NO te detengas! Siempre ten presente que la piel se arruga, el pelo se vuelve blanco, los días se convierten en años? Pero lo importante no cambia, tu fuerza y tu convicción no tienen edad. Tu espíritu es el plumero de cualquier telaraña. Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida. Detrás de cada logro, hay otro desafío. Mientras estés viva, siéntete viva. Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo. No vivas de fotos amarillas? Sigue aunque todos esperen que abandones. No dejes que se oxide el hierro que hay en ti. Haz que en vez de lástima, te tengan respeto. Cuando por los años no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina. Cuando no puedas caminar, usa el bastón? ¡Pero nunca te detengas! (Madre Teresa de Calcuta).
El pasado 17 de noviembre, como una visita más, acudimos Estibaliz Hernáez (Parlamentaria de EAJ/PNV) y yo misma a una cita concertada en las aulas de la experiencia que la UPV/EHU tiene en el Casco Viejo bilbaino. Allí fuimos recibidas por su director, Josetxo Urrutikoetxea, con él recorrimos las clases, laboratorios, biblioteca... y hablamos con algunos de los estudiantes que aprovechaban sus 15 minutos de descanso para tomarse un café.
"Las aulas de la experiencia", por si alguien aún no lo sabe, es un proyecto que la Universidad del País Vasco ofrece a la sociedad vasca en cumplimiento de la función específica que le ha sido recomendada, que no es otra que la extensión de la cultura universitaria en el conjunto de la CAV. Para acceder a estas aulas no se exige titulación previa alguna, aunque son necesarios requisitos como el estar prejubilado, ser mayor de 55 años o ser ama de casa; esto último me parece fundamental si realmente creemos en una sociedad igualitaria en la que todos somos productores imprescindibles de cultura, riqueza y solidaridad.
Debo decir que casi todo lo que vi fue tan novedoso como reconocible. Novedoso porque en los pasillos no había nadie sentado en el suelo, ni saltaban por las escaleras, ni había tablones llenos de anuncios de pisos de estudiantes, ni cartelería... Pero, por otro lado, el ambiente de estudio, de clase, de compañerismo y de complicidad era el mismo que el de cualquier centro universitario. Y esa diferencia en lo igual es lo que me llevó a reflexionar sobre la experiencia de la edad, o mejor dicho sobre la edad de la experiencia.
Me he preguntado entonces sobre la madurez, la vejez, la experiencia, la edad y tantos y tantos términos usados cuando nos referimos a esa parte de nuestra vida, intentando dar con una respuesta, pero, ciertamente si existe la respuesta, indudablemente no es una.
A pesar de todo, comparto la idea de que envejecemos cuando lo nuevo nos asusta y nos cerramos a las nuevas ideas haciéndonos radicales. Envejecemos si dejamos de luchar y envejecemos cuando empezamos a tener edad en vez de tener vida. Creo que se es viejo cuando no se enseña y no hay vejez cuando todavía se aprende, se es viejo cuando apenas se puede dormir, mientras que cuando todavía se puede soñar y cuando uno trata de renovarse cada día que empieza, la vejez se vuelve experiencia.
Por qué solo es viejo aquel que pierde su última esperanza. El cuerpo indudablemente envejece, pero el espíritu y su actividad creadora no. Goethe terminó Fausto a las 82 años, Tiziano pintó obras maestras a los 98, Toscanini dirigió a los 87, B. Franklin ayudó a redactar la constitución de Estados Unidos a los 81. Estoy segura que también las alumnas y alumnos de estas aulas seguirán sin lugar a dudas con la nueva experiencia adquirida y la acumulada, contribuyendo a una sociedad más justa y sabia.
Entre estas aulas, los mayores se encuentran en un proceso de continuo crecimiento, de continuo aprendizaje de materias y experiencias, de afectos y actitudes, de hábitos y creencias. Aquí todo es aula, incluso los pasillos y la máquina de café son zonas de aprendizaje.
Dicen los trabajadores que aquí les toca la lotería cada día. Que su trabajo es un privilegio, que reciben más que dan. Hay quien les dice que a final de mes debieran pagar en vez de cobrar. Todo son bromas y complicidades, el ambiente es insuperable.
Pero como no hay mejor testimonio que el surgido desde dentro, para muestra lo dicho por Socorro Salazar, alumna, en el acto de entrega de la V promoción: ".... estos cursos nos han permitido aprender a ver las cosas desde un prisma con más caras, hemos aprendido a amar el arte, no solo a juzgarlo, a viajar con Colón y convivir con el Quijote, a sufrir la peste negra, a penetrar en grutas y ver la complejidad del ser humano. Nosotros, los de entonces -decía parafraseando a Neruda- ya no somos los mismos, hemos crecido".
Queremos agradeceros vuestra cercanía. Sabéis que nuestras puertas están siempre abiertas, tan abiertas como hemos encontrado las vuestras. Y porque os sentimos imprescindibles también en el mundo educativo nos gustaría, que en la reflexión abierta que nos hemos propuesto en EAJ/PNV en torno al mundo de la educación, contar con vosotros y vuestra ayuda en el trabajo de búsqueda por la mejora y la excelencia a la que nos hemos obligado.
Y buceando en los significados, han caído en mis manos interesantes lecturas, de entre las cuales me he permitido recoger un comentario de Mario de Andrade, brasileño, poeta, ensayista, novelista, y muchas cosas más, que al tomar conciencia de que le quedaba menos por vivir que lo vivido, decidió para qué tenía y no tenía tiempo e hizo una lista.
No tenía tiempo para reuniones interminables, para soportar a viejos que no han crecido, para lidiar con mediocridades, ni para mentirosos, maniobreros ni ventajeros. Porque lo que quería era la esencia. Y sí lo tenía para vivir junto a gente humana, muy humana, que no huya de sus responsabilidades, que no se envanezca con sus triunfos, que se ría de sus errores y que defienda la dignidad. Porque esto era la esencia, y solo lo esencial hace que la vida merezca la pena.
Creo que Mario sería feliz entre estas aulas.