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Lección de ingeniería gasística en Dallas

NUNCA está donde debiera en el momento preciso. Cuando se produjo la noticia, estaba en USA, en un tren americano. ¡Más madera, que es la guerra!, pedía Groucho Marx. Dicen que hubo quien trató de disuadirle del viaje. Estaba cantado que tras la Cumbre de Aiete ocurriría algo importante y su puesto estaba al timón de su txalupa. Tal vez argumente su pataleta diciendo que si no han contado con él hasta ahora, que tampoco lo hagan al final.

Propongo que en el Museo del Ferrocarril de Azpeitia habiliten una sala con una reproducción a escala natural del coche salón, figuras de los personajes incluidas, donde pulsando un botón verde se reproduzcan sus primeras declaraciones improvisadas ante la cohorte de periodistas invitados que le acompañaban. Como el camarote de Elcano que había en el Aquarium y tanto nos impresionaba de chavales, cuando íbamos con el aitona Vicente.

Donde sí estuvo solemne, el profesor -universidades de Harvard de Boston y Jhon Hopkins de Washington, ¡lo que nos habrá costado!- fue en Dallas, anunciándonos a pie de uno de los pozos, cubierto con el correspondiente casco, el descubrimiento y la inmediata explotación de un yacimiento de gas que solucionará nuestros problemas energéticos a medio plazo. "Estamos ante un proyecto estratégico para el país, una garantía de sostenibilidad futura", dijo. No explicó, seguramente por las prisas y el ruido del entorno, las características y el sistema que se utiliza para la extracción del gas descubierto en la Llanada alavesa.

Veamos el proceso esquemáticamente. El gas natural, metano, tiene menos contenido de carbono que el petróleo o el carbón, de forma que al quemarse emite menos dióxido de carbono, principal causante del cambio climático. El metano suele estar atrapado en bolsas de rocas porosas, como una esponja, a mucha presión y a pocos cientos de metros de profundidad. Para extraerlo, por el método convencional, se perforan las rocas hasta llegar a la bolsa y el gas fluye hacia arriba por diferencia de presión. Relativamente fácil y sostenible.

Otras presentaciones del gas son las denominadas reservas no convencionales, que se caracterizan por estar en rocas de baja porosidad y permeabilidad, pizarra por ejemplo, atrapado a mucha profundidad, entre 400 y 5.000 metros, distribuido en pequeñas burbujas o poros, a veces microscópicas, no conectadas entre sí, en menor concentración y más difíciles de extraer. A este metano se le denomina gas de pizarra, gas de esquistos o shale gas. Precisamente, es el caso del gas al que se refirió el protagonista de la lección de Dallas, el gas alavés. Para su captura es necesario romper las capas de pizarra para conseguir reunir el gas y que fluya luego hasta la superficie. A esta compleja y costosa técnica se le denomina fractura hidráulica horizontal o fracking en inglés.

La técnica consiste en hacer una perforación vertical hasta la capa de pizarra mediante un tubo de acero protegido con cemento para evitar posibles contaminaciones de acuíferos. Una vez que se llega a la pizarra, se realiza una perforación horizontal a través de esta, que puede llegar a los tres kilómetros. Luego, se utilizan explosivos para provocar pequeñas fracturas y una vez provocadas estas, se inyectan toneladas de agua a muy alta presión, mezclada con arena y aditivos químicos que fracturan la roca liberando el gas que, junto con la arena y aditivos, retorna en su mayoría a la superficie, a veces con metales pesados y otras sustancias poco recomendables, incluidos elementos radiactivos. Existen más de 500 aditivos utilizables, xilenos, cianuros entre otros, y algunos son cancerígenos o mutagénicos declarados. Debido a las altas presiones, a veces se deteriora el recubrimiento de cemento del tubo de acero, hay filtraciones y elevado riesgo de contaminación de acuíferos y del terreno.

Me comentan que en Francia han prohibido este método de extracción. Ignoro hasta qué punto han influido las poderosas eléctricas nucleares. Por los mismos motivos, me imagino que dañará a nuestra industria de aerogeneradores. Por otro lado, hasta ayer mismo apostábamos por las energías renovables, la sostenibilidad y la eficiencia energética. Todo esto desconcierta o da qué pensar. Mal, por supuesto.

Los estragos que pueden producir en la Llanada no son los mismos, pero me recuerdan a los que originaron los romanos en sus extracciones de oro en El Bierzo, legándonos Las Médulas, un paraje de extraordinaria belleza, especialmente al atardecer. Fue hace casi dos mil años. Si no lo conocen, se lo recomiendo para esta próxima primavera.