El combate estelar de Dopazo
El luchador bilbaino buscará esta noche, en el pabellón de La Casilla, el cinturón del Campeonato de Europa de kick boxing ante el holandés Khalid Chabrani
Practica una disciplina deportiva que, dicen algunos, transmite violencia, un tópico recurrente, y que, según él, es razón para ser minoritaria en cuanto a promoción. Hay quien piensa que los valores para la sociedad son otros. No obstante, trata para DEIA un tipo que ha leído El Quijote, y no es que alardee de ello -"Es un tostón", reconoce acto seguido-, pero muchos políticos quisieran poder jactarse de ello; versa un tipo con estudios de Empresariales y Administración Financiera; discurre un luchador que pide por favor un espacio en este texto para su hija Mara, su mayor motivación en sus 11 años de recorrido en el arte del combate, un espíritu de superación alimentado por la idea de "que pueda sentirse orgullosa de su padre el día de mañana"; entabla palabra un bicampeón estatal de hasta 75 y 80 kilos que hoy se juega el cinturón del Campeonato de Europa de Kick Boxing de Peso Súper Medio en La Casilla de Bilbao, su "mayor reto". "Éstos no los uso, los llevo para intimidar", dice jocosamente, mostrando unos guantes en los que pone Joseba Dopazo (25-IV-1979, Bilbao).
Los renglones en el kick boxing de este espigado y rubio bilbaino comienzan a escribirse hace 11 años, incentivado por una actividad como el boxeo que otrora venía estando en auge. Era moda. En ese círculo de intercambio de golpes se fajaba su tío Santos, El burgalés, como era reconocido. Un púgil que llegó a mandar al entarimado al mismísimo Urtasun, cuando La Casilla asistía a veladas del mayor nivel. "Eso sí, luego mi tío cayó en la revancha", puntualiza Joseba, desde el prisma del mundo del ring, donde el perdedor incluso alcanza en ocasiones las cotas de satisfacción de un vencedor. Se llena la mirada al tratar de su antepasado.
Sin embargo y a pesar de que el mayor gancho de Dopazo hacia el mundo de la lucha procedía de la familia, también era esa propia familia quien "veía raro e inadecuado" el kick boxing. No obstante, el jovial Joseba seguía alimentando su apetencia desde el televisor, con "películas en las que te ves representado", soñando despierto. "Me han llenado mucho las de acción", reconoce. Lo que da pie a un espacio reflexivo sobre la ética, sobre la imagen que proyecta su disciplina, el cartel que cuelga sobre los dorsos de los profesionales del combate, gladiadores del siglo XXI. "En todas las veladas que he visto, nunca he presenciado una revuelta. En cambio, en el fútbol... se ven cada dos por tres en la tele y mira qué repercusión. ¿Qué incita más a la violencia? Creo que eso depende de cada persona", se autorresponde Joseba. Considera que este pensamiento lastra a la disciplina. "En Euskadi hay deportistas impresionantes, luego se quiere llegar a los Juegos Olímpicos con vascos y españoles, pero no se apuesta", reflexiona crítico, aludiendo a Euskadi como gran referente en cuanto al deporte de lucha, junto a Madrid y Barcelona. Así, la conversación en el Neko Gym de Algorta, hangar de golpes y sudores, deriva en su caso particular, su laboriosa senda hasta hoy.
Dopazo ha tenido que enfrentarse a todos estos problemas empleando amor propio y voluntad, "constancia, perseverancia y obteniendo unos resultados" mediante, compaginando la vida deportiva con la laboral y familiar. Una ceñida agenda. "Sí, claro que se puede decir que soy profesional", afirma, "lo soy en el kick boxing y en mi puesto de trabajo -ahora se encuentra en paro-". Esto supone que "todo depende de la jornada laboral", el sol sobre el que todo gira. "¿Vivir del kick boxing? -se ríe- Ni pensártelo, al menos, en España". Aunque su dedicación es la de un obrero del deporte: "hay que mantener un mínimo de tres horas diarias de entrenamiento". Una preparación tanto grupal, con los compañeros de gimnasio, como personal, con su entrenador, centrándose en ejercicios más específicos, acordes al rival con el que se medirá, en este caso, el holandés Khalid Chabrani, del Vos Gym. Un luchador "clásico holandés, un estilo muy parado, muy seguro, de pocos golpes selectivos, seguros y certeros. Muy básico, pero con una puntuación constante".
Un tipo bastante similar a Dopazo en cuanto a virtudes. "Me considero bastante pegador, cuando alcanzo con las manos puedo hacer bastante daño. De hecho, rehusan mucho a encontrarse con mi golpe, pero estamos en un nivel en el que el adversario, en este caso, también es un gran pegador, sobre todo, con las manos, así que será un duelo fuerte y similar en cuanto pegada", analiza Joseba visualizando el cuadrilátero, La Casilla, donde augura dos caminos hacia el desenlace del combate: "Uno en el que pueda haber un KO entre el cuarto y el séptimo asalto, si no, una auténtica carnicería a diez asaltos, algo largo y exigente, donde prime la resistencia y la dosificación". Su combate estelar.