QUÉ pasaría si las personas que vienen en pateras a las costas europeas fuesen noruegos, alemanes o suizos? Europa no reaccionaría igual con los “nuestros”, claro que no. Lo que me llama la atención es que mientras los argumentos a favor y en contra de la acogida humanitaria se van convirtiendo en castillos cada vez más altos, existe una verdad incontestable sobre la legalidad de este asunto, tan político, sobre el que pretendo llamar la atención. Me refiero al incumplimiento legal que se está produciendo, lo cual perjudica gravemente a los que menos culpa tienen: los propios inmigrantes que tratan de cruzar el Mediterráneo.

El descrédito de la Unión Europea es evidente y se explica, precisamente, cuando sus gobiernos incumplen sistemáticamente sus propios acuerdos y compromisos en materia de refugiados y migraciones, como sucedió durante la guerra en Siria, mientras que por el contrario, se han dejado camelar por algunos de los postulados neofascistas que están logrando levantar una división entre países europeos, aumentando su inacción hasta el punto de abandonar cualquier operación de rescate de migrantes y refugiados de guerra. Por si fuera poco, se amenaza de manera ilegal a las personas que heroicamente tratan de salvar legalmente a quienes están al borde de la desesperación y de morir ahogados sin valorar las causas de estas llegadas masivas.

A la vista está que no se aplican las normas del Derecho Internacional del Mar, es decir, el desembarco de los rescatados en el puerto más próximo y la aplicación a continuación de los acuerdos firmados en la Agenda Europea de Migración para aquellos que sean solicitantes de asilo o migrantes forzosos, en función de cada circunstancia.

La Unión Europea se encastilla en la negativa a aplicar las obligaciones aprobadas en su Agenda Europea de Migración en vigor, donde los gobiernos europeos se comprometieron a “ofrecer respuestas rápidas para salvar vidas humanas” de quienes lleguen por mar “mediante una manifestación de solidaridad que se mantendrá mientras persista la presión migratoria”, aplicando “mecanismos de intervención de emergencia”. El rescate de cada día, no solo supone un acto imprescindible de humanidad voluntarista: es algo que además está regulado por el deber de socorro en el mar y de salvamento marítimo del Convenio Internacional de Búsqueda y Salvamento, además de ser un escrupuloso respeto a los sagrados compromisos adquiridos en la Convención de Ginebra de 1951 y el Protocolo de 1967. Reclamar el inmediato desembarco y la atención a las mujeres, menores y hombres rescatados en el mar significa exigir el cumplimiento de los acuerdos europeos en materia migratoria, que son vulnerados por los gobiernos que los firmaron.

Sin ir más lejos, la Fiscalía de Agrigento (Italia) ha tenido que abrir una investigación por secuestro de personas a bordo del Open Arms, sin permiso para desembarcar a los rescatados, para que actúe y haga cumplir la resolución judicial de un tribunal italiano que tumbó el decreto de Salvini que impedía al barco entrar en aguas italianas. En este caso, desobedecer la resolución judicial es cometer un delito de prevaricación.

Al mismo tiempo, se debe aplicar una distribución de estas personas entre los Estados miembros mediante cuotas, bajo los criterios de solidaridad aprobados en su día por la Comisión Europea. (En España también, que no se hace). Lo contrario supone alimentar los postulados neofascistas, que solo traen descrédito al proyecto europeo ante la sociedad, como pretenden las fuerzas de extrema derecha. De hecho, aumenta la percepción de xenofobia entre personas que no estaban en esta cuerda.

Estaremos muy preocupados por la marea de famélicos que nos viene, pero falta un debate serio sobre esta realidad más allá de las sensaciones, tan peligrosas sin el contrapunto de la razón. Me preocupa el aumento de voces gruesas contra la llegada de inmigrantes mientras casi nadie alza la voz contra los graves incumplimientos legales de todo tipo por parte de los Estados en estos temas. No se puede tratar este problema peliagudo con invectivas irracionales que piden lo que la extrema derecha: que se quiten de en medio los Open Arms de turno para consolidar al Mediterráneo como verdadero muro de contención. Es la política del avestruz, que no evita el problema mientras nos expone a un mal mayor.

Quienes profesan la política del avestruz son expertos en hacer irrecuperable la verdad porque saben ocultarla tras el maquillaje de los discursos retóricos e incendiarios llenos de posverdades que ocultan la raíz del problema mientras azuzan los sentimientos de xenofobia y utilizan la ley a su antojo ¿No aprenderemos de la historia?