HUBO un momento, en el vestuario, en el que miré a mi alrededor y vi a dos jugadores desnudos, hablando sobre cómo hornear el pan; a otro, también sin ropa, sentado y pintándose las uñas porque eran vísperas de Halloween y pensé... ¿Y yo soy el gay aquí?", bromeó John Amaechi. El inglés es conocido por ser el primer británico en llegar a la NBA, la élite del baloncesto mundial, pero es más popular aún por ser el primer jugador en atreverse a reconocer su homosexualidad públicamente y en la liga de las estrellas. Ya retirado, el expívot acudió a la capital vizcaina como invitado de excepción de la segunda sesión de las mesas redondas organizadas por Thinking Football. En esta ocasión, el debate se centró en el papel que el fútbol, y el deporte en general, tenían en la lucha social contra problemas tan comunes como el machismo, el racismo o la homofobia. Y Amaechi, psicólogo y víctima de la discriminación sexual, no faltó a la cita.

Comenzó la ponencia contando en primera persona las persecuciones y problemas con los que tiene que lidiar una persona que se escapa de los estereotipos que deben asumir los profesionales del deporte. Contó como, tras admitir su homosexualidad, tras lograr por fin mostrarse ante las cámaras y micrófonos tal y como él era, tuvo que enfrentarse a centenares de caras desafiantes, algunas conocidas, otras no, que le retaron a regresar al ostracismo, al armario del que, según sus opuestos, nunca debió salir. Narró, además, cómo el hecho de confesar su orientación sexual le provocó numerosos problemas con el club en el que militaba por aquel entonces, los Utah Jazz, y más concretamente con su entrenador Jerry Sloan. El técnico de Illinois no solo le apartó automáticamente del equipo, sino que se afanó tejer alrededor del expívot inglés todo un clima excluyente que finalizaría con su traspaso a los Houston Rocket. Aún así, Amaechi no acumula rencor sino que admite haber encontrado en el basket los valores de su identidad. Y, experto conocedor de cómo funciona un club de élite, no dudó en explicar que "la raíz de la homofobia no está en el vestuario, sino en la gente con más poder, en aquellas personas que pagan millones a los jugadores. Ellos son la raíz".

Por ello, el inglés, tras su retirada, decidió crear y dirigir un centro infantil donde el objetivo es "ayudar a la gente, a través del deporte, el baloncesto concretamente, a salir del cajón donde están enclaustrados". Más allá de la raza, género o identidad sexual, lo que tratan es de obtener una "ignorancia benigna" basada en "descartar estereotipos e intentar descubrir lo que pueden ofrecer, en definitiva, potenciar las valías individuales", explicó. "No queremos que se excluya a nadie por ser menos apto, total, no es que nuestra selección sea una potencia del baloncesto", bromeó distendido.

Valores arcaicos Junto a John Amaechi se sentaron Hans Bonde, escritor danés experto en temas de género y deporte, y Nerea Onaindia, exjugadora del Athletic y primera mujer en lograr un gol en San Mamés. Así, entre los tres comenzó un bonito partido donde el fútbol y la igualdad se disputaron la posesión del micrófono, un duelo de noventa minutos, jugador a dos lenguas, castellano e inglés, donde el trío de ponentes llegó a una conclusión común. Un resumen expuesto por Bonde a la perfección: "No cabe duda de que el deporte es un laboratorio de masculinidad y el vestuario el último dominio de la intimidad masculina". Es la única deducción que aciertan a sacar de la exclusión que algunos jugadores sufren por parte de algunos de sus propios compañeros: "Cuando entra al vestuario alguien que consideran diferente, se siente una pérdida de comicidad que hace sentirte extraño en tu propio vestuario", atinó a explicar Amaechi.

barreras sexistas Para hablar de la exclusión de las mujeres en un mundo tan masculinizado como es el fútbol, Nerea Onaindia narró su propia carrera profesional. Cómo pasó del destierro que sufrió desde las juntas directivas de algunos conjuntos hasta la difícil decisión que tuvo que tomar para seguir con su proyección como futbolista: crear un club propio. Y, por supuesto, cómo, bajo el amparo de un club poderoso como el Athletic, el fútbol femenino se transformó en fenómeno de masas. "Todos los conjuntos masculinos de Primera División deberían crear su equipo femenino", se sinceró al finalizar su ponencia.

John Amaechi, siempre atento, no dudó en finalizar la mesa redonda de esta segunda jornada de las charlas de Thinking Football con una visión, la razón por la que existen deportes diferenciados para cada sexo, la causa de que la discriminación sea una barrera aún en el siglo XXI: "Es difícil para ambos sexos ir más allá de las propias fronteras del género".