EL martes volvía a ser 19 de junio. En la misma fecha de 1987, a las cuatro y media de la tarde, estallaba el coche bomba de ETA en los grandes almacenes Hipercor, en la Meridiana de Barcelona, que dejaría 21 muertos y 45 heridos. A la vez, dinamitaba las simpatías catalanas hacia la organización, que solo nueve días antes se habían plasmado en los 40.000 votos que contribuyeron a llevar al entonces candidato de Herri Batasuna, el abogado Txema Montero, al Parlamento Europeo.

Con la perspectiva actual, aquel fue el acelerador o el detonante de conciencias hasta entonces comprensivas con la lucha armada, a la retirada más que mayoritaria de los apoyos sociales al activismo violento, hoy declaradamente desactivado.

Uno de los afectados por la explosión, con quemaduras graves y lesiones en el hígado, trabajaba en la carnicería del centro comercial y se llama Robert Manrique. Tenía 27 años. Luego llegó a ser presidente de la Associació catalana de víctimes d'organitzacions terroristes (ACVOT) que ya en el nombre, y durante su mandato, se desmarcaba con claridad de las otras AVT, por la extensión en el tipo de afectados y de causantes de las agresiones y, a la vez, por el rechazo a la utilización política de las víctimas que siempre ha mantenido.

Hace pocos días, Manrique volvió a ocupar lugares destacados en los medios, por la entrevista mantenida en la cárcel de Zaballa con el organizador de aquella masacre, Rafael Caride Simón.

En mayo de 2011, hacía más de un año, Caride había escrito a su víctima catalana, reconociendo y lamentando el daño causado, manifestación que le repitió en persona, cara a cara. Los detalles y sensaciones de la conversación entre dos interlocutores tan destacados han sido ya recogidas y reproducidas en espacios destacados por los principales medios. La consecuencia principal es que sirvió y benefició, por lo que ha trascendido, a ambos interlocutores.

La efeméride se ha conmemorado con diversos actos en Barcelona. Primero, el viernes 15, en el Parlament, previa convocatoria de la ACVOT actual, alejada de los postulados de Manrique, al cual ni siquiera invitaron. Dijo que se había enterado "por la prensa" y que, lógicamente, no pensaba acudir.

Su actual sucesor al frente de la organización, José Vargas, expresa bien claramente el cambio en el colectivo. Declaró a los medios que la visita de su predecesor a Caride era "una payasada". El mismo martes 19, en el último acto ante el edificio de Hipercor, instó a "perseguir a los terroristas con todas las armas del Estado y que ningún delito de terrorismo quede impune, y no prescriba". Lo hizo en presencia del presidente López, la presidenta el funciones de la Generalitat, Joana Ortega, y el alcalde Trías, entre otras autoridades y medio millar de ciudadanos espontáneos.

Por la mañana del mismo día, en el acto institucional, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, condecoró a decenas de víctimas catalanas de ETA, en diversos atentados, incluido el incendio del hotel Corona de Aragón de Zaragoza, durante años atribuido oficialmente a causas accidentales, y no a un atentado terrorista.

El mayor de los dos destacados líderes del Partido Popular en el Principat -el menor, Alberto, preside desde hace tiempo el grupo municipal de su formación en el ayuntamiento de la capital- reiteró con total rotundidad que el gobierno del que forma parte no negociará "jamás" con ETA ni con sus presos, y antes, en TV-3, que "las víctimas juegan un papel clave en la reinserción de los presos (de la organización) antes de defender las entrevistas que algunos de ellos están manteniendo con afectados por sus actos.

Entre las múltiples referencias y recuerdos poco conocidos, el exministro José Barrionuevo ha revelado que presentó su dimisión a Felipe González, porque consideraba "tibia" la reacción del gobierno al atentado, en contraste con la firmeza demostrada por Jordi Pujol. No hace falta recordar que aquel ministro acabaría procesado y condenado entre los responsables de las acciones de los GAL.