EL pasado día 13 de junio el Nieuw-Vlaamse Alliantie (N-VA), partido independentista flamenco, creado en 2001, resultó vencedor en los comicios federales celebrados en Bélgica. Una de las preguntas que podríamos hacernos es cuáles fueron los motivos para que se produjera este resultado histórico de victoria de un partido soberanista en las elecciones federales. Para comenzar, hay que contextualizar estas elecciones, celebradas tras tres años de continuos bloqueos de la coalición de gobierno y varias dimisiones del primer ministro, situación creada por el encallamiento en las negociaciones sobre el futuro del distrito de Bruselas-Halle-Villevorde, así como en lo respectivo a las reformas del Estado, en el cual, partidos flamencos y valones son incapaces de llegar a un acuerdo. Si bien es cierto que la mayoría de flamencos consideran que este impasse es debido a las formaciones valonas. La incapacidad para resolver esta situación por parte del CD&V y Open, demócrata-cristianos y liberales flamencos, les ha pasado factura y su considerable pérdida de votos ha sido inversamente proporcional al aumento obtenido por el N-VA.

Continuando con los partidos políticos, otro de los factores importantes ha sido, sin duda, la actual situación del resto de formaciones independentistas. Por un lado, el aislamiento en el que se encuentra el Vlaams Belang (VB), partido ultraderechista racista y xenófobo, sobre el cual se mantiene un pacto, conocido como cordon sanitaire, entre todos los partidos tanto flamencos como valones para no realizar actividades políticas con esta formación, finalmente ha dado el resultado que se pretendía, tras varios años en los cuales parecía que el mencionado pacto estaba consiguiendo justamente lo contrario. Esta vez el VB ha perdido cientos de miles de votos, suponemos que, decantados por un voto con mayor utilidad, como es el N-VA. Por otro lado, tanto la desaparición, el año pasado, de Spirit, partido de la izquierda soberanista, así como los cien mil votos perdidos por la formación soberanista y populista de la Lijst Dedecker, han tenido una clara influencia en el crecimiento del Nieuw-Vlaamse Alliantie.

De igual forma, la recesión económica a nivel mundial y los diferentes posicionamientos que mantienen los partidos flamencos y valones para hacer frente a sus repercusiones a nivel federal, ha sido un elemento de reforzamiento para un partido que reclama el aumento de competencias, defendiendo la transmisión de la fiscalidad y de la seguridad social para las regiones. Estas reclamaciones, que rechazan la mayoría de valones, poco dispuestos a romper la caja única y que desean desarrollar las políticas sociales y económicas unitariamente; han sido, como hemos mencionado, un hecho que ha favorecido a la formación flamenca.

Otro elemento de gran influencia en este éxito ha sido el factor comunicativo. El presidente del N-VA, Bart de Weber, destaca por ser un hábil comunicador que, además de ser políglota y contar con una sólida formación, expresa con claridad sus mensajes. Ello unido a la campaña desarrollada por el N-VA, en la que sin negar su vocación independentista han destacado su voluntad de solucionar el impasse actual mediante acuerdos con los valones. Destacaba su presidente que no son revolucionarios, que la independencia llegará como una cosa natural y que ellos ahora apuestan por la construcción de un Estado confederal. De igual forma, sobre la antigua cuestión de Bruselas, ha mostrado su deseo de que en el futuro la ciudad-región deberá ser gestionada por las dos comunidades que la han creado, flamencos y valones. La transmisión de mensajes en positivo han sido también parte del éxito del Partido de De Weber.

El resultado de estás elecciones ha dejado a poca gente indiferente tanto en Bélgica como en el resto de Europa. Desde algunos sectores, incluso contrarios al soberanismo flamenco, se han hecho análisis positivos ya que prevén que las actuales posiciones aseguran la necesidad de creación de un gobierno estable que ayude a resolver tanto las diferencias en el distrito Bruselas-Hal-Vilvorde (BHV), como las reformas estatales y la cuestión competencial. Por otro lado, sectores en los que se incluyen ciertos medios francófonos, así como de ámbito internacional, han acogido este hecho con una profunda negatividad y, lo que es más incomprensible, describiendo una realidad parcial y realizando acusaciones difamatorias contra el partido vencedor, llegando a tildar de xenófobo y de ultra al N-VA y a su presidente. Finalmente, como no podría ser de otra forma, la mayoría de independentistas flamencos ven con buenos ojos esta victoria si bien lo más destacable es que la situación de bloqueo permanente y de campañas mediáticas contra el "hecho flamenco" han tenido como resultado que en partidos proclives a la federación belga, como el demócrata-cristiano, liberal y socialista flamencos, han ganado fuerza los mensajes más exigentes con el asunto lingüístico de BHV y en las reclamaciones de carácter competencial, lo que ha sido calificado, por algunos opositores francófonos, como una "flamenquización" de todas las opciones.

Bélgica está compuesto por dos comunidades (tres, incluyendo la germana) completamente diferentes, y no sólo en el plano idiomático. Estas comunidades viven en realidades económicas, sociales y políticas diferentes que hacen difícil entender la unidad estatal. Algunos autores limitan este nexo de unión a la mera existencia de la bilingüe Bruselas y a la monarquía belga. Lo que destaca, a día de hoy, es que la mayoría de habitantes de Bélgica son conscientes de la necesidad de reformar el Estado. En este momento, la apuesta por un Estado confederal realizada por el N-VA tiene visos de ser una solución factible. Si bien el hecho de realizar esta confederación llevaría intrínsecamente unido el reconocimiento de que cada Estado, que lo compone es soberano y se une libremente sin renunciar a su soberanía. Podríamos comparar esta posible solución como un futuro matrimonio entre Flandes y Valonia. Eso sí, como en todo matrimonio en una Europa laica, democrática y moderna, el derecho al divorcio debe estar reconocido garantizado por si en el futuro cualquiera de los componentes no desease continuar con el mismo.

Estos días, en referencia a la posible creación de un Estado confederal belga y como anteriormente se hizo con la ley de claridad en Canadá y los referéndum de Quebec, el Acuerdo de Viernes Santo en Irlanda del Norte, el referéndum de Groenlandia, la independencia de Montenegro o Kosovo, el proyecto de ley de referéndum del Gobierno escocés... desde sectores del nacionalismo español se nos recuerda a los soberanistas vascos, catalanes y gallegos que éstos no son casos comparables con los nuestros. Puede que sea verdad, no son comparables como tampoco el Estado español y su nacionalismo incluyente es comparable a la mayoría de Estados democráticos en los que se han producido esos actos. Eso sí, todos tienen la virtud de reconocer al pueblo la capacidad de elegir su futuro. Desde el independentismo vasco, no podemos más que alegrarnos que sean los pueblos los que lo decidan. Por ello, si ahora flamencos y valones desean crear un Estado confederal porque así lo han decidido sus diferentes pueblos, desde Aralar les felicitaremos, al igual que haremos si un día deciden separarse. Gefeliciteerd Félicitations!