ante su cosecha, porque, dicen ya algunos de cuantos residen en los altares del motociclismo, que este chico, este niño de 20 años, ya es leyenda. Vamos, que mañana podría jubilarse y su impronta perduraría durante los siglos. "Tiene todo el potencial para convertirse en el más grande de todos los tiempos", dice Valentino Rossi. Ayer, sin ir más lejos, solapó un nuevo récord, igualó a Kenny Roberts (quien lo hizo en 1978) como piloto con más victorias en la temporada de su debut en la categoría reina, con cuatro entorchados hasta la fecha y sosteniendo un liderato del Mundial que cada carrera cobra más solidez.
Márquez no soltó ayer el embrague con la destreza del mejor; fue rebasado por Jorge Lorenzo y Dani Pedrosa en la salida. El mallorquín, de hecho, abrió camino durante la mitad de la prueba en Indiana. Giorgio, en un reflejo vago de su mejor estado de forma, buscó descolgar a las Honda de Pedrosa y Márquez, el vagón que viajaba inmediatamente detrás. Lorenzo quería jugar tal vez su única baza, la del desgaste de los neumáticos en un exigente trazado con hasta tres tipos de asfalto diferentes. Aún mermado por sus dos operaciones en la misma clavícula, pretendió una alternativa que paradójicamente consistía en la resistencia.
Apretó, buscó el castigo de los calzos de las Honda en un circuito predilecto para estas, la fatiga, pero su envite se prolongó hasta el ombligo de la prueba.
Antes, Márquez fue pasivo. "La estrategia dependía de la salida", diría. Zarpó mal, de modo que impuso la calma. Modo pasivo, hasta que vio cómo a Pedrosa le costaba colgarse de la rueda trasera de Lorenzo, quien abrió una brecha de apenas un segundo. Entonces, el portento de Cervera, con 8 vueltas consumidas de las 27 por completar, pasó a la actividad. Rebasó a Dani e inmediatamente anuló la distancia de Jorge, que se convirtió en carne para la picadora para Shark Sharkez, como denominan en Estados Unidos a Márquez tras su triunfo en Laguna Seca, en referencia a un tiburón, a un depredador, a un caníbal.
Entre tanto, Rossi, caído hasta la novena plaza, rodaba en progresión para concluir cuarto, después de vivir una preciosa refriega con Crutchlow y Bautista.
A 15 vueltas de ver la bandera ajedrezada, tras cuatro vueltas de observación y planificación instalado en el rebufo de Giorgio, Márquez pasó al frente y Lorenzo se vio anclado ante el empuje del catalán, que se escapó para no volver a encontrar oposición.
La atención se relegó a la pugna por completar el podio. Pedrosa, tapado en la cola del trío de cabeza, sacó fuerzas de flaqueza para hacer dudar a Lorenzo. Se alojó en los humos del tubo de escape y, a tres pasos por meta para concluir la prueba, doblegó por potencia a Jorge para consolidarse en la segunda plaza del Mundial de MotoGP, donde permanece alejado a 21 puntos del liderato de Márquez. Para quien la situación se torna oscura es para Lorenzo, que figura a 35 unidades del debutante, un escollo que puede resultar insalvable. Y es que, con un mínimo de rodaje en la cilindrada (suma 10 carreras de brega), Márquez ha encadenado tres victorias que pueden significar la alfombra roja para un dulce camino hacia el título, para, de paso, seguir arrollando la historia y engordando la que algunas voces autorizadas ya consideran como una vida de leyenda. Y es que, si hoy se descabalgara, perduraría su nombre.