L inicio de la transición, en los actos del PNV, los militantes elevaban el brazo que terminaba con la V de la victoria. Muchas veces esos brazos levantados eran manipulados fotográficamente como si fueran el símbolo del nazi-fascismo. Valía todo contra un partido que había sido víctima de esa ideología totalitaria. Afortunadamente, el PNV dejó de usarlo. Lo hacía para contraponerlo al puño cerrado, símbolo de ETA y de todos los ismos seudo abertzales en liza. Si el nazismo dejó un reguero de cadáveres, el comunismo no le fue a la zaga. Los gulags, la dictadura del proletariado, el control de la vida del ser humano desde que nace hasta que muere lo expresa como nada ese puño cerrado que muchas veces se levanta con odio. Sí, ya sé que también representa la lucha de los trabajadores en busca de una justicia social mínima, pero también es verdad que es el símbolo de lo más negativo que el ser humano puede hacer contra su semejante. Pero eso no le importa nada a Arkaitz Rodríguez, secretario general de Sortu, que homenajeó a Fidel Castro tras su muerte en Donostia y acudió a la toma de posesión de un sátrapa como Maduro en Caracas. Esa es su fracasada ideología marxista leninista y por lo menos no se esconde. Lo malo de esta foto es la cara de satisfacción de Maddalen Iriarte que aparece como compañera de viaje de una ideología totalitaria. Se entiende. Ella, como en su día lo fue Laura Mintegi, no será la responsable del Grupo. Para eso estás los comisarios Rodríguez y Casanova. Como tampoco Rebeka Ubera, relegada de un puesto de salida por un talibán pata negra.

Fue el día en el que la candidata a lehendakari (designación presidencial histórica del estatuto vascongado) Maddalen Iriarte dijo que Urkullu es un lastre y que sobraba. La víspera había dudado de la sensibilidad social de un lehendakari que había comentado que nada de lo social le asusta ni que ese mundo de izquierda le iba a dar clases. Lo dijo en el Congreso, con otras palabras, José Antonio de Agirre varias veces y el PNV lo demostró ante la sublevación militar y en sus 125 años. Tras la guerra, estuvo con una democracia cristiana europea cuyos dirigentes habían sido perseguidos por los nazis y proponían una Europa federal que pusiera en práctica el principio cristiano tomista de la subsidiariedad. Y es que Urkullu, como el PNV, no es socialdemócrata, ideología que viene del marxismo, sino un socialcristiano de avanzada, como lo ha sido un EAJ-PNV que ha puesto al ser humano en el centro de su acción. Lo que se llama el humanismo cristiano que convive perfectamente con una socialdemocracia europea, algo que no es ni de lejos Sortu, que se niega, y más en campaña, a decirnos cuál es su modelo de sociedad aparte de criticar al PNV por todo y decir que las elecciones no tenían que ser hoy. ¿Se acuerdan?

De hecho, Arkaitz Rodríguez, heredero directo de la alternativa KAS, ha explicado que ETA dejó de actuar no por una reflexión ética, sino estratégica. El fin siempre justificando los medios para este mundo que esconde un proyecto totalitario a plazos. Es muy fácil repartir riqueza en los mítines sin decir cómo crearían esa riqueza amenazando como han hecho durante toda la campaña al mundo empresarial con un grito de guerra muy peligroso: ¡Exprópiese!

Sortu es una organización heredera de quienes pusieron a circular aquello de "socializar el sufrimiento" y del "impuesto revolucionario" contra empresarios. Todo un hallazgo en derechos humanos. Hoy, las formas cambian pero la ideología y la matriz siguen ahí y solo basta escucharles con atención para darnos cuenta que si tuvieran en sus manos el poder suficiente para hacerlo pondrían en práctica con los hechos eso tan terrible de "socializar la miseria". Suena duro pero es así. Lo camuflan en campaña pero reconocen que lo suyo no es la socialdemocracia sino el marxismo leninismo edulcorado con un discurso falsamente progresista engañabobos. Como en Venezuela, su enemigo es de verdad la propiedad privada y el empresario, no solo el empresario tiburón y especulador, con el que coincidimos en su puesta fuera de juego, sino el empresario como creador de riqueza. Y de ahí vienen sus ataques continuos a la "derechona vascongada", el EAJ-PNV. Ponen sobre la mesa palabras mágicas como eso de que la progresía y la izquierda es lo que ellos representan y el PNV es el odioso nacionalismo burgués al que hay que ganar y desalojar sin decirnos cómo se reconstruye un país en tiempos del cólera, cómo se crea empleo, cómo se distribuye la riqueza y cómo se prepara el futuro ante una situación de crisis económica total. Siempre en río revuelto los pescadores hacen su pesca.

Elkarrekin Podemos, chupando rueda de Sortu, no se ha andado con chiquitas. Su discurso crispante y excluyente frentepopulista con el que hasta la Sra. Gorrotxategi se ha apoderado de una iniciativa de hace 31 años de José Ignacio Arrieta, ha sido de traca. A esta Sra. le ha valido todo, mostrando una inquietante indigencia política y esgrimiendo, como así lo ha calificado Ortuzar, un mensaje asqueroso. Mal ella y peor Iglesias, Echenique y Mayoral, que amén de verdaderas falsedades, han pedido el pase a la oposición a un partido que les permite a ellos gobernar en Madrid. Este absurdo mundo de sombras da la medida de cómo se hace política en Celtiberia, donde medios y políticos con tragaderas de gargantúa lo engullen todo. Indigencia política y manipulación por un lado pero necesidad también nuestra de hacer en el futuro mayor pedagogía política para impedir que los tirapiedras verbales hagan de las suyas.

En 1980, Carlos Elordi y Peru Errotea, dos periodistas prestigiosos, trabajaban en la revista madrileña La Calle, publicación de izquierdas dirigida por Jaime Sartorius y cuyo analista político era Manuel Vázquez Montalbán. Les encargaron hacer un reportaje sobre el PNV en un viaje al interior de los partidos y lo titularon El PNV, más que un partido". La entradilla de su trabajo era ésta;

"El PNV es un partido de síntesis. Ahí radica su arraigo y su potencia. En sus filas se dan cita muy diferentes talantes y filosofías. Nació de carlistas y liberales. Ahora coexisten en él vascoparlantes y castellanoparlantes, democristianos y socialdemócratas, tecnócratas y populistas, trabajadores y burguesía. Por eso el PNV es algo más que un partido. La tensión generada por un planteamiento de "emergencia nacional" es el aglutinador de ese entramado movimientista que es el PNV. Las fuerzas centrífugas y los localismos de la sociedad vasca se encuentran también instalados en el interior del partido fundado por Sabino Arana, porque el PNV es acusado reflejo del País Vasco. Todo ello integrado por la teoría de las nacionalidades que asume y reelabora Sabino Arana Goiri. Así, el PNV se configura como un partido moderno, con su doctrina, estrategia y organismos de decisión. Pero al mismo tiempo, también aparece, a pesar de su rigidez organizativa, como un movimiento en el que convergen diferentes planteamientos y hasta ideologías".

Han pasado cuarenta años de ese resumen y poco habría que añadir a la visión de estos dos analistas.

El PNV es más que un partido. Landaburu decía que era una familia e Irujo que era un microcosmos. Epalza, que un milagro. Lo recordó Inmaculada Boneta en un acto de campaña. En 1980 la habíamos elegido como la vicepresidenta del primer Parlamento Vasco de la historia. Eran cuatro las mujeres del EAJ-PNV que salieron elegidas por una de HB, que no fue nunca. Hoy se elegirán este domingo más mujeres que hombres. Esa ha sido la trayectoria de un partido de 125 años. Abrir camino y asentar lo logrado. Sabemos de la oscuridad del momento y de la oscuridad del futuro. Somos conscientes de que estamos abriendo camino entre zarzas. Pero tenemos fe, programa, candidatos y mucha experiencia. De ahí el llamamiento a todos quienes aman a este pueblo por encima de sus intereses particulares para elaborar una estrategia en común, con la seguridad de que el futuro depende de nuestro esfuerzo, de nuestra inteligencia, de nuestra cohesión y de nuestro aguante con la mano abierta y no con el puño cerrado.

* Parlamentario de EAJ-PNV 1985-2015