bilbao. Exhausto, agotado por el esfuerzo, tirado en el suelo pocos metros más allá de la línea de meta, Paolo Tiralongo trata de recuperar fuerzas, de coger aire. En la soledad, su cuerpo le pide levantarse, no lo consigue. Su cabeza, por la que instantes antes pasaron numerosos recuerdos, continúa celebrando el éxito, la victoria en la séptima etapa del Giro, su segundo triunfo como profesional. Poco acostumbrado a ganar, pues su trabajo es otro, el de gregario, el corredor italiano volvió a reinar en casa, como ya hiciera en la pasada edición de la carrera. No estaba predestinado a ganar, ese papel era para Roman Kreuziger, el jefe de filas del Astana, que falló. El suyo fue el triunfo del gregario. Siempre a la sombra, ayer captó toda la atención gracias a su victoria.
Sobre las rampas de Rocca di Cambio, primer final en alto de la corsa, Michele Scarponi fue quien buscó la victoria con más ímpetu, demostrando que, entre los favoritos para hacerse con la victoria final del Giro, está un paso por delante. Le faltó rematar al italiano, valiente en un día sin demasiadas opciones para marcar diferencias. Tiralongo supo ver la rueda buena, la de Scarponi. Se pegó a ella en el último kilómetro y solo la soltó a 50 metros del final para hacerse con la victoria de etapa.
El pelotón solo se rompió en los últimos 1.000 metros, en las rampas más duras del puerto, muy tendido hasta entonces. El trabajo del Liquigas, el Lampre y el Astana echó abajo la fuga del día; solo aguantaron Herrada y Pirazzi, alcanzados en el último kilómetro.
Cedió pronto el líder, Adriano Malori, que dejó vía libre para que Ryder Hesjedel -quinto en la etapa- se convirtiera en el primer corredor canadiense en enfundarse la maglia rosa. Los favoritos no perdieron comba, tampoco Beñat Intxausti ni Mikel Nieve, que se dejaron ver en las posiciones de cabeza. Ha llegado su terreno, la montaña, donde mejor se desenvuelven y donde tratarán de luchar por un triunfo de etapa, objetivo con el que han acudido al Giro de Italia. El veterano Juanma Garate también enseñó su bicicleta en la cabeza del pelotón.
Lejos de los focos de los favoritos, tanto Nieve como Intxausti pueden aprovecharse de estar en un segundo plano para pelear por cotas mayores. El leitzarra ya sabe lo que es ganar en el Giro, lo hizo el año pasado. El de Muxika, que llega de vencer en la Vuelta a Asturias, intentará aprovechar su buen momento de forma para brillar en el Giro. Hoy tendrán una nueva oportunidad en Lago Laceno, tras 229 kilómetros y una exigente llegada.