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Elogio del gladiador

Nadal y Ferrer, dos tenistas atléticos, se enfrentan hoy en la final del torneo

Elogio del gladiadorFoto: efe

bilbao. Fernando Verdasco cae en semifinales ante David Ferrer (7-5 y 6-3) en un partido duro, de lija, y el suspiro que cierra el partido, más que un lamento por la derrota, es una liberación que esconde el enorme respeto, o pereza, o temor, que supone enfrentarse en una final sobre polvo de ladrillo, la del Masters 1.000 de Roma, a Rafa Nadal, un ogro, un martillo pilón que horas más tarde se deshace de Ernests Gulbis (4-6, 6-3 y 4-6) en un partido larguísimo en el que el mallorquín tuvo que correr durante tres horas sobre la tierra, y aplicarse en el resto, para contrarrestar el demoledor saque del letón, verdugo de Roger Federer en la primera jornada del torneo.

Verdasco, liberado del trance de tener que medirse a Nadal en la final de hoy, explicó la razón de su respeto, una obviedad dantesca: "Si Rafa juega a su mejor nivel en tierra es imposible batirle". Y, en la misma línea, con cierta condescendencia, con algo de piedad, aleccionó a su amigo Ferrer: "Tendrá que jugar su mejor tenis si quiere vencer y esperar que Rafa no tenga su mejor día".

El mejor tenis de David Ferrer es siempre un derroche de coraje. Juega a la heroica. Corre y devuelve. Es una pared. Desespera. Ayer, al derrotar a Verdasco, le preguntaron al respecto: "¿Cuántas horas puede correr?". Y el alicantino, 17 del mundo, tuvo que explicar que era cierto que su juego es "muy físico", pero que tiene que ser de ese modo porque no es un gran servidor, "por lo que necesito correr mucho".

Así jugará hoy ante Nadal, "muy agresivo para hacerle daño". No es sencillo el asunto. El último que lo intentó, Gulbis, ayer mismo, a base de machetazos a 215, 210, 216 o 217 kilómetros por hora, servicios como obuses, sólo logró imponerse en el primer set para alargar el partido hasta la agonía. Y en el filo, emerge siempre Nadal irreductible. Un gladiador. Como Ferrer.