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Lorenzo esteriliza a Pedrosa

El mallorquín achica el esfuerzo del catalán con una victoria que le destaca en el liderato del Mundial

Lorenzo esteriliza a PedrosaEFE

bilbao. Colgado de la percha de la necesidad, porque a un aspirante a campeón no le es suficiente con ser afiliado a la regularidad para consumar -excepcionalísimos los casos de Champi Herreros o Alzamora-, Dani Pedrosa necesitaba planchar un triunfo en su camisa. Más allá del título que acontece, para argumentar sus ofrecimientos pensando en 2013, el año de la agitación masiva, porque solo dos pilotos tienen asiento garantizado en MotoGP (Bradl y Smith) y los armarios son contados; en la habitación de la categoría reina deambula la especulación del capricho de Honda con Jorge Lorenzo. ¿Quién no visto lo de ayer? El Gran Premio de Catalunya, el de casa, era el escenario idílico para Pedrosa, aún en los albores del curso ante la quinta prueba. El de Castellar del Vallés emprendió el camino intrépido, apelando a la virtud de sus liberaciones de embrague, y con un fulgurante zig-zag sorteando motos se enconó en la cabeza para cimentar sueños de campeón.

Lorenzo, mientras, cada día escenifica con un abanico de propuestas más extensible, porque donde antes necesitaba rabia ahora se funde en la calma, en un saber estar, un control de las emociones y su contexto, que motiva al despiste. Cuando antes entregaba al ejercicio su corazón, ahora se engalana de despiadado estratega. Deja dibujar emocionalmente la victoria de otros para luego arrebatarla con recreo. El careo es asfixiante, cansino, de modo que persigue la estocada, una punzada, aunque certera y letal. Como evitando sobreexponerse al riesgo que puede causar la baja. Ahí, agazapado en la tercera plaza, ornamentó su cometido.

Su compañero de garaje Ben Spies era la cara B. El estadounidense pretendía recoger en una jornada lo no cosechado en los cuatro anteriores domingos. Desbordado de ambición, poco tardó en arrebatarle el protagonismo a Pedrosa, aunque efímero, Spies prolongó su recolecta tres giros al coloso de Montmeló. Vicisitudes del exceso de ganas. Se fue al suelo, se reincorporó y clasificó décimo dando eternidad a su oscuro pasaje 2012. Stoner cedía, entre tanto, condicionado por la elección de gomas duras, en las que Pedrosa depositaría a la postre todas sus opciones.

Dani, locomotora de nuevo, aspiró a establecer distancia entre vagones. El catalán hacía las veces de carnicero para cortar el grupo en pedazos. Trabajo sucio, de desgaste, que esquivó Lorenzo concienzúdamente. No obstante, mediadas seis vueltas, Giorgio dio oxígeno a Dani pasando a la primera posición, a fin de prolongar la agonía de recuperación de Dovizioso, que, con la mandíbula tiesa, se aferraba al dúo. Stoner, lengua fuera, visualizaba con catalejos desde la cuarta posición.

Prolongado el machaque de apisonadora decimal sobre Dovi, descolgado el martirizado italiano, Pedrosa, cinco vueltas más transcurridas, casi pisado el ecuador, hizo turno para hacer frente al viento. Volvió a la punta emulando a las fugas del ciclismo y sus relevos. De colegueo hasta el momento. Eso sí, Lorenzo viajaba empeñado en no ceder un milímetro de más. Fusionados, el balear evitó tocarse y se salió de la trazada en una apurada de frenada en el final de la recta de meta. El percance no fue traba para recuperar la rueda.

lorenzo ejerce A 6 vueltas por completar las 25 pactadas nació la refriega que siempre ha sido más en los micrófonos. Lorenzo, conservador en calzos y en combustible humano, gestionando energías, encontró el adelantamiento que resultaría definitivo. Su diseño personal en la antesala que es el box. Pedrosa falló como anteriormente lo hizo él. Se fue largo de frenada. El corte cobró violencia. Caníbal, Giorgio se recreó al ver la sangre. El resultado, acto seguido: media vuelta consumida y siete décimas de renta, para acrecentar el dolor de Pedrosa. El catalán confiaba a sus neumáticos duros, contra los blandos de Jorge, la posibilidad de debate. Dani, sin embargo, yacía empalado, en una estaca, clavado e inmóvil ante la sangría de décimas, esterilizado por la admirable reacción, por la brusquedad de la misma.

El clavo ardiendo de los calzos no surtió efecto para Pedrosa y claudicó. Su innegociable voluntad quedó aplanada por la pericia de Lorenzo. Ocurrió con Honda en general, pues mirando más allá, Stoner cedió en su particular careo por el tercer lugar del podio con Dovi, inmenso el italiano. El australiano vio así truncadas sus posibilidades de enlazar la mayor racha de podios de la historia. Se quedará mirando desde la barrera de los 19 trenzados hacia los 22 de Agostini o los 23 de Rossi, la cúspide. Lorenzo, tres triunfos ya este año, llegó a Catalunya 8 puntos por encima de Stoner y se ha construido un balcón de 20. "Me siento más maduro que nunca". Por enclaustrarse en la "paciencia" lo decía. Así es ahora.