LA Unión Europea pone el foco así en los beneficios que tienen estas dos formas de desplazamiento para nuestra salud, para el medio ambiente y para nuestra economía. La campaña pretende, a través de diferentes actividades e iniciativas organizadas simultáneamente en la UE, fomentar la movilidad sostenible estimulando a las administraciones públicas a introducir y promover medidas de transporte sostenible. Hoy en día casi nadie pone en cuestión que uno de los desafíos más importantes que tenemos en el presente siglo es la movilidad urbana.

Sin duda, en los últimos años en las ciudades y municipios vascos se han puesto en marcha iniciativas interesantes y positivas con el objeto de intentar poner freno en parte a los impactos de una movilidad creciente, como pueden ser las peatonalizaciones de los centros urbanos, la construcción de vías para bicicletas y sendas urbanas, regulación del aparcamiento en zonas urbanas (OTA), prohibición de circular a más de 30 kilómetros por hora... Pero, a pesar de ello, se sigue dando en nuestras ciudades y municipios un importante crecimiento del número de desplazamientos debido al uso excesivo, irracional e indiscriminado del vehículo privado. Es decir, el modelo de movilidad existente en la actualidad todavía sigue dominado por lo que se denomina “cultura del coche” y condicionado por un modelo de ciudad de carácter expansivo que genera cada vez más mayores necesidades de movilidad que producen un buen montón de problemas y contribuyen al malestar urbano. Valgan para constatarlo algunos datos que genera el modelo de movilidad existente en la actualidad:

Así, el transporte es el sector de actividad que más energía consume, mucho más que la industria, el comercio y el sector residencial; y fue en 2016 el responsable de casi el 32% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) totales en Euskadi (principalmente CO2), situándole como la segunda mayor fuente de emisiones del territorio, según el Perfil Ambiental 2018 del Gobierno vasco y de la Sociedad Pública de Gestión Ambiental (Ihobe).

Además, el principal protagonista de la contaminación del aire en las ciudades y en los municipios es el vehículo privado. Todos los modos de transporte usan espacio para desplazarse y estacionar durante un espacio de tiempo, pero el vehículo privado es el que más consume y el más ineficiente en su utilización. Un recorrido domicilio-trabajo en coche consume 90 veces más espacio, entre aparcamiento y desplazamiento, que el mismo trayecto efectuado en ferrocarril, y 20 veces más que si realiza en autobús.

Pero, ademas, el modelo actual de transporte genera una serie de costes económicos, sociales, y ambientales indirectos que no paga directamente el usuario, sino que recaen en toda la sociedad. Es lo que se denominan costes externos o externalidades. Por ejemplo, la contaminación atmosférica y el ruido repercuten negativamente en la salud de la ciudadanía, lo que ocasiona gastos médicos; los miles de muertes anuales por accidentes de tráfico suponen un importante coste social; los retrasos y el tiempo productivo perdido por la congestión, otro tanto.

Sin duda, lo que se ha denominado movilidad urbana sostenible, por contraposición con los modelos actuales de movilidad, supone una movilidad menos peligrosa para la salud de la ciudadanía, menos agresiva para el medio ambiente, más eficiente económicamente que, entre otras cuestiones, requiere de una política de establecimiento de medidas restrictivas del uso del vehículo privado, reduciendo su statu quo actual. Cada vez impera más la idea de que para evitar la dependencia del coche no basta con mejorar el transporte público, que es necesario, pero no suficiente. Hay que poner freno al vehículo privado y que no sea como todavía es el factor principal de la movilidad urbana.

Es necesario un urbanismo que prime a la ciudadanía frente al coche. Hay que darse cuenta de que el modelo de ciudad diseñada para el vehículo privado es insostenible y se debe repensar la forma de “hacer ciudad”. Hay que mejorar los barrios de modo que todos tengan servicios y vida propia, contrapesando la atracción del centro.

El automóvil tal y como lo conocemos debe morir. Para conseguir ciudades razonablemente saludables y habitables es preciso llevar a cabo diversas medidas que pueden encontrar resistencias pero que son absolutamente necesarias. Así, debemos restringir cada vez más espacios al automóvil y potenciar de una forma más decidida y radical métodos de transporte alternativos que proporcionen soluciones a la ciudadanía.

En referencia al lema de la presente edición -Caminar y pedalear seguro-, cabe decir que hay cada vez más proyectos en nuestras ciudades y municipios que se encaminan hacia la recuperación de amplios espacios urbanos desde planteamientos de movilidad sostenible. El impacto de las acciones a favor de priorizar el tránsito de peatones y ciclistas se traduce en una transformación importante del espacio público, que favorece la revitalización, el comercio, la creación de paseos y plazas, las actividades en la calle y la reapropiación de la ciudad por parte de sus ciudadanas y ciudadanos.

La bicicleta se va incorporado progresivamente a la movilidad y se ha desarrollado, bajo diversos nombres, planes para generar una red que cubra las ciudades y municipios. Se va superando la inercia de tiempos pasados en que el planteamiento de la red de bicicletas era un tema subsidiario de las otras redes de tráfico motorizado o pensado solo en función de los usos de ocio y deporte. No obstante, todavía persisten barreras de todo tipo: urbanísticas, culturales y, sobre todo, técnicas. La dispersión y el salto de escala de los crecimientos de las últimas décadas son tan perniciosos para los recorridos en bicicleta como para los itinerarios peatonales.

Donostia-San Sebastián es una ciudad pionera en la consecución de vías para bicicletas no solo en las zonas centrales de la ciudad sino en los barrios más alejados e incluso en los barrios altos. Por otra parte, Vitoria-Gasteiz ha sido pionera en la red de equipamientos cívicos distribuida por los barrios de la capital gasteiztarra. Pese a su alto coste de implantación y mantenimiento, las ciudades con un proyecto de movilidad sostenible suelen contar con un esquema de bicicleta pública que ha seguido Bilbao y otros tantos municipios vascos. Finalmente, el Camino Escolar es otro de los instrumentos que se va consolidando y que supone reducir los viajes motorizados.

Son todas ellas iniciativas desarrolladas en Euskadi que se deberían incrementar y generalizar.* Experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente