IÑIGO Ruiz de Galarreta es el gran protagonista del verano en el Athletic, salvo sorpresa mayúscula. Después de dar cien vueltas, militar con desigual fortuna en destinos de todos los colores y ser maltratado con particular saña por las lesiones, por fin le ha llegado la compensación, la recompensa a su constancia en forma de retorno al club del que se siente parte. Una década después vuelve a vestir de rojiblanco, una posibilidad que parecía desvanecerse en su horizonte personal. Así lo confesó ayer martes quien ya no es el chico que jugaba bonito, el hábil interior capaz de despertar una expectativa que entre Bielsa y el quirófano frustraron en un santiamén y se vio abocado a buscarse la vida lejos de casa. Hoy es un futbolista curtido que, tras completar una dilatada carrera en Segunda, ha sabido asimilar el salto a la élite que algunos en Lezama auguraban inmediato mientras peloteaba alegremente en las filas del Juvenil y el Bilbao Athletic.

El eibarrés siempre se ha desenvuelto dentro de los cauces de la corrección y el sentido común ante la prensa. En público y en privado. Minutos antes de posar con su añorada camiseta sobre el césped de Lezama, contestó a las preguntas con la naturalidad propia de quien transmite felicidad: cauto en sus afirmaciones, pero con el sentimiento a flor de piel. Era su primer trámite y no tuvo reparos en reconocer que no tuvo que pensarlo ni un instante al saber del interés del Athletic. Puede que la reflexión más ilustrativa de su perspectiva profesional fuese la siguiente: “Sé que es ir a un nuevo equipo porque es algo que me ha tocado hacer muchas veces”.

Aunque el Athletic no sea ni nuevo ni cualquier equipo para él, seguro que el cúmulo de experiencias adquiridas le ayudará a amoldarse a una situación no exenta de dificultades. Jugar aquí requiere interiorizar una serie de conceptos que apenas guardan parecido con el tipo de propuesta que desarrolla el Mallorca, por ejemplo. Nada que él no sepa de antemano, pero se trata de asumir un cambio sustancial de registro. Él cree estar preparado. El tiempo lo dirá.

Quienes han apadrinado la captación de Ruiz de Galarreta en plena madurez, subrayaron el componente emocional de la iniciativa. Recuperar un valor de la cantera constituye una buena noticia, qué duda cabe; pero dicha perspectiva choca con otras decisiones, unas cuantas, que se han ido conociendo en el último año, materializadas en salidas o en participaciones carentes de relieve de gente bastante más joven y con un recorrido idéntico e incluso más avanzado en la entidad que el recién llegado.

Sí, unos van y otros vienen, pero de un tiempo para acá, y hablamos de varias temporadas, se asiste a un proceso curioso: se tiende más a promocionar al jugador veterano, asentado en la categoría o que enfila la recta final de su itinerario, que al producto fresco de la cantera. Está por ver qué sucede a este respecto en el ejercicio que está a punto de comenzar. De entrada, para variar, se anuncia que empezarán los entrenamientos un elevado número de meritorios, circunstancia que no ha solido tener una incidencia clara a la hora de la verdad, en la competición.

Sobre el perfil deportivo de Ruiz de Galarreta, resultó interesante escuchar a Mikel González, que acaso no cayó en la cuenta, pero repitió varias de las apreciaciones que el pasado agosto empleó Jon Uriarte para describir a Ander Herrera. Tampoco extrañó en exceso dicha coincidencia. Aunque no haya dos futbolistas iguales, en efecto los dos comparten algunas características y, siquiera en teoría, pueden desempeñar una labor similar y hasta ser ubicados en las mismas demarcaciones. Ambos actúan de mediocentro o de interior, según el discurso de los dirigentes. Llevan razón.

O sea que, mira por dónde, los dos fichajes abordados por esta directiva, si bien podrían ser complementarios en determinados esquemas, no es menos cierto que en la nómina de piezas específicas para la zona ancha se pueden catalogar como intercambiables. Por tanto, su presencia en el grupo sugiere o plantea una opción bastante nítida de competencia directa por un sitio en las alineaciones.