"Tolo era como un armario"
El mundo de la montaña llora el fallecimiento de Calafat; Pasaban destaca su fortaleza física
bilbao
eL destino a veces no tiene piedad. Tolo Calafat estuvo a punto de cancelar su expedición al Annapurna porque con el cambio de gobierno en las Islas Baleares se esfumó una subvención que tenía apalabrada por parte del Ejecutivo. Pero finalmente, tiró de ahorros -como habían hecho en otras tantas ocasiones- y pagó de su bolsillo el coste de su viaje. Es lo que cuentan los responsables de Bestard, la firma de calzado de montaña con la que colaboraba. También trabaja con esta empresa Eneko Pou. El gasteiztarra coincidió con Tolo veinte días antes de que éste partiera hacia la Diosa de la Abundancia. "No lo conocía mucho, pero estuve con él en Mallorca y le comenté que cuando yo fui al Annapurna en 1999 casi no consigo bajar. Lo pasé muy mal. Le dije que es una montaña muy peligrosa y que pusiera todo de su parte en el descenso. Me dijo que eso no se lo iba a contar a su mujer para que no se asustara. ¡Qué mal rollo! Cuando me he levantado esta mañana me he quedado de piedra", lamentaba ayer el montañero alavés.
Bartolomé Calafat, de 40 años y empleado de Telefónica como técnico de Telecomunicaciones, inició su carrera en el Himalaya en otoño de 2004. "Voy a ser el primero en subir a las antecimas de los catorce ochomiles, que eso no lo ha hecho nadie", bromeaba hace días en el campo base del Annapurna, según explica Xavi Arias, alpinista catalán que lo conoció hace un mes y con el que entabló una buena amistad. Y es que ésta era su sexta expedición a un ochomil, tras su estreno en el Cho Oyu, Everest (intento en 2005 y cima en 2006), Broad Peak (cima central en 2007) y Shisha Pangma (antecima en 2009).
En 2006, la pareja Calafat y Toni Olivieri, su amigo y compañero de fatigas, culminó el sueño de hollar la cumbre más alta del planeta. En la madrugada del 18 de mayo de 2006, utilizando oxígeno artificial, ambos superaron la arista sureste de la ruta clásica del Everest para llevar a Mallorca hasta el punto culminante del mundo. Un sueño hecho realidad para Calafat, habitual de Alpes y Andes y constante corredor de medias maratones y maratones. "Era como un armario, muy fuerte físicamente. Hacía carreras de montaña. Era un machacas", ilustra desde el Shisha Pangma Edurne Pasaban. "Tenía que estar muy jodido de verdad", agrega la tolosarra. Su fiel amigo Olivieri le describe como "una bellísima persona, era como un niño grande, muy divertido y muy fuerte psicológicamente a la vez que competitivo". "Se llevaba muy bien con todo el mundo y tenía un carisma especial que hacía que casi lo adoptaran en todas partes como a un hermano pequeño o a un hijo. Creo que no se había peleado ni llevado mal con nadie desde que en la escuela no le dejaron jugar un día a pelota", señala Toni.
Pasaban, que coincidió con Tolo en los campos base de Broad Peak y recientemente en el Annapurna, destaca el buen humor del alpinista balear. "Era muy divertido y le tomábamos mucho el pelo", recuerda la guipuzcoana.