CÓMO se encuentra hoy la prima de riesgo? Una pregunta tan técnica como esta se ha convertido en tema habitual de conversación en amplios sectores de nuestra sociedad. Sin duda, se trata de un fiel reflejo de la coyuntura económica tan turbulenta que nos está tocando vivir este último lustro y que nos está afectando a la mayoría en mayor o menor grado. Por otra parte, las cifras que se están manejando para el rescate de Bankia, así como las sucesivas rectificaciones de muchos miembros del actual Gobierno no hacen sino acrecentar el nerviosismo de los mercados y la sensación de que el Estado español se encuentra al borde de un precipicio del que no alcanzamos a sondear su verdadera profundidad.

En este escenario me gustaría compartir una serie de reflexiones que demuestran la evolución diferencial con respecto al resto del Estado que estamos viviendo en Euskadi (a pesar de que la crisis nos afecte a todos) y aclarar que dicha evolución diferenciada se apoya en un amplio abanico de medidas que hemos ido adoptando como país desde hace tres décadas.

En primer lugar, quisiera destacar la diferencia de nuestra estructura productiva en relación a la del resto del Estado. En Euskadi llevamos desde la década de los 80 haciendo una clara apuesta por nuestra economía productiva y nuestro sector industrial, mientras que algún ministro español señalaba hace años que "la mejor política industrial es la que no existe". Ese esfuerzo colectivo se ha traducido, entre otros resultados, en que el valor añadido de nuestra industria viene a representar un porcentaje superior al 22% de nuestro PIB (Eustat, 2010). Por el contrario, la media del Estado en esta variable supone poco menos de la mitad de nuestro guarismo. Aquí se apostó claramente por la industria mientras en otras latitudes se apostó por el monocultivo del sector de la construcción. El estallido de la burbuja inmobiliaria en el último lustro está llevando a una situación de claro declive económico e insolvencia a muchas de esas regiones.

Es cierto que, en la presente coyuntura, todos los países lo estamos pasando mal en mayor o menor grado. Sin embargo, nuestra tasa de paro sigue estando en la mitad de la del Estado español, que ronda ya el 25%. Otra muestra más de que nuestra apuesta de varias décadas en pos de la economía productiva nos ha preparado para poder afrontar esta grave crisis económica mejor de lo que lo está haciendo nuestro entorno más cercano.

La gran mayoría de los economistas comentan que la salida de esta crisis vendrá por el impulso decisivo de las exportaciones. Y en este apartado, ¿cuál es la situación de Euskadi? Los datos nos hablan de que con apenas un 4,5% de la población del Estado, nuestra cuota de exportaciones ronda el 10% del total. Es decir, somos una pequeña potencia exportadora con guarismos más propios de otras regiones europeas más avanzadas, tanto en tasa de apertura de nuestra economía como en el balance, con amplio superávit que venimos presentando año tras año en nuestra balanza de pagos.

Además, la progresiva mejora del nivel tecnológico de nuestras exportaciones las está haciendo cada vez más competitivas y esto supone un elemento diferencial en el mundo en el que nos movemos hoy en día. En este apartado también ha servido la apuesta que se materializó en la década de los 80 por las administraciones vascas en pos de la mejora continua y el impulso decidido a la I+D+i. El primer Gobierno vasco de 1980 se encontró un desierto en el área de la investigación que amenazaba con extenderse a gran parte de la industria vasca. La decida política industrial y en materia de I+D+i, que fue una apuesta sostenida en el tiempo por todos los gobiernos siguientes, han permitido que este apartado suponga otro aspecto diferencial con respecto al Estado español.

Euskadi se encuentra ya en torno a la cifra media de inversión en I+D+i europea (1,85% sobre PIB, datos Eurostat), mientras que el Estado se encuentra muy por debajo de nuestra cifra (en torno al 1,25%). Me resulta complicado casar la cifra de inversión en I+D+i del Estado con las declaraciones que realizan de que las exportaciones sacarán a España de la crisis. En este punto no hay milagros. O competimos diferenciando nuestros productos vía calidad e innovación o competimos en costes. En Euskadi, nuestra guía siempre ha sido la primera de esas apuestas. Es decir, la de configurar un país avanzado, sólido y con una alta redistribución de la riqueza. No sabemos cuál es la apuesta del Estado español en este punto, pero mucho nos tememos que con los recortes que han introducido en I+D+i, su apuesta tienda a ir por la vía de las rebajas salariales y la devaluación interna para ganar competitividad en el exterior. Eso no servirá, por desgracia, más que para empobrecer a gran parte del país.

Por otro lado, la evolución de nuestro PIB per cápita sirve de claro ejemplo de que todas las medidas citadas anteriormente han servido para configurar Euskadi como una región avanzada, competitiva y solidaria dentro del contexto europeo. En concreto, hemos pasado de tener un índice de renta per cápita de 115% sobre la Unión europea de 27 miembros (Eurostat, 1998); a tener un índice de 134% el año 2009. Según los datos de la agencia estadística europea, se trataría de la mejor evolución entre todas las regiones del Estado español, y nos ha situado entre las 45 regiones más prósperas de la Unión Europea (entre casi 300 regiones que componen la Unión).

Y tan importante como la riqueza generada es la distribución equitativa de la misma y la solidaridad con los miembros más desfavorecidos de nuestra sociedad. En este aspecto también hemos sido pioneros en todo el Estado, configurando unos servicios sociales que han tratado de apoyar a las personas en riesgo de exclusión social de nuestra sociedad, con unos niveles de cobertura y apoyo muy superiores a los que se dan en otras zonas del Estado.

Sin embargo, y a modo de conclusión, quiero destacar que los últimos años nuestro desempeño no está resultando especialmente brillante. Y no me refiero al contexto de terrible crisis económica que vivimos, sino más bien a que parece que el Gobierno vasco transmite una sensación clara de inacción y una falta muy relevante de ideas con las que afrontar la crisis. Esa sensación está calando entre gran parte de la clase económica vasca, que cada día se halla más preocupada. Llegados a este punto, cabe plantearse si no sería necesario un cambio de rumbo y un compromiso más fuerte por parte del Gobierno vasco con la economía productiva del país.

Si su respuesta es negativa, por el motivo que fuese, quizás deberían plantearse, dada la gravedad de la situación que vivimos, que el país necesita un cambio estratégico y que, si ellos no son capaces de afrontarlo, deberían de dar la oportunidad a la ciudadanía vasca para que exprese democráticamente sus deseos y que se conforme, en su caso, un nuevo Ejecutivo. La magnitud de los desafíos que tenemos por delante exige que ese nuevo gobierno esté formado por gente de alta capacitación y que cuente con el aval renovado en las urnas de la propia sociedad vasca en su conjunto y sin exclusiones. El futuro de los vascos, hoy más que nunca, debe de estar en nuestras manos.