Organizado por la Euskal Etxea de Lima, la capital del imperio Inca, pero también centro religioso y cultural en el virreinato del Perú, albergará en octubre el campeonato mundial de mus de colectividades vascas, un acontecimiento más importante que las Olimpiadas o la Eurocopa para los vascos y vascas fuera de Euskadi, donde el mus es mucho más que un juego para pasar el rato entre amigos y amigas en el bar o la cafetería de la universidad.

“¿Juegas al mus?” es la pregunta que te hacen la primera vez que cruzas la puerta de una Euskal Etxea, que miden sus glorias por las veces que han ganado el campeonato. La pareja a batir este año es Aitor y Cesar, de Santurtzi, quienes representaron a la delegación de Euskadi en el campeonato anterior, en Valdivia, Chile.

Y es que el mus fuera de Euskadi es un nexo de unión como no hay otro, y al que acuden delegaciones de más de una decena de países donde previamente han tenido que ganar un torneo base muy reñido para ser dignos representantes. En el de Estados Unidos, por ejemplo, se eligió entre más de 500 parejas y en Francia el torneo base lo conformaron 2.000 parejas, cosa seria.

100 personas han confirmado ya que acudirán este año a Cuzco, 45 de ellas participantes. Cuzco se llenará por unos días de ikurriñas de vascos y vascas que salieron de Euskadi a consecuencia de la guerra, el exilio, el amor, el hambre, la aventura o el trabajo, pero que mantienen todavía una identidad inquebrantable con su tierra o la de sus ancestros. El mus es así ese hilo de Ariadna que les regresa a su lugar de origen.

Ahora que se están diciendo muchas tonterías sobre el impacto de los migrantes en la cultura de Euskadi, a pesar de contar únicamente con un 11,5% del total de su población de origen extranjero, este encuentro te permite también ver cómo millones de vascos y vascas han introducido su cultura, valores y tradiciones en países como Argentina, México, Australia o Uruguay, donde su porcentaje de población de origen vasco es similar o mayor, como en el Perú de los Incas, que es del 22%, o en Macachín (Argentina), con un 70% de su población de origen vasco y que en mitad de la pampa bailan el arin-arin y el zortziko.

La primera mención documentada del mus es de 1674 en el “Diccionario de autoridades” de la Real Academia Española. Poco después, el cura Juan Antonio de Ugarte, uno de los tantos vascos que por aquel entonces vivían en Cuzco y que vete a saber si no jugaban ya a mus, fundó el obraje textil Nuestra Señora de la Asunción. Lo que está claro es que no harían pareja de juego con los Incas, pues las rebeliones de Tupac Amaru se vengaron contra su producción. Estaban en aquel entonces incas y vascos a mamporros y razones no faltaban. Lo que la colonia separaba, que una ahora el mus.

Porque el mus es ya mundial, un juego sacarrón y alegre, de historia centenaria y que ha exportado a diferentes lugares del planeta el más importante de los placeres: pasar un rato divertido entre amigos y amigas.

Por cierto, el obraje fundó Juan Antonio de Ugarte como parte de la colonia y quien se, peleó con los Incas, pasó posteriormente a ser la primera fábrica textil de Sudamérica, llamada Hilados y Tejidos de Lana de Lucre, y dio trabajo a centenas de cuzqueños. La vida, igual que las partidas de mus, da muchas vueltas. 

Residente en Lima, es experto en cooperación internacional, director de The Sherwood Way, exdirector de Oxfam para América Latina y Caribe y profesor en el Instituto de Empresa, entre otras universidades.