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El ciclismo contra su gobierno

La batalla por el pinganillo une en Mallorca a equipos y ciclistas frente a la UCI, que impone su prohibición Xabier Artetxe debuta como director del Caja Rural

El ciclismo contra su gobiernoFoto: efe

bilbao. Como si todo lo que le habían contado no fuera verdad, el desapego, las rencillas, los clanes, la mafia la mafia, la desunión, la anarquía, a Xabier Artetxe, larrabetzuarra de 32 años que asciende a profesionales como director del Caja Rural tras once temporadas en el extrarradio aficionado, le recibe en su estreno en Palma de Mallorca lo que no esperaba. La escena es inusual. Directores y ciclistas son una voz que clama contra la decisión unilateral de la UCI de prohibir el uso del pinganillo en todas las carreras profesionales salvo en las 27 que componen el World Tour, la primera división.

El amanecer llama a la rebeldía en el paseo de Palma. "Hemos decidido que todos llevemos el pinganillo", le transmiten a Artetxe desde un equipo de los grandes; "a ver qué pasa". Ocurre que el gesto insurgente no pasa inadvertido para los comisarios, cuyo deber es no tolerar porque así lo ordenan desde la UCI, el despacho más elevado del ciclismo, su cabeza, su gobierno -"la norma es clara: no se pueden usar las emisoras", dicen-. Entre dos fuegos está el organizador, que entiende y comparte las dos posturas y lo único que quiere es que se corra. 20 minutos tarda en conseguir lo que desea. Se corre. Pero de aquella manera. Con pinganillos, como quieren los equipos y los ciclistas. Sin comisarios ni oficialidad; con sanciones y reprimendas, como estipula la UCI; a cara de perro, como desea el organizador.

El desplante a la UCI les recuerda a algunos ciclistas a la revuelta tunecina contra el poder establecido y el gobierno totalitario que se ha extendido a Egipto y promete hacerlo a todos los rincones árabes donde pena, suda y sufre el pueblo por el despotismo de unos pocos. Los equipos hablan de un asunto mucho más profundo que el que representa el uso del pinganillo. Hablan de imposición, de derechos cercenados, de Apartheid ciclista, de injusticia y concentración de poder. "El ciclismo se decide sin el aporte suficiente de los equipos, y con cero votos", brama la asociación de equipos. "Por eso necesitamos ser fuertes y estar unificados hasta tener la correcta representación en el gobierno de nuestro deporte. Pedimos ser parte de la gobernabilidad democrática".

Los hay que escuchan las soflamas y como lo han visto todo, han vivido la paulatina descomposición del ciclismo, el único deporte que sobrevive en crisis permanente, han asistido a las más absurdas incongruencias y han tragado lo intragable, suspiran aburridos y desconfiados. "Esto es más de lo mismo", dice un ciclista de los veteranos; "el único motivo por el que se han unido en esta ocasión es porque les interesaba a todos. ¿Revuelta? Es una protesta por el pinganillo, ¡por Dios!, con todos los problemas que hemos vivido y vivimos y nadie se ha sentado para tratar de solucionarlos".

Como muestra suprema de lo que dicen los pesimistas, tras la demostración de unión de ayer nadie usará hoy el pinganillo durante la disputa del Trofeo Cala Millor. La protesta se trasladará al Tour de Catar, que disputa su primera etapa en línea después de que ayer el largo y poderoso Lars Boom tumbara a Fabian Cancellara en el prólogo.

la imagen En el paseo de Palma, sin comisarios que abandonaron indignados y obedientes la carrera, sin clasificaciones oficiales, pero con dorsal, a muerte, fue más rápido que nadie Tyler Farrar, y más combativo que ninguno el Caja Rural de Artetxe, que arengó a los suyos en la reunión matinal, les dijo que había que empezar a dar buena imagen desde la primera pedalada y que dinamitaran la carrera. Lo hizo Oleg Chuzhda, orfebre de la escapada inicial y vencedor de las metas volantes y los esprines especiales, el primer podio del año para el Caja Rural. "No podemos plantear otra forma de correr que esta para convencer a la Vuelta de que somos dignos de una invitación", piensa Artetxe, natural, relajado, como si ese lugar al volante de un equipo profesional lo hubiese ocupado desde siempre. "En realidad, el salto no es tan grande porque se trata de hacer lo mismo. Impone más el entorno, los nombres, la parafernalia, que el propio trabajo". El suyo comenzó con buen pie, "es el primer granito de arena", el día que el ciclismo se levantó contra su gobierno.

En la Estrella de Besseges, triunfo final para el francés Anthony Ravard tras la última etapa que se llevó Said Haddou, velocista del nuevo equipo galo Europcar.