¿Sabemos qué pescado estamos comiendo? Situación del verdel
La crítica situación de la caballa (verdel) en el Atlántico Nordeste no es un episodio aislado, sino la consecuencia directa de un sistema europeo que falla en lo esencial: garantizar la sostenibilidad y proteger a quienes sí cumplen las normas. Mientras el CIEM ha estado aconsejando anualmente ciertos niveles de captura de esta especie, países como Noruega, Islandia, Feroe y la Federación Rusa han hecho caso omiso de ello, y han continuado fijando cuotas unilaterales muy por encima de las recomendaciones científicas, y pescándolas. En la recomendación para el 2026, el CIEM aconseja una reducción del 70% de la cuota total, a pesar de que la biomasa de esta especie se encuentra por debajo de la biomasa límite. Ante esta situación, la flota de bajura perteneciente a Opegi y Opescaya recomienda capturas cero, es decir, el cierre de la pesquería, para todos, a fin de evitar el colapso del recurso. Dicho cierre debería estar acompañado de las correspondientes ayudas, legalmente establecidas en la normativa europea, a las flotas afectadas. No hay que olvidar que nuestra flota está sufriendo, desde hace cuatro años, un cierre técnico real, por las bajísimas capturas de verdel, como consecuencia de la irresponsabilidad de los paises infractores.
Paradójicamente, el método de proceder de los países mencionados más arriba, todos ellos muy modernos, adelantados y sostenibles, no tiene consecuencias para ellos, ya que no se les impone sanción alguna, y, para colmo, sus productos siguen entrando en el mercado europeo como si nada ocurriera, a través de algún puerto de la UE. Doble coscorrón para nosotros.
Pero el problema es mucho más profundo. Según un informe publicado recientemente por ONG, la Unión Europea es hoy el mayor mercado mundial de productos pesqueros, dependiendo en más de un 69 % de importaciones. Esa dependencia, sin reglas firmes, ha generado un mercado que discrimina claramente al producto europeo. Aquí se exige cumplir la Política Pesquera Común, el famoso Reglamento de control, la normativa sanitaria más estricta del mundo, sistemas exhaustivos de trazabilidad, controles de pesaje, titulaciones, tripulaciones mínimas y formación para despachos, condiciones laborales y medidas ambientales. Todo ello implica no únicamente costes crecientes para el sector, sino otras muchas veces se enfrenta a verdaderos problemas para cumplir con la legislación de dotaciones de personal, ya que, como se conoce, uno de los escollos que tenemos es el relevo generacional.
Sin embargo, por otro lado, buena parte de los productos que entran en la Unión Europea, como importaciones, se someten a controles mucho más débiles.
Así, el informe es contundente: la obligación legal de inspeccionar y verificar la conformidad de los productos importados no se cumple en muchos casos. La verificación de certificados de captura –pieza clave del Reglamento INDNR– es escasa y profundamente desigual entre Estados miembros. Las denegaciones de entrada son anecdóticas pese a que, según estimaciones aceptadas por instituciones europeas y organizaciones independientes, uno de cada cinco productos pesqueros que circula en el mercado europeo tiene origen ilegal. Y aún así, miles de establecimientos y buques extranjeros certificados para exportar a la UE llevan años sin auditorías reales o con auditorías tan antiguas que resultan inútiles. El propio informe cita casos de buques con historial ilegal que siguen apareciendo en listas de autorización sanitaria, sin que nadie lo explique.
A esta situación se suman deficiencias graves en controles aduaneros: declaraciones falsas de origen, inspecciones mínimas, puntos de entrada con controles casi testimoniales y ausencia de procedimientos uniformes. Mientras tanto, la carga regulatoria para la flota europea continúa aumentando, imponiendo sanciones duras y sistemas de puntos que sí se aplican con rigor, pero solo dentro de la Unión Europea.
Resulta imposible hablar de competencia justa cuando el 75 % de los desembarques europeos están sometidos a normas estrictas de comercialización, como debe ser, frente a menos del 10 % de las importaciones.
Conclusión: La UE abre su mercado a quien destruye recursos que luego pide a sus propios pescadores proteger.
El mensaje es claro y urgente: no basta con exigir responsabilidad a quienes ya la ejercen. La Unión Europea debe cerrar la puerta a los productos pesqueros ilegales, no trazables, no verificados o procedentes de países que sobrepescan sin control, como ocurre con la caballa. Debe aplicar inspecciones reales, aumentar las verificaciones, rechazar cargamentos cuando existan dudas, sancionar a los Estados que incumplen, y garantizar que cada producto que llega a la mesa de un ciudadano europeo cumpla todos los estándares que la flota de la Unión está obligada a cumplir.
Mirar siempre el etiquetado
Finalmente, pedimos al consumidor de pescado, tanto en el fresco, en el congelado, en el procesado, o las conservas de pescado, que adquiera la costumbre de mirar con detalle el etiquetado, que se interese por la denominación de la especie, su origen, método de captura, para elegir aquello que le indica no solo la cabeza, sino también su corazón, empatizando con un sector pesquero de Euskadi que está efectuando grandes esfuerzos para desembarcar en los puertos, proteínas esenciales para la población.
Y a la administración, que cuando requerimos que se implante el “premio” en los concursos, con más puntos, a las empresas de catering que proponen en sus menús Pescado kilómetro cero (que tanto nos llena la boca a la hora de mencionarlo pero que tan poco ponemos en la práctica, según estudios de consumo), para suministrarlo a los colegios, hospitales, geriátricos, etc, tengan en cuenta que esto no constituiría una discriminación frente al pescado foráneo, sino que la verdadera discriminación es la que está sufriendo actualmente el sector pesquero en general, y el de Euskadi en particular, y que tenemos la obligación de equilibrarla de alguna forma, con ideas disruptivas, si hace falta.
Estoy convencido de que merece la pena, desde todos los puntos de vista, incluido el nutricional, ya que ganaremos, todos, muchísimo en salud. l
Director de Opescaya