Transcurridos varios meses del acuerdo sobre la nueva Ley vasca de Educación y en el contexto de una bajada notable de la natalidad, se han suscitado nuevas exigencias y peticiones sobre la misma y se han multiplicado los desacuerdos entre algunos partidos, sindicatos y agentes sociales.

Sabemos que son múltiples los aspectos que lleva consigo una justa y ordenada ley. Así, la complementariedad de la educación pública y de la concertada en el mapa escolar, el papel de los padres en la elección y en la gestión de los centros, la ordenación y consolidación de las plantillas, la desaparición de la segregación del alumnado, los “ratio de alumnos” por aula, el tratamiento de los idiomas...

La solución posible de cada uno de estos aspectos citados no cubrirán las aspiraciones de cada sector de la población educativa. Deseamos y pedimos un pacto educativo justo y equitativo para todos.

Impedimentos para un pacto duradero

La plataforma Euskal Eskola Publikoa ha denunciado que el nuevo decreto de admisión del alumnado, aprobado por el Departamento de Educación, posterga y debilita la enseñanza pública y favorece a la concertada, fomenta la competitividad de los centros, haciendo que la obligación de trasladar alumnos vulnerables a los centros concertados no solucione la segregación y sólo sirva para aumentar la subvención económica a los mismos.

Otra denuncia reiterada es la “sobreoferta” de plazas concertadas, así como las “ratio” de alumnos por cada aula, ligado a los índices de edad. La bajada de natalidad ha provocado que el Departamento de Educación reduzca las “ratio” en las aulas para poder aliviar la presión que sienten muchos centros educativos.

¿Cuál es la verdad demostrada en la realidad de muchas de estas acusaciones y deficiencias señaladas? ¿La nueva Ley de Educación debilita y posterga a la Escuela Pública? Somos conscientes de la dificultad de articular cada uno de los aspectos de la enseñanza. Ello hace que sea más necesario que nunca un acuerdo duradero por encima de los intereses propios y las ideologías legítimas de cada partido, sindicato o institución que desean acomodar la plataforma educativa a su propia ideología.

Pero llegados a este punto, queremos decirlo una vez más, algo que viene omitiéndose de forma deliberada, ¿tienen los padres algo que decir en la educación de sus hijos?

El valor de la educación para una convivencia democrática

La educación es un derecho humano fundamental que, en primer lugar, lo deben ejercer los progenitores y, de manera subsidiaria, la Administración Pública. Ambos deben actuar complementariamente para que este derecho-obligación se realice lo mejor posible.

Lo educativo es mucho más que la transmisión de conocimientos técnicos, implica sobre todo ayudar a cada alumno, de acuerdo a su momento histórico, a desarrollar todas sus capacidades.

Buscar la equidad en el servicio vasco de educación, por medio del reparto del alumnado, no será fácil. ¿Cuáles son los elementos de una escolarización equilibrada? ¿El actual sistema educativo público y concertado, no es un sistema integrador e inclusivo? Más allá del debate ideológico, ¿es cierto que solo la escuela pública es el eje y el centro del sistema educativo? ¿Es cierto que la escuela pública es lo que más euskalduniza y garantiza la libertad de pensamiento? ¿Se puede demostrar esto con datos y un análisis objetivo?

Existe otro aspecto que ya lo señalamos en un artículo anterior, es la disputa sobre quién educa y los valores que se transmiten en la escuela. Las distintas concepciones sobre la persona, la sociedad y el mundo deben tener un lugar preferente en cualquier sector de la enseñanza y exigen un consenso respetuoso y garantizado. Educar a las personas es mucho más que enseñar materias, técnicas y habilidades. Ello trasciende a los problemas y a los recursos materiales, por muy importantes que estos sean.

La educación es esencialmente un valor de uso, no un valor de cambio. Tiene valor, no precio. Para mucha gente, la educación no tiene un valor real, es puro medio, mero trampolín… Solo sirve para buscar un buen trabajo y un mayor prestigio social.

Sin embargo, el buen sistema educativo no sólo se limita a las leyes. El valor de la educación está ciertamente en las condiciones materiales que la hacen posible, pero está sobre todo en el desarrollo de los valores que se transmiten para enriquecer a las personas y a la sociedad en la que viven. Y aquí tienen un papel indiscutible los padres para escoger el proyecto educativo que deseen, asumiendo el respeto a los principios que estructuran una sociedad auténticamente democrática.

En definitiva, queremos una educación liberadora, que nos lleve a una manera de pensar, de sentir y de ser persona frente al tener; de ser solidario frente al individualismo; de servir frente al egoísmo.

Etiker son Patxi Meabe, Pako Etxebeste, Arturo García y José María Muñoa