ÚLTIMAMENTE, tanto en España como en Europa, se ha hablado mucho de “cordones sanitarios”. Se trata de vetar todo contacto negociador o relacional con partidos políticos considerados como apestados con quienes otros partidos no admiten que se tenga el menor contacto.

En el Estado español se han constituido múltiples cordones sanitarios. De manera muy esquemática:

- Vox no acepta condenar el pasado franquista y seguramente desearía volver a una época política similar; para ello no propugna la utilización de la violencia, aunque tampoco condena aquella que tuvo lugar en la época franquista. PSOE, Unidas Podemos, ERC, Junts per Catalunya, EH-Bildu, EAJ-PNV, etc. no admiten que se hable con Vox.

- Sortu o Eh Bildu renuncia a justificar la violencia en el futuro pero nunca condena aquella que fue utilizada por ETA, apelando a la existencia de cierto conflicto político. Si de aquí en adelante surgiesen otros conflictos, ¿se puede asegurar que no admitiría la utilización de nuevo de la violencia? PP, Ciudadanos, Vox, PSOE (?) no admiten que se hable con ellos o se negocie cualquier tema.

- El PSOE acabó por condenar las acciones del GAL, pero los grandes responsables del infame terrorismo de Estado y de sus crímenes siguen siendo considerados por gran parte de la sociedad española héroes que salvaron España ante ETA. A pesar de las responsabilidades reconocidas por los tribunales, ningún partido político ha renunciado nunca a tener estrechas relaciones con el PSOE y con quien todos estiman fue el principal organizador del GAL.

- ERC, Junts per Catalunya y CUP propugnan la independencia de Catalunya, lo que prohíbe a los partidos denominados constitucionalistas (PP, Ciudadanos, Vox, PSOE) tener contacto alguno con ellos.

Así pues, casi todos los partidos políticos están involucrados de una manera u otra en los cordones sanitarios. Pero, además, un partido que habla con otro que esté situado en algún cordón sanitario queda él mismo contaminado y algunos otros partidos se niegan a mantener el mínimo diálogo con ellos.

Aunque esta descripción parezca exagerada, es la triste realidad que vivimos desde hace ya meses, en algún caso años. Hay que reconocer que con estas exclusiones sistemáticas es prácticamente (casi matemáticamente) imposible alcanzar acuerdos o mayorías suficientes para gobernar. El sistema electoral más democrático es sin duda el proporcional, pues otorga a cada partido el número de escaños correspondiente a los votos conseguidos. Es un sistema que debemos mantener a toda costa porque promueve la diversidad y la pluralidad de opciones políticas. Pero conduce a una parcelación mayor de los parlamentos e implica diálogos continuos y leales entre los distintos partidos con la necesidad de alcanzar acuerdos entre diferentes. Esta cultura de la búsqueda del entendimiento, apoyándose en los puntos de encuentro y aparcando en lo posible -sin olvidar ni ignorar- las profundas diferencias, no parece estar muy presente en el Estado español, seguramente con la excepción de Euskadi.

¿Es lícito o moral dialogar o llegar a acuerdos o pactos con quien se considera que ha tenido actitudes morales o políticas contrarias a los Derechos Humanos, actitudes a las que no ha renunciado? Si la respuesta es negativa, ¿ también se debería aplicar a las Relaciones Internacionales? ¿Se deben mantener relaciones con los regímenes dictatoriales o responsables de graves injusticias de otros países? Si queremos ser muy estrictos, ¿no acabaremos convirtiéndonos en unos ermitaños, hablando con nosotros mismos? Es difícil responder de manera general. Muy a menudo, el contexto político, las circunstancias puntuales o las actitudes personales acaban por imponerse, facilitando o imposibilitando las soluciones.

Pero para un político debe ser una obligación la búsqueda persistente de entendimiento entre diferentes, incluso entre muy diferentes. Evidentemente, ello no implica que se consiga alcanzar un acuerdo. En un primer tiempo, lo importante es mostrar la voluntad de entendimiento. Acordar no es claudicar... Pero únicamente podrá acordar sin claudicar quien es fuerte en sus convicciones y en el respeto de los valores y lo haya demostrado en sus actitudes a lo largo de su actuación política.

¿Se puede entablar conversaciones preliminares con partidos incluidos en esos cordones sanitarios sin sentirse contaminado? En gran parte, depende de las trayectorias políticas previas de los propios partidos. Distintos gobiernos de Noruega han tratado con terroristas y dictadores en busca de soluciones. Algunas veces han conseguido éxitos sorprendentes, otras veces, no. Pero a nadie se le ocurre acusar a dichos gobiernos noruegos de buscar beneficios propios acercándose a personas o instituciones políticamente incorrectas o de considerarlos semejantes a estas. ¿Será que en España no hay partido político que pueda mostrar una garantía democrática y moral previa suficiente para poder acercarse a cualquier otro partido político legalizado, sea cual sea? ¿O será que la sociedad política española o los medios de comunicación utilizan estos posibles contactos para criticarlos inmediatamente sin dar oportunidad alguna a que se alcance un eventual acuerdo democrático, por muy poco probable que sea? ¿Cómo es que los que se escandalizan en cuanto a los contactos de cara a algunos de los cordones sanitarios cierran los ojos ante otros?

El tema es suficientemente importante y urgente como para que todos los partidos políticos (empezando por aquellos que se sitúan en el centro de los cordones sanitarios), los medios de comunicación y el conjunto de la sociedad reflexionen al respecto. No sea que bajo el pretexto de querer reforzar nuestro sistema democrático aplicando cordones sanitarios en todas las direcciones, acabemos con la democracia misma.

Etiker lo forman PAtxi Meabe, PAkp Etxebeste, ARturo García y Joxemari Muñoa