NO es una leyenda urbana. Es mucha la gente que asegura que tras haber tenido una conversación con otra persona sobre la compra de un coche, o de un perfume caro, o de alquilar un apartamento en la costa, o cualquier otra operación de compra o alquiler, ha comprobado que por su móvil entraban una gran cantidad de anuncios con ofertas sobre esos mismos asuntos. Para personas expertas en ciberseguridad ya no hay duda de que nuestros propios smartphones nos espían y este tipo de hechos son la punta de un iceberg.

Capitalismo de vigilancia

En su último libro La era del capitalismo de la vigilancia, Shoshana Zuboff afirma que estamos ante una amenaza que no es ya la de un estado Gran Hermano totalitario, sino la de una arquitectura digital omnipresente y poderosa. La tríada del poder de las elites es información, extensión del miedo y orientación conductual con el objetivo de modificar nuestro modo de estar en el mundo. La información abarca el conocimiento de quiénes somos, cómo nos comportamos, qué tendencias políticas tenemos, qué aficiones, qué consumo cultural, nuestro vínculo con la libertad y la democracia, nuestras simpatías políticas. Pero incluye además predicciones sobre cómo nos comportaremos en un futuro. Esto no quiere decir que por defecto todos nuestros teléfono y ordenadores estén operando como espías en todo momento. No hace falta. Son palabras claves en una conversación las que activan el mecanismo de vigilancia. La información sobre lo que hacemos y decimos, sobre los lugares que frecuentamos, lo que consumimos. De todo ello se deduce nuestra personalidad, nuestra psicología. Otra cosa bien diferente es alinearse en el conspiracionismo que todo lo explica a partir de premisas manipuladas.

El conspiracionismo cotiza al alza en un mundo neoliberal que urge tener respuestas simples a asuntos complejos. Va de la mano de noticias falsas que abonan el terreno para hacer despegar la idea de conspiración.

El recorrido de lo que pueden hacer las nuevas tecnologías es inmenso, apenas hemos dado unos pasos. Ya se ha pasado al punto de que, en Estados Unidos, parte de la publicidad electoral sea personalizada, de modo que a personas con perfil ecologista les llegará una propaganda que ponga el peso en el medio ambiente y en las ofertas del partido que se trate. Todo esto dibuja un escenario en el que la política ya no dicta un tipo de sociedad, sino que el futuro apunta a una gran incidencia de la inteligencia artificial sobre la vida humana. Podríamos decir que estamos asistiendo a una recesión democrática global, frente a lo cual tampoco los movimientos populares han sabido reaccionar. La información y el conocimiento, apuntan a un horizonte social y político de declive del estado-nación e imposición de las tecnologías más opacas de internet, con el consiguiente menor apego de la gente a la democracia.

Si la información sobre nuestras vidas es poder, la extensión del miedo es lo que permite noquear a la ciudadanía, presentando un paisaje de amenazas y peligros que nos perturban. Miedo y manipulación van juntos. No es que no haya amenazas reales pero el modo de presentarlas, transmite un pesimismo brutal, la idea y el sentimiento de que el declive de la sociedad y de cada persona es inevitable. Sólo hace falta seguir las órdenes que dictan las elites poderosas y aceptar sus decisiones. Esto último es clave. Las elites que dominan el mundo nos dicen una y otra vez que necesitamos ser dirigidos ya que por nosotros mismos somos incapaces de saber lo que nos conviene. Pero es interesante decir que esas historias de colocación de chips en nuestros cuerpos para someternos es una tontería. El capitalismo de la vigilancia no necesita recurrir a la ciencia ficción, somos nosotros quienes proporcionamos información a través de las nuevas tecnologías, y tal vez esto tenga que ver con nuestra tendencia a contar nuestras vidas a través de plataformas y redes.

El capitalismo de vigilancia ¿qué es exactamente? Podemos decir, en versión sencilla, que es la utilización de la experiencia humana y de los datos personales para predecir el comportamiento de los seres humanos. Desde entonces se han dado pasos de hecho muy preocupante como es la existencia de un mercado de compraventa de datos personales que llevan a cabo grandes compañías como Google, Amazon, Facebook, Microsoft, Apple y otras asentadas en Silicon Valley. Así ocurre que, pese a la protección de datos (tiene fugas por todas partes), de nuestros datos, la inteligencia artificial permite predecir comportamientos sociales. Este enfoque es muy utilizado por grandes empresas publicitarias. En realidad, nuestros datos aparecen por todas partes en internet, en buena parte porque nosotros mismos los facilitamos dando pistas sobre nuestros gustos. Shoshana Zuboff nos anuncia el surgimiento de un capitalismo nuevo. Ella dice que es diferente al industrial, comercial y financiero. Funciona sólo en internet y la mano de obra son sus usuarios que, de forma gratuita, ponen sus vidas privadas al servicio de las grandes tecnologías. Es así como nuestros datos personales son la mercancía que se intercambia de manera opaca al margen de los individuos.

¿Se han fijado ustedes en como a cada momento nos llaman por teléfono para vendernos servicios? ¿Cómo es posible que tantas empresas tengan nuestro teléfono? Muchas veces la explicación está en el mercado donde se venden y se compran datos para hacer negocio. La Unión Europea aprobó en 2916 la Regulación General de Protección de Datos, pero el comercio de datos no se detiene.

El coronel Pedro Baños, autor de varios libros sobre el desorden mundial, en donde desvela quién manda en el mundo y cómo nos dominan mentalmente, suele afirmar que nos vigilan hasta viendo una película en plataformas digitales. Baños pide prudencia y nos recuerda que todo lo que se trasmite por el ciberespacio puede ser guardado y algún día utilizado contra nosotros. El capitalismo de vigilancia pretende impregnar el miedo en la sociedad, de tal manera que sean casi las ciudadanas y ciudadanos los que clamen por poner límites a los derechos propios y libertades. Baños recuerda como el miedo es una emoción de las que más calado tiene en el alma humana. Y llama la atención sobre cómo las elites pretenden un dominio absoluto. Lo dijo David Rockefeller: “Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptaran el Nuevo Oren Mundial”. Es una afirmación de calado y consecuencias profundas.

Pero, ¿quiénes son las elites? Sabemos que el 99% de la población de la tierra está controlada por un 1%. Hay 13 familias en concreto que abarcan un porcentaje elevado de ese 1%. Son: Rothschild, Bruce, Canvendish, De Medici, Hannover, Habsburgo, Krupp, Plantagenet, Rockfeller, Romanov, Windsor, Krarburg, Sinclair. Son familias que forman parte de elites que poco a poco van definiendo un nuevo capitalismo y nuevas formas de sometimiento de las mayorías sociales del planeta. Lo cierto es que probablemente seamos inconscientes de que las libertades están siendo tomadas poco a poco a la par que las elites acumulan más poder.

¿Hay remedio? Quiero pensar que de lo que estamos hablando es una obra humana. La misma inteligencia artificial es una creación humana. En consecuencia, los seres humanos podemos decidir por que camino seguir. “Soló la lucha nos hará libres” lucen manifestantes de cualquier país en sus pancartas.

Politólogo especialista en Relaciones Internacionales y Cooperación al Desarrollo