NO descubriré nada nuevo si afirmo que la educación no es un tema trivial, sino algo fundamental y básico de la sociedad, es como un seguro y garantía de futuro. Ciertamente los cimientos de la convivencia ciudadana, el progreso e incluso de la propia democracia están conformados, sin duda, por el sistema educativo del que nos dotamos acordando y consensuando. Acuerdo y consenso necesarios posibles de conseguir con la participación de todos los elementos concernidos en el hecho educativo con diálogo, debate, generosidad y amplitud de miras. La educación no es arma política cortoplacista. Es cuestión seria, porque una sociedad que no apueste por una educación de calidad lo pagará caro en el futuro. Estamos dibujando el futuro.

Movilizaciones que extrañan y sorprenden

Es una obviedad manifestar que la mejor actitud para negociar y discutir de cualquier tema, también de cuestiones que afectan directamente a la educación, es tener voluntad de llegar a acuerdos, acuerdos de mejora y avance. Manifiesto mi respeto exquisito al derecho a manifestarse, movilizarse y hacer huelgas. Manifiesto mi exquisito respeto a los sindicatos en su legítimo derecho a reclamar mejoras laborales. Dicho lo dicho. Sorprende y extraña, a mí al menos, las llamadas a manifestaciones y movilizaciones en contra de la Ley de Educación convocadas por los sindicatos de Enseñanza. Extraña y sorprende también, a mí al menos, la convocatoria de huelga por los mismos sindicatos de Enseñanza para finales de noviembre y para el 14 de diciembre aliñadas con sucesivas y respectivas convocatorias de manifestaciones para esos días. Extraña y sorprende, sí, sorprende, y no deja de extrañar, que estas convocatorias se hayan realizado en el preciso momento de la llamada “exposición pública” que como el mismo nombre dice es el momento preciso para quien estime oportuno realice sus aportaciones de mejora y avance, aportaciones y propuestas que desembocarían y enriquecerían en un futuro el Anteproyecto de Ley de Educación. Subrayo: Anteproyecto de Ley, no Proyecto de Ley, ni, obviamente, la propia Ley de Educación. Una Ley de Educación que deberá ser tramitada, como todas las leyes que se precien, en su momento y en su caso, cuando el Consejo de Gobierno del Gobierno vasco apruebe y traslade un texto articulado al Parlamento Vasco y que después del periodo estipulado sujeto a las enmiendas y negociaciones entre los diferentes grupos políticos de la cámara al final sea dirimido en sede parlamentaria. Votado por los diferentes grupos políticos y los/as representantes democráticamente elegidos en las correspondiente elecciones. Actividad parlamentaria, poder legislativo, auténtica clave de bóveda de un estado democrático y de derecho.

Por ello extraña y sorprende que estas convocatorias de movilizaciones de la mano de los sindicatos de Enseñanza coincidan precisamente cuando el primer “texto-borrador” estaba en periodo de consulta o exposición pública. Es más, son los mismos sindicatos convocantes de las movilizaciones los que trasladaron sus legítimas aportaciones al mencionado texto. Este es un momento en el que, obviamente, se desconoce el contenido del texto definitivo que en su caso será remitido, lo repito, en un futuro más o menos próximo por parte del Consejo de Gobierno del Gobierno vasco al Parlamento Vasco.

Es decir, se da la curiosa coincidencia de que se convocan movilizaciones cuando en paralelo se hacen aportaciones. O dicho de otra manera, se hacen aportaciones cuando en paralelo se convocan movilizaciones. Algo así como salir de excursión mañanera al monte por setas y rolex, rolex y setas, por las dos cosas y a la vez. Sorprende, a mí al menos sí, esta actitud sindical, digamos, belicosa cuando antes del verano pasado, a lo largo del mes de mayo exactamente se llegó a un muy positivo acuerdo que debe ser calificado de muy importante, y así se hizo, con los sindicatos STEILAS, LAB, CCOO y UGT con el objeto de mejorar y avanzar creando nuevas figuras en beneficio de los centros públicos, incorporando profesionales, reduciendo ratios o tomando la iniciativa de comenzar con la impartición del inglés a partir de los 3 años (que entrará en vigor el próximo curso, pero que está aprobado, acordado y presupuestado) así como otras importantes decisiones y medidas que mejorarán la calidad de la educación de nuestros jóvenes.

Extraña y sorprende, a mí al menos, que esta actitud de los sindicatos de Enseñanza coincida con una reciente novedad también muy positiva, con una buena noticia cual es la presentación por parte del consejero de Educación, Jokin Bildarratz, de un Decreto especialmente importante, el Decreto de Admisión del alumnado con el objetivo de hacer frente y de la manera más eficaz posible a uno de los principales retos que tenemos como sociedad, y que obviamente también implica a la educación, como es lograr una mayor cohesión social, un mayor equilibrio y que en el ámbito educativo significa y se concreta en que tenemos que lograr gestionar mejor la atención al alumnado más vulnerable. Reto en el que toda comunidad educativa debe implicarse en este objetivo irrenunciable. Reto que la futura, sí, futura Ley de Educación recogerá y contemplará como objetivo irrenunciable. Reto que está especialmente presente en el Acuerdo Educativo alcanzado por una amplísima mayoría parlamentaria, histórica me atrevería a calificarla, el pasado 7 de abril en sesión celebrada el 7 de abril y que recogía 43 medidas concretas y que tan solo recibió los votos negativos de Vox y del PP.

Reto este que directamente implica a que absolutamente todos los centros escolares sufragados con fondos públicos deberán trabajar conjuntamente para lograr una sociedad más cohesionada, más igualitaria y con algo tan importante como es lograr la tan justa igualdad de oportunidades para todo, todo nuestro alumnado en edad escolar. Un Decreto de admisión que busca que la escolarización del alumnado más vulnerable sea más equilibrado, que todo el alumnado tenga los mismos derechos y oportunidades, que todos los centros que ofrecen un Servicio Público Vasco de Educación se comprometan a hacer frente a este reto social. Objetivo que significa que cuando los niños/as que el curso que viene se matriculen en el aula de 2 años y lleguen a la ESO, todo el sistema educativo en su conjunto sea mucho más equilibrado y justo en la escolarización del alumnado más vulnerable.

Pues bien en este contexto y cuando soplan estos aires esperanzadores de bonanza y de futo compartido más justo y cohesionador es cuando se llama a movilizarse, manifestarse y a hacer huelgas. Personalmente, y lo digo con absoluta sinceridad, no consigo entenderlo. Extraña. Sorprende. Los cambios que se están dando en la educación y en nuestra sociedad exigen una reflexión y adecuación por parte de las diferentes visiones que conformamos la comunidad educativa vasca. Es la necesidad de un nuevo y óptimo acuerdo máximo alrededor de una futura Ley para la educación que responda a un propósito común. El diálogo, la crítica constructiva, la colaboración en la búsqueda de soluciones, la reflexión y la responsabilidad compartida son las bases sobre las que tenemos que pivotar el cambio a mejor, al avance y mejora de todo lo concerniente a “lo” educativo. Estamos ante un reto colectivo, un reto de País. Nadie sobra. Todos, absolutamente todos, estamos llamados a este empeño. Debe primar la responsabilidad, la altura de miras y las luces largas de todos los agentes sociales y educativos, también las de los sindicatos.

Koldo Mitxelena solía decir que el euskera era demasiado débil para usarlo como arma arrojadiza. Parafraseando al lingüista se podría afirmar en lo que concierne a “lo” educativo algo así como que la educación es demasiado importante para usarlo como pim-pam-pum político, como munición para el rifirrafe ideológico. Cada uno/a en su puesto, en su quehacer, en su sitio, ejerciendo sus obligaciones, sin arrogarse ningún protagonismo estéril. Lo repito, también los sindicatos. Difícil y complejo, sí; imposible, no. Lo digo desde la larga visión que me da la mirada desde mi talaya particular de verme por primera vez en el espejo personal con la tiza en la mano nerviosa un ya muy lejano 1 de noviembre de 1979. Una tiza simbólica que humildemente mantengo en mi ya arrugada mano desde hace 43 largos años. Cierto es.

* Profesor jubilado