EZKERRA-esquerra es una de las pocas palabras que mantienen comunes el euskera y el catalán, con el mismo significado y con fonética muy ligeramente distinguible, porque la catalana se escribe con s, de sonido latino, y también con q y u, aunque el sonar de éstas no es tan distinto del que produce la k vasca. En política, sin embargo, las formaciones que incluyen esa denominación son bien diferentes y muestran una trayectoria más bien antinómica. Recordemos que la disolución de ETA político-militar llevó a una parte minoritaria de sus militantes junto a los milis. El resto, y la mayoría miembros del brazo político Euskadiko Ezkerra, incluidos dirigentes, se integraron mayoritariamente en el Partido Socialista, con fusión de siglas (PSE-EE). El escaso resto se distribuyó entre Herri Batasuna, el PNV (muy pocos) o se retiró de la actividad pública.
Esquerra Republicana de Catalunya es, con Unió, uno de los partidos políticos decanos del Principat, que lideraron los presidentes Macià, Companys (el mártir) y Tarradellas, hasta que el nacionalismo mayoritario se agrupó en la Convergència Democràtica surgida en la pretransición con Jordi Pujol al frente, sin perder una cuota importante, aunque nunca la mayoritaria? hasta ahora.
Y aquí es donde llega el fenómeno contrario al conocido en Euskadi. El Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), fruto en su momento de la fusión de las fuerzas autóctonas de esa ideología y del PSOE, ha conocido bajas de militantes y dirigentes históricos partidarios sin ambages de la consulta soberanista, o directamente de la independencia.
Los republicanos que ahora lidera el historiador Oriol Junqueras no sólo han crecido y muestran expectativas de volver a ser la fuerza mayoritaria del Principat, sino que se han erigido en la formación más aceptada por quienes desean la separación de España y no acaban de ver fiable, pese a todas las declaraciones y actuaciones, al partido del president Mas, y menos al socio coaligado, la Unió de Durán i Lleida.
Por eso, y por una mayor afinidad ideológica, ante las próximas europeas se ha producido un trasvase histórico: el exconsejero de Educación de los gobiernos de la Generalitat encabezados por el PSC, y hermano del president Maragall, Ernest, será el número 2 de la candidatura de ERC a Estrasburgo. A la lista no se han sumado otros discrepantes del partido de Pere Navarro, quién sabe si porque su aportación ahora se prevé poco más que testimonial dado el reparto de escaños que corresponden al Estado por el sistema de circunscripción única que difícilmente dará más de un escaño a formaciones autóctonas catalanas y casi seguro que no llegará para un tercero.
Otro exdirigente, Toni Comín, se ha dado ya de baja en el PSC, y aunque no se muestra dispuesto a aceptar el número tres de la candidatura, no ha ocultado su acercamiento a Esquerra, mientras que otros exconsejeros ilustres de Maragall y Montilla, como Montserrat Tura, o Joaquim Nadal, sin dar el paso, son incondicionales de la consulta y el segundo preside la comisión por el derecho a decidir en la circunscripción de Girona. Estos trasvases pueden acabar decantando el sistema de mayorías catalán vigente desde el inicio de la transición y culminar con éxito la maniobra de los republicanos históricos de garantizar la gobernabilidad sin entrar en el Govern ni pagar el precio de la baja de popularidad por ejercerlo en tiempos de crisis.
Entre tanto, la Generalitat pasa al contraataque ante la resurrección de espectros del pasado, en forma de recentralizaciones del poder por parte del gobierno del PP. Ha anunciado recursos de inconstitucionalidad, pese a la desconfianza en el éxito, contra la ley Wert, la de reforma de las administraciones locales, la de unidad de mercado -que podría facilitar la huida de empresas a otras comunidades autónomas- y la de evaluación ambiental.
Y si, por lo que parece, Madrid ha renunciado a eliminar el histórico ente meteorológico catalán, Arias Cañete, que ya lo intentó cuando ocupó el mismo ministerio de Agricultura bajo Aznar, ha recuperado el plan hidrológico del Ebro, poniendo en pie de guerra a los ribereños del delta y a la misma Generalitat, que ven más probable su anulación en Europa, donde la sensibilidad por la ecología es mayor, sobre todo teniendo en cuenta que el delta fue declarado reserva natural de la biosfera y el caudal que pretenden dejar tras las nuevas captaciones aguas arriba supone una seria amenaza para su supervivencia.