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¿No hay filósofos en el PP?

LA asignatura de filosofía que pretendía el fomento de la reflexión y el buen juicio entre los jóvenes, deja de ser obligatoria en Secundaria. La Filosofía Política, que asomaba tímidamente en la asignatura de Educación para la Ciudadanía de 2º de la ESO, desaparece. Y la Historia de la Filosofía, hasta ahora obligatoria en el último curso de Bachillerato, se convierte en optativa que podrá ser elegida entre varias asignaturas más, si es que es ofertada. El Gobierno, en la persona del ministro Wert, la ha aniquilado. No es una muerte más, sino el fin injusto del amor a la sabiduría (philosophia) que merece un epitafio acorde a lo que el Partido Popular acaba de sepultar, es decir, mucho más que una asignatura escolar.

José Ignacio Wert ha actuado como una especie de thelemita del Gargantúa de Rabelais en la misma medida en que ha desechado la ética como una materia superflua o nociva. De nada sirve que la filosofía trajera la luz a Occidente y con ella llegaran las grandes preguntas a la Antigua Grecia y las incipientes disquisiciones con el paso del mito al logos (la palabra razonada), la espiritualidad (psique) diferenciada de lo corporal, etc. Tampoco ha servido que de la filosofía naciese el pensamiento moderno en su más amplio sentido de la expresión, incluidas algunas artes, la democracia y los grandes soportes de la civilización occidental. ¿Es peor la luz que la oscuridad?

Wert ha tomado a su cargo la irresponsabilidad de hurtar las bases humanísticas a las generaciones venideras sin que exista recambio alguno en lo que a enseñanza del pensamiento se refiere. La cosa es grave, porque abarca mucho fondo: sin Tales de Mileto ni Pitágoras no habría matemáticas pues con los filósofos presocráticos nació la ciencia, la misma ciencia que Galileo y Newton culminarían para disfrute de nuestra civilización y que ha desembocado en los ordenadores, tabletas táctiles y teléfonos móviles a los que nos hemos rendido.

¿Ya no interesa esta ciencia de la madurez humana? Eliminar la ciencia de la filosofía supone el triunfo del tener sobre el ser, y el portazo al aprendizaje de plantearnos preguntas más allá del utilitarismo mercantil. Con Sócrates aprendimos el valor de la honestidad y la coherencia. Platón nos abre a la contraposición entre la realidad y el conocimiento en su célebre mito de la caverna, mientras Aristóteles nos interpela desde la metafísica. Y así durante más de dos mil quinientos años hasta nuestros días. Sin Filosofía, incluso lo mejor de nuestra literatura, quedaría fatalmente amputada ¿No son filosofía La Odisea, Hamlet, Crimen y castigo o La peste?

La filosofía ha sido declarada perjudicial para la educación de la juventud, incluida la característica principal de toda pregunta filosófica, que es plantearse preguntas implicadas en el todo de la existencia y las tomas de postura últimas (Joseph Pieper). Pero esto no casa en absoluto con una parte dominante de esta sociedad que se rige por otra concepción también global de la realidad y de la existencia, aunque de signo contrario: superficial, acrítica y materialista, que desprecia -y le molesta- la ciencia del pensamiento.

Cuando los conservadores del PP deberían hacer honor a su mentalidad y conservar para nuestros jóvenes la filosofía como ciencia del pensamiento, resulta que se ha quedado sin filósofos de guardia que denuncien la Lomce. Por fortuna, no desaparecerá el legado filosófico en forma de libros y bibliotecas ni en formatos word y pdf por toda la red. Allí seguirán viviendo los grandes del pensamiento y la historia de su enorme influencia en el ser humano occidental, prestos a enseñarnos el valor de la existencia, del conflicto y la duda ¿Cuánto tiempo tiene que pasar hasta que la cultura del pensamiento triunfe de nuevo sobre la barbarie materialista? Para colmo de males, Wert y los del PP, no solo han actuado con estulticia sino que han invadido las competencias vascas en educación. ¿Cuál será lo siguiente?