EL pasado 6 de noviembre asistí en Mar del Plata, durante la Semana Nacional Vasca, a la Asamblea de la Federación de Entidades Vascas de Argentina (FEVA). Finalizada la sesión ordinaria, se recibió a la delegación oficial del Gobierno vasco, encabezada por el Sr. Julián Celaya, director para los Ciudadanos y las Colectividades Vascas del Exterior, quien fue invitado a dirigirse a la Asamblea.
El Sr. Celaya comenzó encareciendo a los Centros Vascos de Argentina el respeto debido, existiendo o no posibles divergencias de éstas con el actual Gobierno vasco, tema al que me referiré solamente para decir que estas divergencias son reales en algunos puntos, concretamente en el sentido y significado del llamado Día de Euskadi y el Aberri Eguna, Día de la Patria Vasca.
En un tono mezcla de enfado y filípica, el Sr. Celaya tuvo a continuación una expresión en forma de imagen, referida a las ayudas económicas que reciben los Centros Vascos desde la Comunidad Autónoma Vasca, definiéndolas que son como "la teta que da la leche". A título exclusivamente personal y como argentino, en mi caso de origen vasco, pero igual si lo fuese de otra ascendencia étnica, -a mi patria Argentina se la ha llamado "crisol de pueblos y culturas"- rechazo esa desgraciada expresión que nunca hubiera deseado escuchar, por irrespetuosa. Estoy plenamente convencido que no merecemos los socios y las socias de las Euskal Etxeak, de las Casas Vascas en Argentina, esta expresión que pretende recordarnos que al parecer no somos debidamente agradecidos y no respetamos a quien nos nutre de "leche desde su teta".
El Sr. Celaya sabe perfectamente que muchos Centros Vascos de mi País se fundaron y han desarrollado su accionar durante décadas sin recibir una sola gota de "leche" de ninguna "teta" y que cuando comenzaron a recibirlas ha sido en el contexto de una Ley aprobada en el Parlamento Vasco por unanimidad, reconociendo todos los allí representados, lo que la Diáspora Vasca tanto de Argentina como de los demás países hermanos habían hecho por el Pueblo Vasco, en especial durante los 40 años del execrable régimen franquista.
No se merecen las argentinas y argentinos de los Centros Vascos esa expresión, Sr. Celaya, se lo digo con todo respeto y con total convicción. Cuando la escuché de su boca, me vino a la memoria mis lejanos años de infancia en Bilbao, allí por la segunda mitad de la década de 1940-50 cuando, siendo un niño, acompañaba a mi padre, también argentino, y a otro compatriota, el cónsul argentino en Bilbao, al puerto de Santurce a ver desembarcar los container que bajaban de barcos de bandera argentina y de otras banderas que habían zarpado de los puertos argentinos de Buenos Aires, Rosario o Bahía Blanca, llevando miles de latas de leche condensada, amén de latas de carne envasada , trigo, maíz, etc. Y vinieron a mi memoria el agradecimiento de tantas vascas y vascos a la nación argentina y a los argentinos que vivíamos entonces en el País Vasco, al igual que sucedía en otras zonas de la geografía del Estado español. No podré olvidar las caras de los niños de la Casa de Misericordia de Bilbao en la hoy avenida Sabino de Arana y sus vivas a Argentina.
Usted y todos sabemos que todas esas ayudas, las argentinas de entonces, las vascas de hoy, proceden de los bolsillos de las y los ciudadanos de cada país (ayer argentinos, hoy vascos) y que los respectivos gobiernos son los meros gestores o distribuidores de aquellas. Son los pueblos argentino y vasco los que están entre sí eternamente agradecidos y recíprocamente respetuosos sean cuales fueren los signos políticos de sus gobiernos.
Sr. Celaya. Le reconozco el derecho a tener su estilo oratorio, como el desplegado a fondo el día 6 en Mar del Plata. Yo también tengo el mío, que conocen las socias y socios de los 77 Centros Vascos que han tenido la gentileza de brindarme su tribuna desde hace ya unos cuantos años. Con ese respeto que nos debemos mutuamente como seres humanos, termino reiterándole que nuestras divergencias son reales. En todo caso, como dijera Montaigne "seguiremos frotándonos los sesos del uno con los del prójimo".