UNIÓ Democràtica de Catalunya (UDC), el partido catalán en activo más antiguo junto a Esquerra Republicana (ambos desde 1931), fijó en su reciente congreso su idea de relación con España, unida en una confederación, y reeligió una vez más al sólido líder Josep Antoni Durán i Lleida, por primera vez con un candidato opositor, el alcalde de Vic, Josep Maria Vila d'Abadal, que no alcanzó el 20% de los votos de representantes.

Durán volvió a marcar territorio respecto de Convergència (CDC), insistiendo en la federación que les ha devuelto al poder. Para esa aparente paradoja se apoyó en las declaraciones tranquilizadoras de Mas, después de haber fijado el horizonte de su formación en la independencia, cuando dijo de cara a Madrid que CDC "no es independentista".

Durán es un líder sólido. Puede que entre los pocos con carisma, hasta el punto que reiteradamente fue el mejor valorado, una y otra vez, entre los políticos en las encuestas realizadas en el conjunto del Estado. Hasta que denunció las vidas subvencionadas de Andalucía y Extremadura y los españoles le sustituyeron por Rosa Díez.

La reelección supone la continuidad de una línea de casi tres décadas al frente del partido democristiano catalán, mucho más cercano a lo confesionalidad de lo que puede ser hoy el PNV. Su papel en el Congreso de los Diputados sigue siendo muy bien valorado por propios y extraños. Le caricaturizan como aspirante eterno a un ministerio español y podría haber sido ministro, pero rechazó una y otra vez diferentes ofertas de los gobiernos sucesivos de PSOE y PP. Tal vez por esa valoración, por no crear demasiadas incomodidades pese a la clara oposición catalanista, recibió nada más ser elegido las felicitaciones de Alfredo Pérez Rubalcaba, Soraya Sáez de Santamaría y diversos miembros del gabinete Rajoy.

Las distancias siempre amagadas y nunca ejercidas respecto de Mas, como antes de Pujol, parecería que favorecen a las dos fuerzas federadas, porque abren el espacio hacia la derecha y el mantenimiento en España del electorado conjunto. Lo que no quiere decir que Unió, en los estatutos originarios, hiciera constar el principio independentista.

Ha mantenido tradicionalmente a lo largo de la historia una gran proximidad con el nacionalismo vasco conservador, demostrado durante el final de la República con el asesinato conjunto de su líder Manuel Carrasco i Formiguera, capturado junto a Aitzol en un barco civil, el Galdames, por el crucero Canarias, después de la resistencia de los bous Gipuzkoa, Nabarra, Bizkaia y Donostia.

Desde la transición, las relaciones continuaron fluidas, dentro de la internacional demócrata-cristiana, hasta que esta se diluyó en el Partido Popular Europeo. Y Durán era un asiduo en las campañas electorales del PNV, un fijo en los Alderdi Eguna.

Después de la oposición interna declarada, el presidente reelecto dijo que "en Unió no sobra nadie". Parecería, sin embargo, que ha surgido una figura con clara posibilidad de sucesión, cuando llegue el caso. Josep Maria Vila d'Abadal es el alcalde de Vic, ciudad del interior con uno de los mayores índices de población immigrada y graves problemas de convivencia, abordados con una gestión ensalzada no solo en su órbita política y que ha tenido que afrontar la xenófoba y ultraderechista Plataforma per Catalunya, con feudo y gran apoyo electoral en el mismo municipio. Además, preside la asociación de municipios catalanes por la independencia, y ha conseguido la aprobación en plenos de diversas mociones en esa dirección, incluida la de insumisión a la Hacienda española, "en la medida de lo posible".

Al acabar el congreso de Unió, Vila d'Abadal, que durante los debates retiró la petición de inclusión de la independencia en la ponencia política, se mostraba satisfecho porque, pese a todo el peso del aparato de la formación, también en Unió "se había podido hablar de independencia". Así UDC se suma a las formaciones catalanas con doble alma, catalanista más o menos intensa y la de convivencia en España. Como la propia Convergència y el mismo Partit dels Socialistes.