Nadal saca el carácter

Bilbao. Con 15-15 en el juego decisivo del primer set que domina el largo Tomas Berdych, 5-6, un momento delicado, el checo manda una pelota ajustadísima a la línea y una situación tan habitual se convierte en motivo de disputa acalorada después de que el juez de silla contradiga al de línea y dé la bola por mala. Después de que el checo reclame la visión del Ojo de Halcón, que dictamina que fue buena. Después de que el juez de silla recule y le conceda el punto en lugar de ordenar repetir el saque. Es entonces cuando estalla Nadal, que no comprende, que no tolera, que hace aspavientos mientras camina hacia el centro de la pista para encararse con el árbitro, al que mira desde abajo, con el cuello estirado, la vena palpitando, el descontento, la intención de abandonar el partido... No lo hace, pero no se calma. Cuando cesa el murmullo y la pelota vuelve a botar sobre la sublime pista azul del O2 Arena, 15-30, sirve Nadal en desventaja, el mallorquín es una fiera que se abalanza sobre Berdych, desconcertado, desvalido, abrumado, quizás, incapaz, en todo caso, de mantener el nivel, el vuelo del juego que ha tenido arrinconado al número 1. Se desmorona el checo mientras Nadal, puro carácter, sangre en cada pelotazo, se lanza a por el primer set, que conquista de manera fugaz por 7-6, y corre hacia semifinales sin demora en una segunda manga incolora, 6-2, para clasificarse, imbatido, y jugarse hoy el pase a la final ante Andy Murray.

"Igual yo he condicionado al árbitro. Probablemente, yo me he equivocado en eso", dijo después Nadal. "Creo que he jugado un gran partido hoy, aparte de todo", explicó antes de ensalzar el juego de su próximo rival, "que ya ha ganado en circunstancias alucinantes y en momentos importantísimos, por lo que creo que está preparado para ganarme tranquilamente".

En la otra semifinal, Roger Federer, que también ha ganado todos los partidos de su grupo, se mide a Novak Djokovic, que cayó ante Nadal en el segundo partido del grupo A.