ANDAN los tiempos muy revueltos a cuenta de la Memoria Histórica con la controvertida aprobación de una Ley, el ridículo procesamiento al juez Garzón y la multitud de iniciativas para devolver y reconocer la dignidad de todas las víctimas que la Guerra Civil, la dictadura franquista y la transición mediatizada por el miedo y el espejo retrovisor dejó atrás y en el olvido.

Estos últimos días hemos participado en los actos de homenaje y recuerdo a las víctimas de los bombardeos indiscriminados en Durango y Gernika y asistimos perplejos, al menos el que suscribe, con variopintas manifestaciones y actuaciones institucionales de cierta relevancia, a un burdo intento de negar el pasado y de reescribir la historia.

Los perdedores estaban conchabados con los ganadores. La represión, la cárcel, el exilio, las torturas, las penas de muerte, la humillación, la negación de los derechos humanos e incluso el expolio económico son exageraciones fruto de la propaganda o auténticas leyendas urbanas.

Fallece el Sr. Samaranch y se hacen homenajes por todas partes, llegando a guardar un minuto de silencio en los campos de fútbol en una jornada liguera. El hacedor del olimpismo moderno tiene funerales de Estado y desde la mayoría de medios de comunicación se hace el silencio sobre su trayectoria política ligada al franquismo más puro y duro. Amnesia Histórica Selectiva.

Los que hoy tenemos más de 50 años podemos recordar al locutor con voz de pito que narraba en el NO-DO las hazañas de Franco pescando o inaugurando pantanos, los paradores nacionales que inauguraba Fraga y los viajes triunfales del Presidente del Comité Olímpico Español mientras le veíamos bajar por las escalerillas del avión de Iberia. Salvo alguna honrosa excepción, nos han ocultado las fotografías de Samaranch con impecable uniforme de Falange o saludando brazo en alto junto a Franco y otros jerifaltes fascistas.

Un personaje que formaba parte de la élite dirigente de la dictadura y que con la democracia siguió subiendo en el escalafón. Un personaje digno de ser estudiado en profundidad porque era jefe en la dictadura y ascendió todavía más en la democracia. Un cambio de chaqueta brutal. Sí, de chaqueta, porque cuando juraba algo de rodillas ante Franco la chaqueta que vestía era blanca y con correajes.

No me invento nada, ahí están las fotos, si alguien las quiere ojear. No me imagino, y espero que los pacientes lectores tampoco, que en Alemania o Austria se organicen funerales de Estado a una persona con antecedentes de mando nazis. Los que perdimos la guerra, los que sufrimos la bota de la dictadura, los que nos acordamos de esos negros años, los que tenemos Memoria Histórica, no olvidamos. Sin rencor ni ánimos revanchistas, pero no olvidamos.

La Historia la han escrito demasiadas veces los vencedores. La Guerra de las Galias no la escribieron los galos sino Julio César. Nuestra historia reciente la intentaron escribir los vencedores pero no la pudieron cambiar porque nos quedaba y nos queda la Memoria.

Gernika no fue destruida por el bombardeo, sino que fueron los dinamiteros rojo-separatistas quienes la volaron casa a casa. Picasso era un rojo de vida depravada que pintaba a sueldo para la República y los batallones vascos eran amigos de los italianos.

El pasado 26 de abril poníamos, una vez más, un ramo de flores en memoria de las víctimas del bombardeo de Gernika. También lo hacía, en un gesto insólito, la presidenta del Parlamento Vasco, del PP. Gesto que podría ser agradecido por las víctimas si no fuera porque estaba precedido de unas manifestaciones en las que "se rebelaba" contra los que pretenden mantener viva la llama del recuerdo, de la Memoria.

Se alinea con los revisionistas y con los que quieren olvidar, no porque lo importante es mirar al futuro que queremos construir, sino porque es heredera y forma parte de quienes fueron colaboradores ideológicos y sociales necesarios para el mantenimiento del régimen del terror. Algunos se olvidan de que la Ley de Amnistía de 1977 no iba tanto dirigida a quienes se habían enfrentado al régimen anterior sino que era también la ley de punto final para proteger a los herederos y culpables de la dictadura.

Ante los repetidos intentos de quienes tienen rabo de paja y pretenden reescribir la historia, olvidar y pasar página, de practicar la Amnesia Histórica Selectiva, somos muchos los que no olvidamos, los que mantenemos viva la Memoria Histórica porque los que sufrieron por defender la libertad y padecieron la ignominia de la dictadura se merecen seguir vivos en nuestro recuerdo. Por dignidad.