EL vino de Rioja Alavesa es hoy un producto importante en la economía de Álava, pero antaño lo fue más aún. Por otro lado, hay que destacar que ese oro rojo que en la Edad Media surgía cada primavera de las bodegas de Laguardia, Labastida, Elciego, Villabuena, Lanciego, Oyón?, con destino a los mercados de Vitoria y del resto del País Vasco, ha sido uno de los productos que más ha hecho por la vertebración de Álava y por la conformación definitiva de nuestro Territorio Histórico. El vino de Rioja Alavesa ha tenido otros nombres a lo largo de su dilatada historia: vino de “la Sonsierra de Navarra” en sus comienzos, vino de “la Hermandad de Laguardia” más tarde, vino de “Rioja Alavesa” desde que a principios del siglo XVII el topónimo vasco “Arrioxa” o “Errioxa” se extendió desde la cuenca del Oja hasta zonas próximas de la cuenca del Najerilla y la Sonsierra? Incluso ha tenido nuestro vino apelaciones curiosas, como esa de “Medoc Alavés” que unas pocas botellas de Diputación Foral de Álava llevaron durante dos años de mediados del siglo XIX, y que ponen en evidencia la defensa del nombre de Álava que ha hecho la institución foral en tiempos pasados.

Todos los nombres que ha tenido nuestro vino tenían su razón de ser histórica, todos le diferenciaban ante los consumidores, hablaban de sus peculiaridades, de su origen singular? Sin embargo, hoy, en aras de la globalización y la uniformización, se quiere englobar a vinos distintos, elaborados por gentes con culturas e historias distintas, en una marca unitaria.

Pero no todos están de acuerdo con esa homogeneización y así estamos viendo estos días, con la declaración de nuestro paisaje vitícola como Patrimonio Cultural de la Humanidad, cómo vienen los expertos de la Unesco y nos dicen algo obvio: “No, no hay un paisaje cultural unitario en la Denominación Rioja”. Indudablemente, hay características concretas (socioculturales, históricas, paisajísticas, agronómicas?) del viñedo alavés que le hacen diferente. ¿Mejor o peor que otros? Cuestión de gustos, pero lo que no es opinable es que es distinto, singular, especial? es de Álava.

Los nombres y apellidos son importantes en cualquier persona o producto: nos definen, identifican nuestro origen y esencia, nos personalizan, nos hacen diferentes. También son muy importantes los apellidos en el vino. Y en este sentido me viene a la memoria una bonita campaña de hace unos años de Diputación Foral de Álava: “Rioja Alavesa: un vino con nombre y apellido”. Sin embargo, ha habido en los últimos tiempos un fuerte retroceso en la utilización de la palabra “Álava” en nuestros vinos. Valga un dato como ejemplo: decenas de millones de personas beben cada año vino elaborado y embotellado en Álava y apenas alguna de ellas sabe que es un producto vasco de Álava, que es fruto del trabajo de miles de agricultores y bodegueros alaveses.

En efecto, cualquier observador atento podrá constatar que la palabra “Álava”, como si fuera un vocablo maldito o inútil, se ha caído en los últimos tiempos de las etiquetas en beneficio del unitario e impreciso “Rioja (Spain)”. Primero se cayó de la contraetiqueta oficial el escudo de Álava que lucieron durante décadas todas y cada una de los miles de millones de botellas de vino Rioja; luego se cayó el nombre de Álava que aparecía en etiquetas famosísimas; después se dificultó la utilización de la denominación comarcal “Rioja Alavesa” con trabas administrativas de bajo rango legal. Y no digamos nada de la imposibilidad de utilizar en la etiqueta el euskera, idioma oficial de esta región alavesa de la Denominación, impedimento que se hace extensivo no sólo a las botellas que van a China o Rusia sino incluso a las que van a cualquier batzoki o herrikotaberna del país. Y aquí surgen una serie de preguntas como ¿por qué ese vino de Rioja Alavesa producido por cosecheros euskaldunes y dirigido a un mercado euskaldún va a ser el único producto vasco que no se puede etiquetar en euskera? ¿Por qué no admitir en nuestra Denominación la doble nomenclatura “Rioja-ERRIOXA” como los andaluces utilizan la triple “Jerez, Xerez-Sherry”? Y respecto a las crecientes dificultades burocráticas para poner “Rioja Alavesa” en la etiqueta también surgen un montón de interrogantes: ¿Por qué un vino de Rioja puede ser llamado “tinto” aunque tenga un importante porcentaje de uvas blancas en su composición y, sin embargo, un vino de Rioja Alavesa no puede poner este apellido si tiene unas pocas uvas de otras subzonas de la Denominación? ¿Por qué un vino de Laguardia no puede poner “Álava” en su etiqueta, cuando hay otras Laguardias en el mundo que pueden confundir al consumidor?

No son las normas superiores (Constituciones, Estatutos, normativa europea?) las que impiden utilizar en nuestros vinos nuestros apellidos o nuestra lengua; todo lo contrario, son normitas de bajo rango impuestas por terceros sin demasiados argumentos. Vamos a cambiar esas normitas, vamos a poner en valor como antaño la palabra Álava en nuestros vinos.